Jade
No sé qué hora sería cuando escuché unos pasos detrás de mí. Me había sentado en el balcón del salón para tomar el aire con un vaso de agua en mano para tratar de tragarme la angustia que sentía y que me impedía respirar con normalidad. Supe que era Sterling en el momento en que se sentó a mi lado.
―Me prometiste que podría seguir haciendo mi vida con normalidad.
―Y así es...
―Has dicho que yo tengo la culpa de que estén diciendo que te he engañado. ¿Qué hago? ¿Dejo de verme con mis mejores amigos? ¿Me busco unos que te agraden a ti? O, mejor, ¿me busco amigas chicas para que no piensen que me las estoy tirando a la vez mientras tú estás descansando tras un agotador partido? No, uy, que también podrán pensar que estoy con alguna de ellas.
―Jade...
―No, es que... ―Se me llenaron de lágrimas los ojos, después de horas impidiendo que ocurriera. Lo miré y se me escaparon un par de ellas―. Es que a mí me da igual que la gente piense que te he engañado. A mí me duele que tú estés haciendo esto. De lo único que tengo la culpa es de haberlo amenazado, y ni siquiera ha sido eso, más bien una advertencia de que si no os deja en paz a ti y a Jane, volarán las demandas.
Me limpié las lágrimas antes de que él lo hiciera, que ya tenía las manos al aire.
―Perdóname, Jade. En ese momento estaba... enfadado. Me hervía la sangre por haber visto las fotos, por lo que la gente decía, por tener que pasar por delante de todas las personas que te esperaban a la salida...
―¿Por qué te enfadaste al ver las fotos, si ya sabías que iba a salir con ellos?
―Me enfadó que te las hicieran, cuando era tu noche de disfrutar. Eso es lo que me cabreó. No creo que sea tu culpa lo que la gente especula por culpa de ese gilipollas, ¿vale? No pienso nada de eso. Sé que yo hubiese hecho lo mismo, ir a amenazarlo.
―¿Entonces?
―No quiero que pongan el foco en ti. Me odian a mí. No deben tenerte tirria a ti, Jade.
Sus ojos azules no solo se veían oscuros por la noche, también culpables y cansados. Cerré los ojos unos segundos, esperando que las ganas que tenía de besarlo desaparecieran.
―No quiero que llores más por mi culpa ―susurró limipándome una lágrima de mi mejilla.
―Solo... Me jode esto, nada más. Da igual.
―Acércate a mí ―pidió.
No me moví, porque si lo hacía sería para besarlo. Por lo contrario, lo hizo él. Se sentó más cerca de mí, con nuestras piernas casi juntas, tocándose. Su mano me sujetó la barbilla y me la levantó un poco para que lo mirara.
―Perdóname, por favor. He sido un gilipollas y solo he hecho que decir cosas que realmente no pensaba.
―Solo quería defenderos a Jane y a ti...
―Lo sé. Joder, lo sé.
Su dedo pulgar acarició la comisura de mi labio con suavidad y se inclinó hacia ella para depositar un pequeño beso allí. Él y sus significados de los besos me tenían bastante desconcertada, fuera de juego.
Y tan desconcertada, que cuando sus labios y los míos se juntaron, me costó reaccionar, incluso siendo algo que llevaba rato deseando hacer.
Deslicé mi mano hacia su mejilla y acogí sus labios con mimo y tiento. Los besé con la misma devoción que los suyos a los míos. Ese escalofrío tan familiar me recorrió la espalda y respiré hondo cuando la lengua de Sterling rozó mi labio inferior, autoinvitándose a entrar. La acaricié con la mía, con suavidad, y sus manos me agarraron con fuerza la cintura. Gemí en su boca cuando me levantó y me colocó en su regazo.
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Fuera de juego ©
RomanceSterling Abbey está en guerra con la prensa; está cansado de que su vida privada sea más relevante que su carrera futbolística. ¡Es el mejor portero de Europa! Y aún así, cada semana es portada en todos los medios digitales por ser visto con alguna...