La pelea.

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Abro mis ojos espantada por una pesadilla que tuve donde miles de personas atacaban mi casa.

Me pongo una mano en el pecho sintiendo como mi corazón late desenfrenado.

Observo que estoy en mi habitación. Recuerdo la silueta negra de la fiesta y rápidamente me pongo de pie para bajar las escaleras corriendo como una loca mencionando el nombre de Thomas...

—Mira que bonito, ni bien despiertas y ya es pensando en mi, me halagas.

Lo escucho decir mientras me introduzco en la cocina donde él se cuentra de espaldas a mi sin camisa, solo unos pantalones holgados por debajo de su cintura. Su cabello vuelvo un desastre como de costumbre. Descalzo haciendo el desayuno supongo.

Me adentro más sentando me sobre la isla para llenarlo de preguntas como siempre.

—Ja, ja, muy gracioso. —Contesto sin gracia.

—No hace falta que me acuerdes lo empático que soy —Su cabeza se gira en dirección a mi y me da una sonrisa para luego sacarme el dedo medio— lárgate, antes de que use este cuchillo de otra manera.

—Oh, mira como tiemblo.

—Algún día te dejare temblando, y no por falta de sangre.

—Si, si como sea.... —me quedó procesando lo que dijo para luego hablar— espera... ¿Qué?

—Lo que escuchaste.

Lo veo deslizarse por toda la cocina buscando ingredientes para al final seguro hacer unos horribles panqueques.

—¿A qué se debe tu desgracia de visita?

—Quiero hacerte preguntas.

—Eso siempre, se más específica.

—Sobre lo de anoche.

Lo veo darse la vuelta rápidamente para observar me con los ojos bien abiertos.

—¿Qué pasó a noche?—me pregunta.

—Justo eso me preguntó. No recuerdo nada de nuevo, como aquella vez que estaba en mi cama y no recordé porque peleaste con charli.

Thomas me da la espalda nuevamente mientras veo como corta un guineo con una agilidad increíble. Yo me hubiera cortado el dedo.

—Tomaste Demasiado seguro, si, es eso.

—Tu viste la sombra ¿Verdad? —me bajo de la isla para ahora solo apoyarme en ella.

—¿De qué estás hablando? —Este se coloca a mi lado poniendo un plato de frutas sobre la isla mientras puedo ver sus cejas fruncidas en confusión.

—La silueta Thomas, la que vimos en la entrada de la puerta. —Le trato de explicar desesperada.

—No se de que me estás hablando.

—¿Vas a seguir haciéndote el tonto cómo siempre?

—¿Me estás llamando tonto? —Se gira hacia mi con un cuchillo en la mano y me alejo. Al ver como me alejo él muestra una leve sonrisa.

—¿Qué no es obvio?—Ruedo los ojos.

—Mira, para que te calles y me dejes desayunar en paz, te corte frutas.

Las observo y mientras agarro un trozo de manzana lo miro.

_Eso no hará qué cierre mi boca. Lo sabes ¿No?

—Lo intentaría con otra cosa, pero ya sabes. —Cuando abro la boca para hablar este me interrumpe—La pregunta es ¿Quién no lo sabe?

—Ya, entonces...

ESA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora