Capítulo 6

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3/3 Maratón.

—Qué gracia. Pasamos cuatro años detrás de esos muros intentando escapar y ahora queremos volver a entrar —Sartén lo miró y después sonrió un poco.

—Si. Qué gracia. —contestó, y Newt le dió una rápida mirada.

—¿Jorge como entramos? —preguntó Thomas, mirando esos muros.

—A mi no me mires, hermano. Esos muros son nuevos —contestó de inmediato, y el pelinegro lo miró—. Será la solución que ha encontrado CRUEL.

Brenda miró a los demás, y después a su amiga. Pasó su brazo por los hombros de la chica, tirándola hacia el vehículo.

—Desde aquí no lo averiguaremos —habló, haciendo que Connor y Dylan las mirasen—. ¡Vamos!

Ella y la pelinegra entraron al vehículo. Jorge suspiró y también caminó hacia ellas, seguido de Connor y Dylan.

Thomas miró hacia los muros de nuevo, acercándose más. Newt suspiró y se acercó al chico, poniendo ambas manos en su cadera mientras caminaba hacia él.

—¿Por qué le has dicho que no? —preguntó el pelinegro, mientras el rubio llegaba a su lado.

—Porque es cierto. No quiero seguir mintiendo. —le contestó, y Thomas se sorprendió con su respuesta.

—¿No te arrepientes? —preguntó de nuevo, y Newt miró hacia donde estaba la Ciudad.

—No. —contestó— Si sé que estuvo mal, pero nadie es perfecto, ella no es perfecta. Todos cometemos cosas como estas, y no creo que se vaya a acabar el mundo por admitir que me gustó. —Thomas miró también hacia los muros.

Una pequeña risa desconcertó a Newt, haciendo que lo mirara confundido.

—Entonces, estás admitiendo muchas cosas —la voz de Thomas salió divertida.

Newt abrió la boca, comenzando a reír. Se tiró hacia atrás, mientras miraba hacia la furgoneta.

—Ya hablaremos. No creo que sea el mejor momento. —contestó, y Thomas asintió.

Ambos se quedaron en silencio. Hasta que Newt miró de nuevo hacia la Ciudad.

—No debí decirle todo eso, no quiero que sienta lo mismo que yo —habló él de nuevo después de unos segundos.

—Newt, ella se pasó. Lo sabes. No debería haber hablado así de ese tema, hasta Brenda quería decirle algo por como te estaba hablando. —contestó el pelinegro, dándole una rápida mirada.

El rubio no contestó, y los dos se volvieron a quedar en silencio.

—¿Crees que ella esté ahí dentro? ¿O él? —le preguntó Thomas, y Newt se lo pensó un poco antes de contestar.

—Pregúntaselo a la única que lo sabe —señaló a la pelinegra de la furgoneta, y Thomas la miró por unos segundos.

—Oculta algo, ¿no? —habló en un tono un poco bajo para que no lo escucharan, y Newt suspiró de nuevo.

—No lo creo. Lo sé. —confesó, mirando aún hacia la Ciudad— Y hasta que no nos diga la verdad, hay que ir con cuidado con lo que decimos.

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Teresa caminó a paso rápido, mientras llevaba a Katherine de la mano. La niña iba con el cabello suelto, pasándole la cadera, con un vestido azul oscuro y unos zapatos negros, con poca cuña en la suela.

En cambio la mayor iba con el cabello recogido en un moño. Llevaba un vestido holgado color vino y una chaqueta azul oscuro, con unos zapatos de poco tacón negros.

3. Una niña en la cuidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora