"Esos detalles también cuentan"

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El pequeño Takashi había llegado más temprano de lo habitual ese día, pues no quería perder tiempo en encontrarse con el blondo y ser el primero en estar con él.

Después de saludar a sus cuidadoras en la entrada y colocar su mochila en su lugar asignado, fue cuando empezó buscarlo y lo encontró acomodando los peluches en la sala de descanso.

— Buenos días, Takemichi.

— Oh, buenos días, Mitsuya— le devuelve el saludo con una sonrisa tan bonita y radiante.

— ¿Qué estás buscando?— pregunta curioso viéndolo ir de un lado a otro con peluches.

— No, nada, solo estoy acomodando los peluches de Angry, Taiju y los míos, siempre los confundimos y ellos terminan discutiendo— aclara recordando que la última vez tuvo que separarlos, llevándose varios de sus golpes y hasta que lo vieron llorar dejaron de pelear, pero claro que esa parte no se la contará al pelilila.

— Entiendo— lo ayuda con su tarea para que pueda hablar con él a gusto en la sala central—. Adivina qué, Takemichi.

— ¿Umh? ¿Qué pasa?— si antes tenía su atención ahora tiene su interés.

— Te tengo una sorpresa para jugar hoy— dice finalmente mostrando una sonrisa cómplice.

— ¿En serio? ¿Qué es, qué es? Dimeee...— pide sujetando uno de sus brazos y tirando de su uniforme.

— Espera, aún tengo que prepararlo adecuadamente, tendrás que esperar hasta entonces— aclara a lo cual el pequeño blondo hace un puchero inconforme.

— Yo quiero saber ya...

— Será después del almuerzo, lo prometo— le acaricia la cabeza despeinado un poco su cabello rubio.

Casi toda la mañana estuvo detrás de Mitsuya queriendo que le diga con qué jugarán hoy. La última vez leyeron justos varios libros de cuentos en su repertorio nuevo que les dieron las mayores, unos bastante interesantes, para posteriormente recrear con los nuevos juguetes que le compraron al pelilila varias escenas de acción de esos cuentos.

Más que molestar a Takashi por la insistencia del blondo le parecía más bien divertido, tener su atención y a su alrededor la mayor parte del tiempo fue genial, tanto que llegó a molestar al jefe a su compañero, ya hasta lo estaban miraban feo por eso.

Al llegar el almuerzo, el pequeño de ojos azules se apresuró a comer porque su amigo le dijo que lo vería en las bancas del patio para la dichosa sorpresa.

— Takemichi, come despacio o te vas a  atragantar con la comida— le advierte la señorita Umiko, pero parece que el peque no escuchó nada y continuó comiendo apresurado—. Despacio, nadie te está correteando— añade deteniendo las pequeñas manos del blondo.

Procedió a darle una servilleta para que se limpie los granos de arroz que tiene el la boca y esta vez sí le hizo caso, ya que recordó que eso no será bueno para su estómago, o como aquella vez que sus amigos fueron a su casa e hicieron una competencia para ver quién come más helado en menos tiempo, una sensación tan horrible les pasó durante el proceso, les dijeron que se llama cerebro frío o congelado, fue algo muy desagradable que no planean volver a experimentar jamás.

Mitsuya pudo contemplar en su lugar la escena mientras que los demás disfrutan de su tan esperando postre: helado de yogurt con fruta. Sonrió al ver al peque comer pacientemente su postre, ese es el tiempo que necesita para darle los últimos detalles a su obsequio.

Llendo al patio entusiasmado, uno de sus amigos lo intercepta a medio camino.

— Ey, ¿Quieres jugar fútbol con nosotros, Hanagaki? Crearemos nuevos equipos— lo invita el pequeño Peyan sosteniendo su balón mientras los demás hacen calentamiento previo, pues está en juego unas cuantas monedas de chocolate.

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