ESA NOCHE

Descubriendo mi silencio.

CLARA.

Me encuentro junto a Thomas quien me pregunta una y otra vez quién es el chico que entraba por las noches a la casa.

Obviamente no le diré quien es Tans, si le digo luego descubriría absolutamente todo. Ya que Tans me había dicho que Thomas lo reconocería con tan solo escuchar ese nombre tan extraño. Y seguramente sabría que me estaría diciendo todo ¿No? En realidad aún no me ah dicho nada que yo entienda. O al menos que tuvieran sentido.

Solo recordar aquella noche que se coló por la ventana para entrar y decirme cosas que claramente para mí, no tenía mucho sentido. O al menos hasta ahora.

–¿Qué haces aquí a estas horas? –Había preguntado curiosa, sentándome sobre mi cama.

–No te asustes, no te haré nada malo niña que no recuerda nada.

–¿Qué? –Solté confundida ante lo dicho–¿De qué estás hablando?

–Que no recuerdas nada.

–¿Qué no recuerdo nada cómo qué? ¿Qué no recuerdo?

–Muchas cosas. –Mencionó mientras caminaba por mi dormitorio mirando cada lugar e rincón que se encontraba.

–¿Cómo qué?

–Quien te dió la cadena... Y otras cosas que me prohibieron decir te.

–¿Porqué?

–Eres muy preguntona.

Me había quedado pensando unos minutos en eso, y es cierto, no sé quién me había dado aquella cadena que aún conservaba con cariño. Solo venían algunos recuerdos que solo hacían todo más confuso.

–¿Tu... Tú sabes quién me la obsequió?

–Si.

–Puedo saber... ¿Quién?

–Mi... –Se había girado rápidamente hacia mi– aún no puedo revelar eso.

–¿Porqué?

–Simplemente no puedo. Eso sí que no puedo. –me mira fijamente– a menos de que hagas algo por mi.

–Haré cualquier cosa.

–¿Cualquier cosa? –Pregunto levantando las cejas.

Trago fuerte y lo observe.

–Si, cualquier cosa.

–Necesito que no le digas a absolutamente nadie sobre que vengo a hablar contigo todas las noches. –Se había quedando en silencio unos segundos– y deja la ventana abierta porque se me hace difícil entrar.

–De acuerdo. ¿Eso es todo?

–Si. –Sus pasos se habían detenido frente a la ventana admirando la luna– la luna es linda... Igual que tú.

–Gracias... Supongo. –Dije desconcertada por el cambio tan dramático del tema.

–Lo único que diré es que tengas mucho cuidado, clara.

–¿De quién?

–De todos. No confíes en nadie. En absolutamente nadie.

–¿Sabes qué eso te implica? ¿Verdad?

–Amaris, hija de la luna. Si.

–¿Quién es amarís?

–Una pequeña niña la cual se la pasaba en bosques lejos de casa.