Capítulo 14 · (Des)confianza

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Sterling

Desde luego, debíamos mantener las distancias.

Ya tenía claro que íbamos a besarnos (incluso más veces de las que ya llevábamos), pero no pensé que fuera a removerme cosas. Que me dejara fuera de juego. Que fuera a recordar qué era besar a alguien con verdadero cariño; a recordar qué eran las dichosas mariposas. Yo solo esperaba que desaparecieran rápido.

Llevábamos ya casi tres semanas con la farsa y no parecía ir mal. La prensa seguía dedicándome su atención y muchos de los tuits que subían en la cuenta de Twitter o incluso algunos vídeos de Tik Tok, iban a dedicados a mí y otros a Jade. Y no quería que indagaran en su vida.

Por ello, cuando el jueves me reuní con ella en el entrenamiento de Jane, me senté con ella y le pregunté.

―¿Cómo de grave sería que la prensa descubriera que eres sobrina de Ray?

Giró su cabeza hacia mí y alzó las cejas.

―Hola a ti también, cariño ―ironizó.

Hice una mueca, mostrando culpabilidad. Ni siquiera la había saludado...

―Hola, lo siento... ―Deslicé mi brazo por su hombro y la atraje a mí antes de besarle la mejilla, muy cerca de los labios.

Lo peor es que eso lo hice casi de forma involuntaria. Natural.

Su mano subió hacia la mía, que estaba en su hombro, y entrelazamos los dedos, reposando nuestras manos allí.

«Es una mentira», tuve que recordarme. 

―Y, respondiendo a tu pregunta, no me acabaría de hacer gracia, pero no me importaría. A mí lo que me fastidiaría es que supieran algo de mi madre, mis hermanos o mi cuñado. No quiero que ellos se vean salpicados en todo esto... Además, en las próximas semanas, uno de los programas de "Especial leyendas" va a ser sobre tío Ray y no me apetece mucho negar que somos familia.

―Entiendo...

―¿Por qué lo preguntas?

―Porque estoy viendo que comienzan a indagar mucho sobre tu vida. Ya han sacado a la luz que saliste con un periodista de no sé qué cadena cuando estabas en tus años universitarios e incluso tu coeficiente intelectual, Jade.

Ella se rio.

―Ni siquiera yo sé mi coeficiente intelectual. Me evaluaron a los doce o por ahí, que fue cuando me adelantaron los cursos. Imagino que eso no vale ya, ¿no? ―Divertida, me miró―. No deberías mirar tanto Twitter, Sterling...

―Necesito estar pendiente de que no se pasen.

―¿De que no se pasen con quién?

―Contigo ―respondí sin dudarlo.

Sonrió un poco, negando levemente con su cabeza. Sus ojos, fijos en los míos, desviaron un poco la mirada hacia abajo; hacia mis labios. Y yo, no vamos a mentir, también miré los suyos. Con la mano que tenía en su hombro, rodeé un poco su cabeza hasta llegar a la mejilla y la acaricié con el pulgar.

―Aquí hay bastante gente ―comenté en un murmuró. Asintió con la cabeza.

―Desde luego, alguna persona nos debe estar mirando.

―Está claro.

Me sorprendía lo malos que éramos para justificar un simple beso.

O no tan simple.

Choqué mis labios con los suyos en un suave beso que no supe que necesitaba tanto hasta ese momento. No sabía si era porque llevaba más de dos meses sin tener contacto físico con una mujer, o porque los labios de Jade eran preciosos y tenían un sabor increíble, pero hasta el último de mis vellos se pusieron de punta al sumirnos en ese beso.

Fuera de juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora