Capítulo 4

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1/3 Maratón.

Narrador omnisciente.

Brenda no tardó en despertarse y darse cuenta que faltaban tres chicos en aquella habitación. Los maldijo internamente y se levantó de donde estaba.

Se acercó como pudo a _______ y la movió por los hombros. Ella abrió perezosamente los ojos, y miró a la morena frunciendo el ceño.

—¿Qué pasa? —preguntó al ver la expresión en su rostro.

—¿Dónde está Newt? —preguntó ella, y la pelinegra miró por toda la habitación.

—Se quedó hablando con Thomas y Sartén, ¿por qué? —respondió, y Brenda rodó los ojos al ver que su amiga no había entendido lo que quería decir.

—¿Y dónde están? —señaló cada centímetro de aquella habitación.

—Se han ido, la furgoneta no está —Jorge entró en la habitación, agarrando tres armas.

La pelinegra abrió los ojos ante la sorpresa y se levantó de inmediato. Brenda se acercó a Jorge y agarró una de las armas.

—¿Cómo que se han ido? —preguntó, y Brenda tuvo que agarrarla del brazo para sacarla de aquella habitación antes de que despertase a todos.

—Thomas no iba a quedarse quieto, y Newt es su mejor amigo, lo conoce más que tú y que yo —contestó Brenda, y la pelinegra se cruzó de brazos.

—Voy a matarlo —masculló, y antes de que la morena le contestara, Connor salió de aquella habitación.

—Dylan no está —habló al ver las caras de los tres—. Os acompaño si estáis pensando en ir a por ellos.

Jorge se lo pensó. Después asintió y le lanzó el arma que él llevaba antes. El pelirrojo sonrió y se colocó el arma en su espalda.

—Vamos, antes de que alguien más se despierte —habló Brenda, agarró a su amiga del brazo y caminaron lejos de allí.

El moreno abrió una puerta que daba hacia fuera. Los cuatro salieron, y Jorge corrió hacia la furgoneta que estaba arreglando ese mismo día.

Abrió las puertas y dejó el arma que llevaba en uno de los asientos.

Los cuatro entraron a aquella furgoneta y Jorge intentó arrancar.

—¿Esto funciona? —Connor frunció el ceño, mirando que intentaba arrancar y no lo conseguía.

—Le cuesta un poco —rió Brenda desde el asiento de atrás.

—¡Ya está! —rió Jorge, poniendo marcha hacia donde se habían ido los cuatro chicos.

Sartén, Thomas, Newt y Dylan seguían aún en carretera, siguiendo aquel mapa que el pelinegro llevaba encima.

Newt y Dylan iban detrás, mientras que Thomas y Sartén iban delante.

—¿Creéis que se habrán dado cuenta de que no estamos? —preguntó el más pequeño, ahora mirando al rubio de su izquierda.

El moreno rió mientras seguía conduciendo. Thomas se giró a mirarlo, y tuvo que hacer algo con la cabeza para verlo bien, ya que estaba detrás de su asiento.

—No sabría que decirte —contestó él, y miró a Sartén, quien le dedicó una sonrisa divertida, para luego mirar hacia delante.

Newt se quedó callado, mirando por su ventana. Apoyó su codo en el lado de su puerta, mientras su barbilla era recargada por su mano.

El más pequeño suspiró, y miró hacia otro lado que no sea su ventana. Frunció el ceño al ver algo rojo cuando la manga de la chaqueta de Newt se bajó un poco.

3. Una niña en la cuidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora