Observada

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Narrador: Bryn


Pasaron 3 semanas. Empecé a perder la paciencia. Por momentos hasta pensé que él no volvería, y por otros pensé que solo estaba ocupado.

Además, no tenía ninguna información que lo ayudase a encontrarme.

Intenté mantener la esperanza, aunque a veces me costaba.

Estos últimos días, Yared había intentado acercarse más a mí emocionalmente. Y cada vez que lo hacía yo solo pensaba en cierta persona.

Yared parecía entregado, como si esta vez quisiera hacer las cosas bien. Pero yo no sentía nada por él.

Hace unas semanas, quería devolverle todo el dolor que me causó, pero la verdad es que no puedo hacer eso. Yo no soy así.

No sabía cómo explicarle que yo no sentía y no iba a sentir nada por él. Aunque ya le había advertido de que me gustaba alguien. Pero él seguía empeñado en hacerme cambiar de opinión.

Se me hacía pesado pasar tiempo con él, así que trataba de evitarlo. Aunque no siempre lo conseguía.

Para esto, ninguna de mis amigas sabía que Yared estaba intentando arreglar lo nuestro.

Sentía que el día de hoy iba a ser muy pesado.

Eran las 4 de la tarde. Estaba sola en mi casa. Tenía esa sensación de vacío otra vez. Pero no me sentía triste, solo me sentía cansada de esta vida.

Quería abandonarla cuanto antes. No creo echar de menos a nadie. Son gente que me acompañó en ciertas etapas de mi vida, y que tocaba decirles adiós.

Necesitaba empezar de 0.

De pronto me llegó un mensaje, de un número desconocido.

«¿Puedes bajar a tu portal? Por favor.»

No sabía quién podría ser, bajar podría ser una buena o una mala idea.

Podría haberle preguntado quién era. Pero la verdad, me gusta el suspense.

Me arreglé rápidamente, cogí mi móvil y las llaves y bajé.

Cuando bajé, me encontré con Yared. No sé cómo había conseguido mi número. Aunque a decir verdad, me sorprende que no lo haya conseguido antes, con todo lo que está haciendo.

Yared se acercó a mí y me dio una rosa que traía con él.

—Una flor para otra flor —me sonrió.

¿En serio? ¿"Una flor para otra flor"?
Qué original...

Agarré la flor, incómoda.

Tenía que decirle de una vez por todas que esto tenía que terminar. Solo estaba perdiendo el tiempo.

—¿Quieres ir a dar un paseo? —me preguntó, mientras cogía mi mano.

No sabía cómo decirle que no. Yo no valgo para estas cosas.

—Si quieres... —murmuré.

Cegada por el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora