Capítulo 11 · Jade con D

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Jade

Cuando llegamos al campus, como siempre había prensa y fans del City esperando para ver a los jugadores entrar. Por lo visto a Jane le molestaba muchísimo los flashes, por lo que se tapó la cara hasta que el coche hubo entrado en aparcamiento subterráneo. Bajamos del coche y Jane se me acercó. Se puso de puntillas y me miró muy fijamente.

―Creo que te conozco ―me dijo pensativa.

―Ah, ¿sí? ―pregunté sorprendida.

Yo no recordaba haberla visto nunca, salvo en alguna foto que su madre había subido a sus redes. La había expuesto desde muy pequeña y todo inglés seguidor de ella, sabía cómo era su hija. Yo no era muy fan suya, más que nada porque nunca me había dado buena vibra, así que lo que había visto de Jane había sido mínimo.

―Sí... ―Se frotó la barbilla con la mano y a mí me pareció de lo más tierna. Era como una mini adulta.

―Vamos, vamos ―nos apremió Sterling.

―Ya va, papá ―dijo Jane con un tono cansado. Entonces, sin que yo me lo esperaba, me agarró de la mano y tiró de mí―. Suele ser muy insistente. Es un mandón, pero bueno, dice la abuela que ya no se puede devolver y que tenemos que quererlo así.

No pude reprimirme la carcajada. Sterling, que iba a nuestro lado, nos miró con los ojos entrecerrados.

―Mala idea juntaros...

―Te chinchas.

Lo dicho, era como una adulta en miniatura.

Llegamos a la misma sala en la que conocí a Pablo, Dominick y Sterling. Allí estaba todo el equipo, algunos con sus familiares, aunque la mayoría estaban solos. Tío Carl no estaba, pues el repaso del partido probablemente no le incumbía demasiado. Él solo era el jefe de prensa. Jane salió corriendo hacia Dominick, que estaba viniendo junto a Pablo cuando se acercaron a nosotros. Pablo negó con la cabeza.

―Esta niña nunca va a tener buen gusto. Siempre va primero a por Dom ―comentó antes de darme un corto abrazo―. Feliz de verte de nuevo, Jade.

―Igualmente, Pablo.

Chocó su mano con Sterling, justo cuando Jane se lanzó a su espalda.

―Ahora sí, ¿eh? ―exclamó Pablo dándole palmaditas en las piernas.

―Quejica.

Me reí por lo bajo y me vi envuelta por el brazo de Dominick. Lo pasó por encima de mis hombros y me miró con una sonrisa.

―Hola.

―Hola, Dominick ―dije divertida.

―Solo Dom, por favor.

Yo asentí con la cabeza.

Sabía que tanto él como Pablo sabían la verdad, pero no hicieron insinuaciones de ningún tipo, lo cual me tranquilizó. Aunque si algún día llegábamos a estar a solas, prefería que no hicieran como si no lo supieran; sería incómodo.

Cuando llegó la hora, nos dijeron que podíamos quedarnos en esa sala, pues la mayoría de acomapañantes solían irse a la cafetería. Allí estaríamos bien, pues había billar y futbolín, además de comida. Comida que Jade no había dejado de llevarse a la boca en todo el rato con la excusa de que no había desayunado.

―Suele portarse bien, pero si hubiera cualquier problema, no dudes en mandarme un mensaje. Tendré el móvil a la vista ―me dijo Sterling por lo bajo.

―Vale, no te preocupes. Me manejo bien en este tipo de situaciones. Supongo. Espero.

Sonrió un poco y me dio un pequeño apretón en la mano.

Fuera de juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora