Narrador omnisciente.Thomas cerró la mochila y se colocó mejor la chaqueta. Entró a una de las habitaciones donde estaba la furgoneta, sin levantar la vista del suelo.
Newt negó con la cabeza y sonrió burlón. Apoyó su mano izquierda en una de las lámparas de la mesa. Se cruzó de piernas, y cuando vio que ya había entrado habló.
—¿Y tú a dónde crees que vas? —pronunció, Thomas paró de andar casi inmediatamente.
Él encendió la lámpara, y el pelinegro dejó caer la mochila en su mano, mirándolo incrédulo.
—Newt... —hizo un gesto con la mano, sin saber como explicárselo.
El nombrado se fue acercando a él, y dejó de jugar con la pequeña pelota de papel que había agarrado mientras hablaba con Sartén.
—No te pongas gilipollas, Thomas —se agachó un poco y agarró la mochila que este llevaba—. Voy contigo.
Caminó hacia la furgoneta con la mochila en la mano.
—No, Newt no. Esta vez no —negó rápidamente el pelinegro, caminando hacia el—. Es muy peligroso, no pienso pedirte que arriesges tu vida por mi.
—No hace falta que lo hagas, voy a ir, ¿de acuerdo? —metió la mochila en la furgoneta, y después se giró a mirarlo—. Además, si es peligroso te vendrá bien algo de ayuda, ¿no crees?.
Antes de que Thomas abriera la boca, Newt se acercó a la puerta del conductor. La abrió, dejando ver a Sartén con una gran sonrisa. Newt se cruzó de brazos y se apoyó en la furgoneta, sonrió y alzó una ceja contra el pelinegro.
Este se quedó tan sorprendido que no supo que decir. Miró hacia otro lado, negando con la cabeza, una pequeña sonrisa asomándose.
Sartén miró a Newt, aún manteniendo su sonrisa ahora de boca cerrada, marcando sus hoyuelos.
—Esto lo empezamos juntos. —Thomas lo miró de inmediato— Debemos acabarlo igual.
Thomas lo pensó por unos segundos. Miró a Sartén, quien había mantenido aquella sonrisa tan cálida y reconfortante. Volvió a mirar a Newt, quien sabía que ya lo había convencido.
—Está bien. Vamos. —contestó al fin, y Sartén esbozó aún más su sonrisa, mientras Newt sonreía triunfante.
—¿Pero lo habéis pensado bien? —Dylan saltó del asiento de atrás, poniendo una mano en el hombro de Sartén para que los demás lo vieran. A Thomas se le paró el corazón ante el gran susto que le había dado el castaño, mientras que Newt lo vio algo normal—. Es decir, vosotros nunca pensáis las cosas dos veces, directamente no las pensáis.
—¿Tú qué haces aquí, Dyl? —preguntó el pelinegro, frunciendo el ceño.
—Ser vuestra niñera —bromeó, y Newt giró su cabeza para mirarlo—. Yo también voy con vosotros, y no pienso discutir con ninguno.
Sartén rodó los ojos y sonrió divertido. Thomas negó de nuevo con la cabeza sin parar de sonreír, y Newt abrió la otra puerta.
Ambos subieron a la furgoneta y Sartén cerró su puerta para empezar a conducir. Newt miró por la ventana y suspiró levemente, sabiendo que se iba a ganar una buena bronca después por esto.
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Minho abrió los ojos con algo de dificultad. El ardiente sol se estrelló en ellos en menos de dos segundos, y tuvo que entrecerrarlos para poder ver algo solo por unos segundos.
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3. Una niña en la cuidad
DiversosThomas, Newt y los demás buscan la manera de rescatar a sus amigos de CRUEL. Pero claro, el camino no es plano, se van a encontrar baches, piedras, incluso de cranks y de más para llegar hasta lo que quieren. ¿Lo conseguirán? ¿Destruirán CRUEL? ¿Sal...