"Todo por una inocente broma"

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— Vamos, vamos, ¡Vámonos!-— repite sin parar desde que llegó la hora del cambio de habitación.

— No seas impaciente, Mikey— le reclama un tranquilo Baji, que más bien trata de ocultar su entusiasmo.

— No puedes mentirme, sé que también quieres ir a verlo, ¿Cierto?— lo ve pícaro y el pelinegro solo apartó la vista y se dirigió apenado al otro rubio.

— Oye, Takemichi, ¿Ya estás listo?— su voz suena emocionada, no puede esperar para jugar.

— Listo— anuncia cargando su mochila llena con sus cosas, su sombrero de papel puesto y tan presentable como siempre—. Vámonos.

— ¡Andando!— quien guía es el jefe, pero una mano adulta frente a ellos interrumpió su andar.

— Alto ahí, peques— es Nomi, quien se ve algo cansada y porta un cubre bocas—. Aún faltan cinco minutos y no están usando cubre bocas.

Eso les hizo acordarse de lo que su conciencia les decía pero que no recordaban con exactitud.

Fueron directamente con la pequeña Senju que les tenía preparados sus tapas bocas.

— Siempre se les olvida— expone la peque mirando cómo batallan para ponérselo.

— Es que es muy incomodo— señala el jefe acomodando el pelo de sus patillas, se le hacen nudos en esa parte cuando lo usa.

— Siento que me sofoco— le sigue un molesto Baji que quiere quitárselo ya.

— Pero así no nos contagiamos de un resfriado— les recuerda el blondo que la semana pasada no asistieron porque unos niños se empezaron a enfermar por el cambio de clima.

— Bueno, cuando lleguemos nos lo quitamos y jugamos— sentencia Manjiro y sus tres compañeros asintieron alegremente.

Procedieron a formarse frente a la puerta nuevamente y la señorita Nomi finalmente los guía a la habitación de los Black Dragons, donde los cuidarán un par de horas antes de irse.

— Les gusta ir allá, ¿Verdad?

— ¡Sí!— respondieron al unísono emocionados, aunque por la tela en sus caritas no se oyó tanto.

Llegaron a la entrada de la habitación y el color blanco con su símbolo le queda muy bien.

— Ahora pongan atención— les llama y los cuatro se pusieron firmes—. Los vendrán a recoger cuando su tiempo termine, después de limpiarse pueden quitarse esto— señala su cubre bocas y ellos la imitan— y no pueden tomar cosas sin permiso como la última vez, eh Mikey...

Y los peques le dirigieron miradas reprobatorias.

— Solo fue una vez...— trata de defenderse de la primera travesura que hizo cuando entró ahí; ya no tomará cosas demasiado frágiles para tirarlas por la resbaladilla y comprobar su eficiencia.

En su defensa, los juguetes tienen que ser tan resistentes como los que tienen en ToMan, fin de la discusión.

— Mikey, tú hermano los recogerá, así que lo esperan.

— ¿Shinichiro va a venir?— pregunta entusiasmada la pequeña Senju.

— Sí... Va a venir— afirma el jefe con voz y mirada siniestra, sus dos amigos imitan su pose y risa, esas son buenas noticias.

Una vez que les permitieron entrar y se despidieron de su cuidadora, entraron como balines disparados, arrojaron sus cosas en el respectivo mueble que sorprendentemente le atinaron.

Como últimamente han estado algo aburridos después de la fiesta de noche de brujas, están buscando algo entretenido, divertido y que los haga reír.

La semana pasada les llegó una respuesta a sus plegarias contra el aburrimiento y lo curioso fue que no lo iniciaron ellos, más bien lo continuaron y no pueden estar más complacidos.

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