Introducción (Capítulos 1-10)

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Bryn salía de la universidad, cuando de pronto se le acercó su amiga Carla.

—Oye Bryn, ¿te apetece salir esta noche de fiesta conmigo, Jenny y Noa?

—No sé si podré, sabes que mis padres son muy estrictos desde que Nico desapareció. Además, tenemos un examen dentro de poco y tenemos que estudiar, la carrera de medicina no es algo fácil.

—Venga mujer, no seas dramática, es solo una noche. Ya eres mayorcita para hacer lo que tú quieras, no tienes por qué seguir siendo la niñita de mamá y papá.

—Lo sé, pero ya perdieron a uno de sus hijos. Y ahora yo soy lo que más quieren proteger porque soy lo único que les queda.

—No voy a aceptar un no por respuesta, de vez en cuando hay que salir a divertirse. Creo que tus padres son un poco paranoicos. Ya sé que tu hermano desapareció ya hace dos años y aún no saben nada de él, pero no es razón para no dejar vivir a su otra hija, solo piénsalo. Y si cambias de opinión me llamas.

—Vale...

Bryn volvió a casa y se quedó pensando en las palabras de Carla.

¿Igual sus padres eran muy sobreprotectores? ¿Igual ella está desperdiciando su juventud por culpa de sus padres? Era evidente que tenía que hacer algo, no podía quedarse todo el día en casa estudiando.

Ella era una de las mejores en su clase, por lo que casi siempre sacaba sobresalientes. ¿Pero a qué precio?

Sacar buenas notas está bien, pero no merece la pena si dejas de vivir solo por ello.

Le mandó un mensaje a Carla diciéndole que sí que iría con ellas. Evidentemente no le diría nada a sus padres, porque sabía que no la dejarían salir.

Además, su padre era policía y su madre abogada, seguramente no se darían cuenta de la ausencia de su hija por una noche, ya que no vivían juntos.

Bryn había quedado con sus amigas a las 10 p.m.

Eran las 20:30 de la tarde, así que aún tenía tiempo para elegir su vestimenta. Pese a tener un armario enorme con un montón de ropa, no sabía qué ponerse.

Nunca había ido a una fiesta o incluso a una discoteca, así que se puso a mirar por todo su armario en busca de algún conjunto bonito.

Después de media hora buscando, decidió ponerse un top negro de manga corta con una falda rosa de cuadros negros y unas sandalias con un poco de plataforma.

Ella era una chica alta con su 1.70 de altura, pero aún así le gustaba ponerse plataforma.

Cuando acabó de vestirse se miró al espejo y le gustó bastante su imagen, esa ropa quedaba muy bien con su largo pelo rojo y sus ojos grises.

Ahora solo faltaba elegir qué bolso llevaría y qué pendientes ponerse.

Primero se decidió por unos pendientes de aro, pero como eran tan grandes, era fácil que se enredasen en su pelo. Al final optó por algo más pequeño, como los pendientes de cruz que le había regalado su abuela antes de morir.

Ahora solo faltaba elegir un bolso. Normalmente cuando una va de fiesta prefiere llevar un bolso pequeño, pero eso no iba con ella.

Agarró un bolso blanco de los que solía llevar cuando salía a la calle y metió su móvil, las llaves, y la cartera.

Después empezó a maquillarse, debido a que faltaba poco para las 10.

Cuando Bryn acabó de maquillarse eran las 22:05 de la noche. Así que bajó a su portal con rapidez porque allí estarían sus amigas.

Al bajar se encontró con Carla, Jenny y Noa.

—Ya pensé que te habías rajado —rio Carla.

—No, es solo que tardé más de la cuenta en maquillarme... —susurró la pelirroja algo avergonzada.

—Bueno, basta de cháchara, vámonos a la discoteca —dijo Jenny emocionada.

Y así las 4 chicas partieron hacia la discoteca.

En el camino, Bryn ya estaba pensando en todo lo que podría salir mal si iban allí. Después de todo, ella era casi tan paranoica como sus padres.

Al llegar a la discoteca, las 4 chicas fueron a la barra a pedir algo de beber. Todas pidieron algo con alcohol, excepto Bryn, que pidió un Aquarius de limón. Todas empezaron a reír al ver eso.

—¿En serio? ¿Un Aquarius de limón? —rio Jenny.

—Sí, no quiero emborracharme —murmuró la pelirroja avergonzada, cabizbaja.

Carla y Noa no paraban de reír. Mientras que una persona normal se pediría algo con alcohol, Bryn se pedía un Aquarius.

De repente todas quedaron calladas al ver a un chico que pasaba por allí, su belleza era deslumbrante.

Jenny y Noa no dudaron ni un momento y empezaron a perseguirlo.

—Bueno, la verdad el chico no está mal, ¿estarás bien si te dejamos sola un ratito? Quiero echarle un vistazo a ese pivón —dijo Carla sin apartar la mirada del chico.

—Sí, supongo... —susurró Bryn.

Carla no lo dudó ni un momento y fue junto a Jenny y Noa para perseguir a aquel chico, dejando a Bryn completamente sola.

Pensó en irse a casa, pero acababa de llegar, así que se puso a pasear por la discoteca y a mirar todo con asombro, porque era su primera vez allí.

Estuvo caminando como 10 minutos hasta que se cansó y se apoyó en la barra.

Sus amigas aún no volvían y ella empezó a sentirse incómoda, y no solo por la ausencia de sus 3 amigas, sino porque a su lado había un grupo de chicos mirándola y susurrando cosas. Estaban hablando de ella.

Bryn los miraba de reojo de vez en cuando mientras tomaba su Aquarius, hasta que por fin logró escuchar algo de su conversación.

—Venga tío, pídele el número —decía uno de ellos.

—Que no, que no, qué corte.

—Mira que sois gallinas, mirad y aprended como se conquista a una chica —declaró uno de los chicos mientras se acercaba a la pelirroja.

Ella al escuchar eso se quedó mirando al chico, que se iba acercando a ella poco a poco.

El chico llegó junto a ella y se situó a su lado, mirándola fijamente.

—Hola preciosa, he visto que estabas sola y creo que te vendría bien algo de compañía —pronunció mirándola fijamente.

En ese momento la chica sintió un asco tremendo. No podía estar sola sin que algún chico la molestase.

—Estoy muy bien sola, pero gracias por la oferta —contestó intentando ser amable.

—Una pena, podríamos haberlo pasado muy bien juntos...

En ese instante el chico empezó a jugar con un mechón de su cabello.

Bryn le metió una bofetada y se dirigió a la salida. A los pocos minutos ya estaba en el exterior.

Al salir le escribió a Carla, diciéndole que ya se iba a casa porque estaba cansada.

Cegada por el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora