Eres mío (+18)

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Narrador: Yuna


Estaba en uno de los sofás sentada, con Nico a mi lado.

La fiesta estaba en su máximo esplendor. Nunca hubiera imaginado que una fiesta que organicé solo para sacar a bailar a Nico tendría tanto éxito.

Ambos ya nos habíamos quitado las diademas. Estábamos cansados, pero aún hacíamos un último esfuerzo por seguir ahí, ya que esto no pasaba todos los días.

Me levanté, decidida a animar un poco el ambiente.

—¿A dónde vas?

—Iba a traer bebidas.

—¿Qué tipo de bebidas? —preguntó levantando una ceja.

—Con alcohol, ¿por qué?

Rápidamente me agarró de la muñeca y tiró de mí, haciendo que me sentase otra vez.

—No, de eso nada.

—¿Por qué?

—Ya me da miedo lo que puedas llegar a hacer estando normal. No imagino qué podrás hacer cuando bebas.

—Eres muy aburrido —me quejé mientras me apoyaba en su pecho.

—Yo lo veo más como evitar problemas.

—¿Estás diciendo que soy un problema?

—Admite que muchas veces, si no estoy yo para controlarte, eres un problema.

—Bueno, puede que a veces no lleve muy bien eso del autocontrol —me reí mientras lo abrazaba con fuerza.

Él cerró los ojos mientras me correspondía el abrazo.

Desvié la mirada hacia otro lugar, buscando algo interesante.

Vi a Ángela con la estúpida esa. Ambas estaban hablando, pero de vez en cuando, Ángela desviaba la mirada hacia nosotros, mirando a Nico.

No sé qué pretendía, sinceramente. Debería de pasar página. Ella no tiene posibilidades con él, ni la más mínima.

La verdad, siempre me dio aires de fresca. La típica que está con uno diferente cada noche. Y al menos así era hasta hace unos años.

Luego dejé de saber de ella. Parece que el único que siguió manteniendo el contacto con ella fue Brack.

Yo no me interesé en lo más mínimo. Tenía algo que me hacía desconfiar de ella, no sabía el qué, pero mi intuición nunca falla, al menos en la mayoría de los casos.

Cuando volvió a mirar hacia nosotros. Se me vino a la mente una idea muy tentadora. Sí, tenía que hacerlo.

Volví a mirar a Nico, que seguía con los ojos cerrados. Parece que estaba a punto de quedarse dormido.

Era ahora o nunca. Tenía que hacerlo antes de que se durmiera.

Puse mis manos en sus mejillas y le hablé a centímetros de sus labios.

—Mi amor, ¿estás despierto?

Él abrió los ojos con lentitud y me miró.

—Sí.

Me acerqué hasta que nuestros labios se tocaron y nos besamos.

Me encantaría ver la cara de Ángela en ese momento.

Pero esto no iba a quedar así, claro que no. Le demostraría que él es mío, y de nadie más.

Me separé un momento para ponerme encima de él y volví a acercarme con intenciones de volverlo a besar.

Cegada por el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora