Capítulo 29 · Tiempo

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Jade

Si no era una cosa, salía otra. Pensábamos que después de haber sacado a la luz que mi tío era Ray Lennox, quizá las cosas mejorarían, quizá la gente se tranquilizarían... Pero no. Seguían queriendo joder a Sterling y parecía que la vía más fácil y factible para hacerlo era pasando por mí.

No había día que no amaneciéramos con una noticia nueva que me perjudicaba a mí e indirectamente también a Sterling.

Era abrumador. Y yo me sentía agotada.

Había muchas cosas que debíamos soportar; se decía que el amor era paciencia y esfuerzo, pero... ¿cuánta paciencia y cuánto esfuerzo? Porque a mí se me estaban acabando ambas cosas. Mi cabeza no podría con tanto.

Sterling y Jane habían estado en París tres días. Me mandaron fotos cada día y debo admitir que me hizo infinitamente feliz verlos allí, juntos, disfrutando de unas vacaciones que bien se merecían ambos. Sterling había pasado todo el verano viajando por Europa con la Selección Inglesa y no había podido llevarse a su hija a algún lugar que pudiera gustarle, así que estaba claro que a ambos les hizo muy feliz ir allí. Y, bueno, más feliz me puse yo al ver a Sterling con una gorra con las orejas de Minnie Mouse.

Tres días alejada físicamente de Sterling me había dado para pensar mucho en todo lo nuestro.

Habíamos pasado de ser desconocidos a directamente pareja de mentira. Cuando le propuse conocernos de verdad como amigos, no pensé, ni en un millón de años, que iba a acabar gustándome de verdad. No entraba en mis planes pillarme de un hombre de casi treinta años, portero profesional, gruñón, con una hija y en guerra con mi profesión. En la vida me hubiese imaginado que eso ocurriría.

Pensaba que no era necesario tener que hablar de la evolución de nuestra relación falsa a una prácticamente de verdad, pero, muy dentro de mí, lo necesitaba. Ver si íbamos en el mismo camino, ver qué sentíamos el uno por el otro... Como cualquier pareja normal. Pero nunca llegaba el momento y no sabía cómo empezar esa conversación.

Y tampoco sabía si iba a llegar algún día, en realidad.

El miércoles que volvió Sterling de París, yo salí del trabajo a la misma hora de siempre. Un diario digital deportivo con bastante influencia en las redes sociales había contactado conmigo para hacerme una pequeña entrevista. Según la chica que me llamó, querían conocerme más como profesional y dejar un poco a parte las polémicas en las que me metían últimamente. Por lo normal habría dicho que no, pero visto que no querían entrar en temas personales y que conocía a algunas personas de ese medio, acepté.

Llegué a las oficinas en las que me habían citado y, tras preguntar por Jordan, me llevaron hacia el segundo piso. Allí me recibió ella, Jordan, la chica que iba a entrevistarme, que la acompañaba un chico con una cámara que se llamaba Sean. Los dos se mostraron muy amables y charlamos un poco de todo mientras lo preparaban todo. Yo me senté en una silla junto a Jordan. En el fondo teníamos un panel con los logos tanto de esa pequeña empresa como de los patrocinadores.

La entrevista empezó y, sinceramente, me sentí muy cómoda todo el rato hasta que algunos comentarios comenzaron a parecerme fuera de lugar y que insinuaban cosas que no me gustaban un poco. Hasta que al fin lo dijeron.

―Claro, además, un logro profesional no es menos válido por haber sido en parte logrado gracias a un tercero.

―¿Cómo? ―cuestioné confundida.

―En confianza, no es un misterio para nadie del sector que ahora mismo estás donde estás por tu pareja, Sterling Abbey.

―No, a ver ―interrumpí negando con la cabeza―. Yo llevo en la RHN desde que tengo veinte años. Antes, incluso, porque hice las prácticas allí.

Fuera de juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora