ESA NOCHE

Volvió.

CLARA.

Luego de la comida, yo me encontraba en la sala sentada, totalmente sola. Hasta que Brea tomo asiento en el otro sofá y Thomas al lado mio.

Ya Pavel le había contado el plan a Thomas, quien le dijo a todos menos a mi. ¿Porqué? No tengo ni la remota idea de porque.

O ya sé porque, pues porque siempre me ocultan todo.

Ya llevo unas horas intentado que me diga cómo podremos ayudarla, pero no quería hablar, solo hacia como que yo no existo.

–Thomas...

–¿Si amor?

–Dime...

–Me –Respondió, dejando salir su sonrisa burlona– deja de molestar, clara. No te diré y lo sabes.

–Necesito saber cómo ayudaremos a Nataly.

–¿Ayudaremos? –Me mira como si yo hubiera dicho algo imposible.

Rápidamente capto lo que quiere decir con eso. Me pongo de pie de un momento a otro, enojada.

–Oh no, no me dejaras fuera de todo como siempre –Le digo furiosa– te recuerdo que igual es mi hermana y la tengo que ayudar.

–Ya dije que no. –Su mirada viaja hasta Carlos a quien le da una mirada nada amigable. Al parecer le estresa el sonido que hace Carlos al masticar– ¿Podrías masticar normalmente?

–Oye, oye, oye... Con quien estás discutiendo es con clara, a mi déjeme tragar en paz. –Dice poniéndose de pie y yendo a la cocina.

Thomas rueda los ojos y me mira y  cuando abro la boca para tratar de pronunciar algo, él los vuelve a rodar.

–¡Thomas!

–Uy, ¿Así gritas? –Sube una ceja.

–Quiero ayudar. –Le suplico– por favor, por favooooooor...

–Yo nunca dije que no ayudarías.

–¿En qué podré ayudar, entonces? –solté emocionada porque por fin podría ayudar en algo.

Thomas se pone de pie y me mira sonriendo.

–Quedando te aquí dentro sin joderme la paciencia mientras estamos arriba. –Lo miro mal y el sigue– no estarás sola, Carlos te acompañará.

Carlos venía con su jugo en mano y su boca repleta de golosinas, dijo algo como "¿qué yo qué?" Para luego seguir mirándonos raramente.

–No dejes que clara suba –Carlos asiente, mostrando la lengua–. Y  eso.... es asqueroso.

–Pero sabe rico. –Carlos toma asiento. – ¿Quieres? –Me pregunta.

Yo niego con la cabeza para dirigir mi mirada hacia Thomas quien mete sus manos en los bolsillos delanteros.

Carlos interrumpe lo que yo iba a decir:

–Ah, pero si hubiera Sido Thomas quien te lo ofrece, hay vas como perro que no come desde hace dos segundos.

–¡Carlos! –Chille, y el solo se encoge de hombros.

–¿Qué? Es la verdad.

–Claro que no.

–Claro que si.

–¡Que no!

–¡Que si!

–Que no

–Que no...

–Que si... Digo no, agg –Lo veo reírse– ¡Carlos!

–Ya la subimos a tu recamara, Thomas –Informa Charli, parado frente a las escaleras.