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MADELEINE
Ahora mismo estaba con Gwen y Robin en el partido de béisbol al que Finn nos había invitado aunque no entendía nada de béisbol.
Finn estaba de lanzador y Bruce Yamada de bateador. Finn lanzó la pelota.

-Strike 1! -gritamos la mayoría.

Le devolvieron la pelota a Finney y volvió a lanzar.

-Strike 2! Vamos Finney! -volvimos a gritar.

Vi como Finney se dio media vuelta para mirar algo, seguro que a Donna. Volvió a mirar para el frente y todos muy nerviosos esperamos a que Finn tirara.

-Si Bruce falla esta, el equipo de Finney gana, ya que solo hay 3 strikes... -dijo Gwen.

No dejé que acabara la frase porque la interrumpí -Ya lo sé, tampoco soy tan novata.

-Ahora vuelvo... -dijo Robin y se fue. No lo tomé en cuenta y solo asentí sin quitar la vista del partido.

Finney lanzó la pelota y Bruce consiguió darle.

-No!

-Que mala suerte, con lo bien que estaba jugando Finney... -dijo Gwen. Que envidia que se llevaran así de bien, pero envidia de la buena, yo no me llevaba mal con Robin pero Gwen y Finney son... Distintos.

La pelota se salió del campo. Fue victoria del equipo contrario.

Nos levantamos de la grada y esperamos a Finney, pero lo vimos hablando con Bruce. Bruce podría ser el popular y el chico por el que toda chica se derretía, pero eso no le quitaba lo buena gente que era, y eso que solo tuve la ocasión de hablarle una vez.

Mientras esperábamos a Finney, Gwen y yo estuvimos hablando. Robin y Finn llegaron casi a la vez.

-Vaya partido. Me he puesto nervioso por culpa de Donna -dijo Finn nervioso.

-Pobre chica que solo ha venido a ver el partido -dije.

-Ay Donna me gustas muak muak -dijo Gwen riéndose.

-Cállate eso no es verdad -dijo Finn rojísimo.

-Igual has jugado muy bien Finn -dije, Gwen y Robin asintieron.

-Lo siento chicos pero tenemos que irnos que ya está oscureciendo -dijo Robin tomándome del brazo.

-Robin todavía es de día -aparté el brazo.

-Vámonos Maddy.

-¿Por qué?

-Solo vámonos.

Nos despedimos de Gwen y de Finney y mientras caminábamos hacia la casa.

-No siempre voy a hacer lo que tú me digas Robin eres un mandón.

-Si supieras el por qué estoy seguro de que te callarías y me harías caso.

-¿Y cuál es el por qué?

-Porque ya van 2 niños desaparecidos, raptados por el raptor ¿sabes? Y no me gustaría que te secuestren.

Pues tenía razón -¿Dos?

-Sí.

-¿Quiénes?

-Griffin Stag, del que te conté la otra vez, y el otro no sé quién es.

-¿Cuál es su nombre?

-Tampoco lo sé. Por eso a partir de ahora vamos a salir a la calle lo menos posible, hasta que encuentren al raptor.

-¿Y cómo le voy a dar de comer a los perros de la calle?

-Madds, es por nuestro bien. No compares.

-Ya... -llevaba 1 día sin darle de comer a los animales de la calle y me sabía fatal. ¿Cuánto tiempo tendría que estar así?

Nada más llegar a casa me duché y puse mi alarma a las seis, mañana el repartidor no se me iba a escapar. Cené con mi madre y con mi hermano y me fui a dormir más temprano de lo normal porque sino mañana no habría quien me despertara tan temprano.

-Madeleine -mi madre me abrió la puerta en mitad de la noche.

-¿Hm? -dije sin abrir los ojos.

-Levántate mañana un poco más temprano para darle de comer a Luke ¿si? Tengo mucho trabajo.

-Si mamá si.

Y si, cuando sonó la alarma pensé seriamente en si quedarme durmiendo, aunque tuviera que darle de comer a Luke con que me levantara 10 minutos antes iba de sobra. Se me vino a la mente la vergüenza que pasé el día pasado con el repartidor y me quitó las ganas de bajar. Pero bajé, me intentaba auto convencer de que lo hacía por mi gato pero en parte no era solo por él.

Cogí el paquete con su comida y salí al jardín delantero a darle de comer. La verdad que tenía una cara de zombie así que antes me lavé la cara y mientras salía afuera me peinaba. El pijama no era algo que me importaba, ya que solía dormir con camisas anchas y largas y pantalones cortos. Le puse comida en el comedero a mi gato y empecé a acariciarlo.

-Esta vez no me meteré a casa hasta que pase el repartidor, hoy no se me escapa. No sé, quiero verle -le dije a Luke, seguro que parezco una tonta al decirle esto a un gato.

Aunque la barriga me rugía me quedé fuera, sentada, porque si entraba por cualquier motivo y después volvía a salir, el repartidor ya habrá pasado y no quiero volver a tener la misma mala suerte de ayer. Por fin, vi a un chico pasar en bicicleta. El corazón volvía a latirme con fuerza pero... ¿Por qué el chico ahora de repente era pelinegro? ¿Por qué no iba acompañado por un perro? ¿Qué estaba pasando?

El chico tiró un periódico a mi casa y durante un momento giró la cabeza y aunque desde la distancia no se le veía la cara estaba claro que no era el repartidor, lo sabía porque él desde lejos no se veía como aquel chico que ahora mismo pasaba enfrente de mi casa, y lo sabía porque no iba acompañado de un perro. ¿Por qué?
Me metí a casa y mientras me cambiaba de ropa empecé a pensar miles de cosas que le podrían haber pasado al repartidor, al repartidor que a mi me... Me gustaba más que el nuevo sí. Intenté auto convencerme de que se habría enfermado, o que se turnaban los días para repartir los periódicos y no estar cansados. Pero con lo negativa que soy, pensé que podría haber muerto, le podrían haber hecho algo... Me niego a que sea en lo que estoy pensando. Hablaré con Robin, quizás él me pueda ayudar.

𝐒𝐀𝐂𝐑𝐈𝐅𝐈𝐂𝐄; 𝗯𝗶𝗹𝗹𝘆 𝘀𝗵𝗼𝘄𝗮𝗹𝘁𝗲𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora