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Mai

—¿Piensas hablar con él? —miré a Emma ante aquella pregunta, de algún modo, quería hacerlo, pero..., no fue tan bonito pasarla en China.

—No lose...

—Ya veo.

Recogió sus cosas y comenzó a irse, sé lo que piensa, pero, yo ahora no sé lo que siento, no tengo cabeza para eso.

—Emma ha estado bastante preocupada últimamente, como Izana se quedará en Shibuya, piensa asistir a una universidad cercana, cree que tal vez pudo suceder algo entre ustedes —Hina siempre había sido tan linda con todos, menos cuándo golpeó a Mikey por querer llevarse a Takemichi.

—Lose, pero, siento que no puedo hacer nada, si no soluciono las cosas que tengo por hacer, no es tan sencillo, y muy pronto seré mayor de edad, y todo volverá a complicarse, y es posible que deba volver a China, y esta vez, sería por muchos años, pero, no quiero.

—¿Qué tal si hablas con el? Después de todo, ambos sienten lo mismo, saben de sus sentimientos, pero, por el momento si quiere estar contigo, te apoyará, y no será una carga.

—Pero Hina..., en caso de que haya algo entre nosotros, apenas puedo con la escuela, he dejado de lado mis entrenamientos, y lo único que he visto son papeles y más papeles, hasta que..., la alarma suene y me doy cuenta que me quedé dormida.

—Lose, pero, no será para siempre, ¿o sí? Eres Mei Tumuro, la hija de la familia Tumuro, una descendiente directa de la familia Tsuchi, el clan más poderoso en China, lograste sobrellevar muchas cosas, pero lo más importante, es que te has encontrado a ti misma, y eso lo sabes bien.

—Hina..., tengo miedo.

Y por primera vez desde que volví, me permití romperme con ella, todas las cosas en China, desde el primer día, hasta el último, no había logrado estar en tranquilidad como ahora, y no me di cuenta de la coraza que empezaba a crearse.

—Sólo haz lo que tu corazón diga, no debes guardarte las cosas, si quieres hablar con alguien, estamos nosotras para ayudarte —miré a Senju acercarse para abrazarme, al igual que Yuzuha.

Ellas eran unas chicas increíbles. No las soltaría. Nunca lo haría.

Pero, aún así, mis días de volver a casa volvieron, el último día la pasamos en casa de Senju, su hermano nos quería matar y bueno, no es como si Sanzu tuviera mucha paciencia, pero quiere a Senju.

—Ya era hora —y por fin se dignaba a hablarnos. 

—Se que en el fondo te caemos bien, Sanzu.

—Ya quisieras.

Reimos un poco y nos retiramos de ahí, nos despedimos a mitad del camino.

Hoy era una de esas tardes donde la tranquilidad y la paz que se lleva encima, es tan extraña, que irónicamente, siempre debe aparecer alguien a interrumpir.

—¡Memei! —era demasiado bueno para tener una caminata tranquila.

—Mikey...

—¿Vuelves de un entrenamiento?

—No, estuve quedándome en casa de Senju y Hina, mi familia vino de visita, asiqué papá y mamá no querían que se suceda lo de la última vez, ¿qué haces aquí? ¿dónde está Draken?

—Oh..., no lose —lo miré fijamente.

—¿No..., lo sabes? ¿Lo perdiste?

—¡El me perdió a mí!

KODOKU - Izana KurokawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora