"Para un pequeño ángel caído"

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Hoy también es uno de esos días especiales en los que puedes pasar gran parte del tiempo solo descansando, jugando o hacer alguna actividad de ocio que más te guste.

Ese es el caso del pequeño más afortunado  del mundo, o al menos así se siente después de que una horrible madre desnaturalizada lo haya dejado prácticamente abandonado a su suerte y esa misma suerte, o incluso llegó a considerar en agradecer a Dios o al destino, lo llevaron a tener una familia, eso era lo único que deseaba desde que tuvo uso de razón, poder sentir el amor y protección de esos lazos que ahora logró formar con la familia Sano.

— Y... Ahí está, gané otra vez— sentencia el cumpleañero con su victoria número cinco.

— No otra vez...— se quejan al unísono sus amigos invitados con el orgullo decaído.

— ¿Quieren jugar de nuevo?— pregunta contento y sin malicia.

Takemichi y Kakucho conectaron la mirada un momento y como si se leyeran la mente llegaron a una misma conclusión.

— ¿Y si mejor jugamos otra cosa?— sede la palabra a su amigo a lo cual el blondo asiente varias veces para convencer al otro.

Después de esas derrotas ante el albino jugando Okitan, también conocido como Othello, no quieren ser pisoteados tan cruelmente y eso que era un dos contra uno.

— Está bien, ¿Qué quieren hacer?— se pone de pie para guardar su juego de mesa en la repisa de su cuarto, dejando a sus amigos sentados pensando en ello.

El blondo vió algo a su lado y su cara reflejó la expresión de tener una idea, muy divertida por cierto.

— ¡Pelea de almohadas!— sentencia dando el primer golpe a su amigo Kakucho que no vió venir ese almohadazo en su carita.

— ¡Sí!— le secunda el de tes morena aventando un par de peluches a ambos, quienes se separaron para iniciar un todos contra todos.

Le alegra que en la guardería sus compañeros y cuidadoras le hayan traído uno que otro regalo y seguir festejando en casa con sus amigos es aún más gratificante.

Sus risas y gritos divertidos se escuchaban por toda la habitación, tanto fue el ruido que se podía escuchar por el pasillo de su casa, donde un pequeño rubio cenizo escucha tales risas emocionantes.

— Yo también quiero jugar— mira la puerta cerrada de su hermano con el seño fruncido y haciendo un puchero molesto.

— Déjalo disfrutar con sus amigos, es su cumpleaños— aparece detrás de él su hermano mayor—. Además, aún te falta por decorar en la sala, andando.

— ... Solo será un ratito— apenas dio un par de pasos en dirección a la puerta de su hermano cuando sintió estar levitando en el aire.

— Él también ayudó cuando fue tu cumpleaños, al menos devuelve el favor, Manjiro— aclara e interrumpe su andar Shinichiro levantándole de su playera y llevándolo cual llavero hasta la sala de estar.

La única que tenía total acceso a su habitación es su hermanita, pues en algún momento llegaron a compartirla cuando el pobre albino tenía pesadillas, siempre le intentaba cantar canciones relajantes que lo hacían dormir tranquilo.

— ¡¿Pero por quéeee...?!— se queja un perezoso Mikey viendo cómo su hermanita toca a la puerta y entra para darles dulces y un poco de jugo que ella misma preparó.

— ¡Que te apures de una vez!— le reclama su hermano mayor ya cansado de tantos peros y quejas, no siempre se puede complacer a este niño.

Toda la mañana se la pasaron limpiando, arreglando y decorando su casa una vez más para recibir a los invitados del cumpleañero que, a su petición, será una fiesta tranquila, pues sabe lo ocupados y cansados que resultaron Shinichiro y su abuelo en el cumpleaños de Manjiro, quiere evitar eso, después de todo, con solo desearle un feliz cumpleaños basta para alegrarle el día, ya que ni eso recibió de su propia madre.

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