ESA NOCHE

No amigas, clara.

CLARA.

Thomas.

Encorvado con su brazo sobre el respaldar del mueble.

Enojado.

Mirándome.

Su mandíbula tensa.

Gotas de agua resbalando por su oscuro cabello.

Su camisa blanca dejando ver su pecho que sube y baja aceleradamente.

Sus manos manchadas de algo rojo.

Eso era todo lo que puedo apreciar, mientras alertas se encienden en mi cabeza diciendo que corro peligro y que saliera rápidamente de ese lugar antes de que algo malo pasara.

Todo pasó como en cámara lenta. Thomas concentrado en observar me y yo a él. Un plato viniendo hacia nosotras y estrellándose en la cara de Mayra cuando se estaba levantando del mueble y el fuerte impacto provocando que ella cayera en el suelo donde hay cristales y dándose un golpe fuerte. 

—¡Mayra! —Grité al ver gotas de sangre en su cara.

Quito a Thomas dándole un empujón haciendo que él se quejara. Me hinco junto a mayra,  mientras personas corren por nuestro lado.

—Mayra, may, ¡hey! ¿Estás bien? —Estaba tan nerviosa que ni siquiera noté lo estúpida que era la pregunta que acababa de hacerle.

—¿En serio le preguntas eso? —La voz de Thomas se escucha a lo lejos.

—¡Cállate y ayúdame! —Le pedí.

Se empezó a acercar y en el momento en que un hombre se interpuso en su camino, Thomas tan siquiera lo topó y ya el hombre hacia tirado del otro lado de las mesas. El hombre lo miró como si estuviera viendo algún animal que jamás había visto en su vida. Thomas le da una sonrisa de boca cerrada para luego seguir viniendo hacia nosotras.

Mayra lo ha visto. Espero y luego no se acuerde de aquello porque entonces no tendré con quién escaparme si algo termina mal. Pero en el momento en que le iba a decir a Thomas que, que demonios había hecho delante de ella, él me interrumpió con su estúpido sarcasmo.

—Ella lo vio, eso sign...

—Pues ni modo, no es ciega, clara —Interrumpió de nuevo rodando los ojos.

—¡Thomas! 

—Hay bueno ya. —dirige su mirada a mayra quien se encuentra con el ceño fruncido a pesar de la sangre que gotea de el. Él se a bajo para estar más cerca y que mayra lo escuchara— ¿Ves eso qué viste? En realidad no fue real, linda, lo que pasa es que el golpe hizo que alucines, como una drogadicta, que seguro eres.

—¡Thomas por dios! —Solté y él me miró con mala cara.

—Bueno, es lo que hay. ¿Tienes algo más creíble?

—Pues...

—Mierda... —susurró— se me olvidó que ni siquiera piensas.

—Cállate y saquemos la de aquí.

—¿A su casa?

—No, llevemos la a un hospital.

Él Suspiró mirándome y cuando le mire mal, fijó su mirada en mayra, como si estuviera pasando algo de lo que debía de arrepentirse.

—Que desgracia la tuya tan grande como para haber conocido a clara.—giraba lentamente su cabeza hacia los lados.

—¡Thomas!

—¡¿Qué?!

—¡Vámonos!

Thomas la carga y salimos como podemos de aquel lugar mientras, personas aún discuten entre sí. Los de el lugar intentan apaciguar las cosas.