Capítulo 13 · Rutina

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Como el lunes no hubo capítulo, hoy habrá 2 tal y como prometí por Instagram.❤️
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Jade

Por fin mis horarios de trabajo se habían asentado. La primera y segunda semana de temporada eran caóticas, porque siempre habían imprevistos y fallos en la programación, pero a partir de entonces todo iba sobre ruedas. Ya por fin tenía mis programas fijos: lunes y miércoles, de nueve a doce, "Especial leyendas", un programa en el que se conmemoraban a las mayores leyendas del fútbol inglés; martes y jueves, en el mismo horario, "Futuros prometedores", donde hablábamos cada día de una nueva promesa del fútbol mundial. Y, cada día, de ocho a nueve planeábamos el programa, y de una a tres hacíamos trabajo de oficina. En mi caso, redactaba artículos, como antaño. Y los viernes, como siempre, rueda de prensa. En el caso de no tenerla hasta el sábado, trabajaba en casa (más trabajo de oficina).

Un horario que me gustaba mucho y con el que me quedaba tiempo para mí. Y, sobre todo, no tenía que madrugar.

El lunes salí de las oficinas por la puerta principal, respirando con tranquilidad. No había paparazzis, habían desaparecido. Las amenazas de demanda de Sterling habían dado sus frutos. O, bueno, casi. A la vuelta de la esquina había un par de ellos, pasando "disimuladamente". ¿No sabían que era muy obvio ponerse una gorra con el logo de su medio y unas gafas grandes negras, sujetando una cámara entre sus manos?

Fui a la cafetería de enfrente y me pedí un café para llevar, además de comprar un brick pequeño de zumo de melocotón para Jane. Fui a mi coche y, antes de ir a buscarla, pasé por mi casa. Rápidamente, cogí una bolsa de papel y dentro metí unos cuantos cupcakes de los que hicimos el día anterior, y me fui rápidamente a por ella. Seguí las instrucciones que Sterling me había dado.

Bajé del coche, fui adónde estaba toda la gente, justo al cruzar la gran verja de hierro, y esperé. Todo el mundo allí parecía haber salido de la realeza; vestían elegantes, con peinados sofisticados... Y yo con mi falda vaquera, mis botas estilo militar negras y una camiseta de ABBA.

Fueron saliendo las clases una a una. Cuando llegó la clase de Jane, no tuve ni que buscarla, porque ella iba dando saltitos; era la única. Sonreí ampliamente y ella también lo hizo, saludándome con ambas manos.

―Hola, Jade con D ―me saludó contenta, abrazándome con fuerza al llegar a mí. Yo también la envolví con mis brazos.

―Hola, Jane con N. ¿Nos vamos?

―¡Si!

―¿Dónde prefieres ir? ―pregunté mientras le agarraba la mano. Ella me apretó con fuerza―. ¿Al estadio o a casa?

―Al estadio, porfa.

―Pues vamos al estadio. En el coche tengo una sorpresita para ti.

Se le iluminaron los ojos y agradecí que le tenía la mano agarrada, porque si no hubiese salido corriendo en busca del coche. Me reí por lo bajo y la guié hacia el aparcamiento. Abrí mi coche en la distancia y, como ya no había peligro de que fuera atropellada, dejé que corriera hacia allí. Ella misma subió a la parte de atrás, donde estaba su sillita (me la había dado Sterling el día anterior) y yo delante. Antes de arrancar, nos pusimos el cinturón y yo metí mi mano en la bolsa. De allí saqué un cupcake y se lo di a Jane.

―¡SÍÍÍÍÍÍÍÍÍ! He pensado en cupcakes todo el día, Jade ―me dijo justo antes de pegarle un gran mordisco―. Ooohh... Ayer papá me dejó comer muy pocos porque decía que el azúcar me activa.

―Lo sé y me da a mi que es cierto, porque estuviste muy activa hasta que os fuisteis a dormir. Por ello, te he traído solo dos para merendar. Más no, ¿vale?

Fuera de juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora