42. Thinking Out Loud

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He tenido una mañana ocupada. He usado todas mis habilidades de persuasión y las habilidades de Dahyun al extremo... pero puedo cantar victoria.

Antes de salir de mi departamento tenía miedo de que Sana se despertara, pero luego de ver el increíble charco de baba que había en mi almohada y que sus signos vitales apenas eran perceptibles, supuse que no se levantaría en muchas horas.

Y necesitaba muchas horas... así que por si acaso soborné al portero para que si veía a Sana salir, la retenga... como sea, pero al llegar me informa que no la vio.

Excelente.

Hasta ahora el plan marcha como debería y eso que aún no comienza realmente.

No me lleva nada tomar el elevador y llegar a mi puerta, entro a mi habitación y puedo jurar que está exactamente como la dejé.

Veo el reloj y aunque me gustaría que descansara unas horas más, no tenemos mucho tiempo.

– ¿Shiba? – la llamo desde la puerta, nada – Bien...

Me acerco y le acomodo el cabello, está hecha un desastre... aún así es linda. Tenía razón, estoy loca.

– Shiba... – la llamo con más paciencia y esta cierra los ojos con fuerza.

– Dios...

– Lo invoqué toda la noche, no va a venir.

La veo sentarse al momento que se agarra la cabeza con ambas manos.

– ¡Oh Dios! – se lamenta encogiéndose.

Miro la mesita de luz donde descansa un mensaje mío que preparé en caso de que se despertara antes de que llegara, la notita dice que me espere y está acompañada de un vaso de agua y dos pastillas.

– Toma – le digo pasándoselas – Bajará un poco la migraña.

– ¿Un poco? No, pásame un revolver, me volaré la cabeza – me pide y se refriega la frente.

– Anda, te necesito más o menos estable – le digo y me acepta las pastillas y el vaso con agua – ¿Quieres desayunar?

– Por Dios, no.

– Bien – no insisto en esto porque la vi vomitar toda la noche y sé que seguramente hará lo mismo con el desayuno – Te traje ropa, tu ropa, cámbiate.

– ¿Qué? ¿De dónde lo sacaste? – me pregunta y veo que sus ojos sufren la luz del día. Me levanto para cerrar un poco las cortinas.

– Fui a tu departamento.

– ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué hora es?

– Es tarde, y necesito que te vistas.

– ¿Por qué?

– Vamos a dar un paseo.

– ¿A dónde?

– ¿Puedes dejar de cuestionar por una vez todo lo que hago? – le pido con una sonrisa, pero no se mueve del lugar.

– Mi celular – me exige extendiendo su mano.

– ¿Por qué piensas que lo tengo yo? – pregunto con curiosidad y veo que está intentando hacer memoria... lo cual es malo, no pensaba en tener que lidiar con una Sana recapitulando lo de anoche. Esperaba llegar y que me dijera todas las excusas estúpidas que ya se habría inventado.

– Por lo que más quieras del mundo, dime que no dormimos juntas.

– No dormimos juntas – contesto claramente, pero me inspecciona con curiosidad – De verdad. Voy a preparar unas cosas, te daré tiempo para que te vistas. Ya sabes donde está el baño si lo necesitas. Avísame cuando ya estés, pero por favor, no te demores. No tenemos mucho tiempo.

𝐋𝐄𝐓 𝐌𝐄 𝐆𝐎 ─── satzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora