"Porque te quiero"

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Narrador: Xiao


Cuando me fui del comedor un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sabía que mi padre estaría furioso.

Llegué a la tercera planta. Donde estaban la mayoría de habitaciones del personal y las de algunos sicarios.

Mi padre debería de estar aquí, en su habitación. Que yo sepa hoy no tenía nada que hacer.

Me acerqué a su puerta y respiré hondo. No sabía lo que me esperaría tras cruzar esa puerta.

La abrí con cuidado y asomé la cabeza. Ahí estaba él, sentado en la silla del escritorio con una cara de desagrado.

—Entra y cierra la puerta —me ordenó.

Justo en ese momento me arrepentí de haber ido con él. Su tono de voz era grave y amenazante.

Hice lo que me pidió. Entré, cerré la puerta y me quedé mirándolo, esperando a que soltase la bomba.

Se levantó del escritorio con la mirada fija en la mesa.

—¿Te parece bien lo que has hecho? ¿Qué imagen pretendes que tenga la gente de mí ahora sabiendo que mi hijo es gay? Ya era el hazmerreír de la gente cuando se enteraron de que te daba miedo matar gente y ahora me sales con esto.

—Papá, yo no soy gay. Todo ha sido un malentendido.

—¿Malentendido? —me miró de la manera más aterradora que he visto en mi vida.

—Sí... —tartamudeé.

Caminó hacia mí lentamente y me agarró de la camisa con fuerza, tirando de mí.

—¿De verdad eres mi hijo?

Solo pude mirarlo debido a los nervios. Estaba muy asustado.

Él soltó el agarre que tenía en mi camisa y me dio una bofetada tan fuerte que terminé en el suelo.

—¡Contéstame cuando te hablo!

Me toqué la mejilla, adolorido y suspiré.

—Claro que soy tu hijo. Y sé que no estás orgulloso de mí solo por ser diferente a ti. Sé que no me quieres. Pero esto es lo que hay, no puedo cambiar mi forma de ser —respondí cabizbaja y con la voz temblorosa.

—¿Cómo te voy a querer? Eres un inútil que se pasa todo el día en los mundos de yupi dibujando y coloreando. ¡Esto es una mafia! ¡Espabila! Tienes que aprender a defenderte.

Me levanté sin apartar la vista del suelo.

—Bueno, pues tal vez yo no quiero ser parte de la mafia, o incluso ser hijo tuyo.

Me fui corriendo de allí en dirección a la segunda planta. Exactamente a la cocina, con la esperanza de encontrar compañía, pero todos ya se habían ido.

Le pedí hielo envuelto en un papel a una de las cocineras para ponérmelo en la cara. Cuando me lo dieron lo posé en mi mejilla lentamente.

Ya no aguantaba más. Cada vez que hablaba con mi padre acabábamos así.

Creo que estaba empezando a perder la cabeza poco a poco. El solo pensar en que me pasaría el resto de mis días siendo maltratado por mi padre y escapando de él me ponía fatal.

Era como si estuviera en una cárcel de la que no había escapatoria. Como si Dios me estuviera castigando por algo.

Aún con el hielo en la cara, me fui caminando de la cocina.

Cuando estaba a punto de subir las escaleras me fijé en la sala de diseño de Liam.

La puerta estaba abierta y él estaba dentro dibujando algo.

Cegada por el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora