Prólogo · Reputación

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Si algo necesitan los futbolistas, aparte de las obvias habilidades para jugar al fútbol, es una buena reputación. La prensa puede llegar a joderte mucho, la afición puede ser muy cabrona y los directivos pueden cabrearse. Y nadie quiere tener a toda esa gente en tu contra o con la intención de hundirte.

Por ello, hay que hacer todo lo posible para pasar desapercibido ante la prensa amarillista, pero permanecer en los titulares gracias a tu juego, para así tener a la afición y a la directiva contentos.

¿El problema? No era fácil pasar desapercibido y actuar como una persona normal y corriente, porque siempre había alguien con un móvil dispuesto a grabarte o sacarte fotos en tus situaciones más comprometidas. Y en las no tan comprometidas.

Últimamente, la prensa inglesa tenía fijación por dos futbolistas en especial: Sterling Abbey y Dominick Neuer; el portero y el capitán del gran Manchester City. El primero, por tener una vida sexual activa; el segundo, por rumores de ser un maleducado con la gente de su alrededor. Eso les estaba pasando factura en el club, porque nadie quería permanecer más de un mes en las portadas de las revistas de chismorreo.

Lo de Dominick tenía fácil arreglo, porque lo que se había escampado era un rumor falso. Pero lo de Sterling... Era más complicado. Salir en la prensa con una chica diferente cada semana, mostrando el dedo corazón a las cámaras, y otras cosas que enfadaban a la gente. Por supuesto, el club no estaba contento con la imagen pública que estaba proyectando, porque en cierta forma repercutía en ellos.

―No somos tus padres como para decirte qué debes hacer, así que arréglalo. Solo eso ―le dijo Carlton, el jefe de prensa del club, con el que Sterling llegaba a tener una amistad―. No quieras llegar a los despachos, Sterling. No quieras que sean ellos los que te adviertan directamente.

―¿Qué hago, tío? ¿Dejo de vivir? Lo único que quiero es estar tranquilo, echar un polvo cuando me dé la gana y poder conocer a la gente que quiera.

―Pero en tu casa, no en discotecas u otros lugares públicos. Que pareces nuevo.

―¡Y lo soy! He estado en una relación desde que empecé a jugar aquí siendo un crío. Más de nueve años con pareja y ahora que me he librado de ella, no puedo hacer lo que me apetezca. Venga ya.

―Así ha sido la vida de tus compañeros solteros, incluso algunos con pareja, hasta ahora. No vas a cambiar nada. Lo malo de esto es que ya estás en el punto de mira y, aunque ahora empieces a hacer estas cosas en tu casa, seguirán encima de ti.

―¿Entonces?

―Tocará ahuyentarlos.

―¿Cómo?

―Échate novia para que se aburran de la monotonía.

―Ni de broma vuelvo a tener una relación ―espetó Sterling incrédulo―. Te estoy diciendo que lo que quiero es vivir la vida a mi antojo, no atarme de nuevo.

―¿Tienes amigas?

―Muchísimas.

―Con las que no te hayas acostado.

―Mi prima Lucille.

―Eso no me sirve ―bufó Carlton―. ¿En serio no tienes a ninguna chica de confianza?

―Mi hija.

―No, joder.

―¿Para qué necesito a alguien de confianza?

―Para que finja ser tu pareja. 

Fuera de juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora