Jade
De camino al interior del estadio, comuniqué a Gordon y Tommy que nos acompañaría durante el partido la hermana de Pablo y que era amiga mía. No nos habíamos visto aún en persona, pero el día anterior había estado charlando con ella por mensajes, pues Pablo me dio su número para quedar con ella. Coral, que así se llamaba, se había mostrado muy agradecida conmigo. Habíamos quedado con que ella me esperaría en la entrada de la gradería, que es justo donde la encontré. Les pedí a mis compañeros que se adelantaran y fueran a coger el sitio y que íbamos en dos minutos.
―¿Coral? ―pregunté por si acaso.
Ella, que miraba el campo con atención, levantó su vista y me sonrió ampliamente.
―Jade, hola ―me saludó.
―Menos mal que no me he equivocado de persona.
Ella se rio y nos saludamos con dos besos.
―Y menos mal que no nos hemos entendido mal y nos hemos encontrado. Vamos a nuestro sitio privilegiado.
―No me creo que vaya a estar a pie de campo ―murmuró mientras comenzábamos a caminar.
―Está muy bien, pero mejor está verlo desde encima de los banquillos, créeme.
―¡Qué ganas! Cuando Pablo me dijo de estar en el Palco, me dio un poco de vértigo, porque estaría sola.
―Si algún día te toca estar allí, siempre está Louise, la mujer de Bruno Alavés. Y es un sol de mujer. Ella suele estar sola también, junto a su hija pequeña.
―Lo tendré en cuenta.
―Aunque, por mí, puedes venir conmigo siempre que quieras.
―Muchas gracias, Jade.
Presenté a Coral a Gordon y Tommy, y le indiqué dónde debía ponerse mientras yo estaba en directo, o si por lo contrario podía ir directamente a la grada, que no estaba demasiado lejos. Decidió quedarse allí con nosotros, junto a Tommy.
Cuando los jugadores comenzaron a salir, me pareció de lo más tierno que Pablo fuera el primero en hacerlo solo para comprobar que su hermana estaba conmigo. Me llamó la atención una cosa; Pablo se tocó el pecho dos veces, como cuando marcaba un gol, y su hermana hizo exactamente lo mismo.
―Te dedica a ti los goles ―dije sorprendida.
Esa era su celebración cada vez que marcaba un gol. Se tocaba el pecho dos veces. Y a mí me pareció increíblemente bonito.
Coral sonrió un poco.
―De pequeños, siempre nos decíamos que nos queríamos así. Solo nos tenemos el uno al otro, así que imagino que no tendrá a nadie más a quién dedicarle los goles ―bromeó.
―Me parece tan bonito que te dedique así los goles, Coral ―murmuré con una sonrisa.
―De más pequeña me daba vergüenza ―admitió―, pero ahora... El día que no me lo dedique, probablemente me enfade.
Las dos nos reímos.
Luego salió el resto, entre ellos Sterling junto a Dom. Le había deseado suerte por mensaje, pero cuando me miró me aseguré de formular un "tú puedes con esto" con mis labios. Sonrió. Por otro lado, Dom nos saludó con la mano.
―Qué guapo es este cabrón ―murmuró Coral haciéndome reír.
―Sí que lo es, sí ―admití. Dominick era guapísimo.
―No se lo digas a Pablo, pero me pidió salir una vez.
La miré sorprendida. Ella asintió con la cabeza.
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Fuera de juego ©
RomantikSterling Abbey está en guerra con la prensa; está cansado de que su vida privada sea más relevante que su carrera futbolística. ¡Es el mejor portero de Europa! Y aún así, cada semana es portada en todos los medios digitales por ser visto con alguna...