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MADELEINE
-¿Qué pasa? ¿Qué dije? -dijo Finney, inocentemente.

-¿No leíste los diarios? -preguntó Gwen.

Él negó con la cabeza y me miró- ¿Qué pasa?

No sabía cómo decirle a Finney que habían matado a su mejor amigo a apuñaladas. Y aunque supiera como decírselo, no podía, las palabras no me salían de lo destrozada que estaba.

-¿Sabías que Robin te quiere mucho? -sonreí, fue una sonrisa triste.

-Y yo a él.

Metí la mano en uno de mis bolsillos, hasta que conseguí lo que buscaba. Saqué su bandana y se la tendí a Finn. Antes de salir del coche, vi una de sus bandanas en el asiento así que lo cogí.
Él me miraba, petrificado.

-Agárrala -dije y obedeció.

Y sin decir ni una sola palabra, Finney me entendió a la perfección.

-Yo... Lo siento -se le humedecieron los ojos- No lo sabía. Ni siquiera pude despedirme...

-No es tu culpa -nos miramos los tres sin saber que decir.

-Quédatela tú -me la ofreció- Eres su hermana.

-Tiene otra en su habitación. Eres su mejor amigo.

Él solo susurró un "gracias" apenado.

-Y si no os importa, me tengo que ir...

-¿Adónde? -preguntó Gwen.

-A por Billy. No le quiero perder a él también -nos callamos- La idea del autocine es buena. Será bonito acordarse de él.

Nos despedimos con un abrazo corto, y me fui dispuesta a encontrar la casa con la que soñé, la supuesta casa de Billy. No me sonaba nada la casa, pero como el barrio es pequeño la encontraría. Además de que vi el número de su casa así que no tendría ninguna complicación.

Por el camino pensé en cómo era posible que justo cuando Billy desapareció, pude soñar con él. No eran sueños cualquiera porque me acuerdo perfectamente que vi la casa en la que él estuvo raptado.

Sabía que iba por buen camino porque me acordaba de la casa y del número que vi en mis sueños. Por el camino no pude evitar pensar en Robin, no me acordé de coger el collar que le regaló papá, ese que siempre llevaba, pero ya no iba a llorar porque además de no tener ganas, llorase o no, no lo iba a recuperar el collar.

Y finalmente llegué, la casa era la misma que había visto en mi sueño. Ya que estaba aquí no iba a rajarme, así que me acerqué a la puerta y llamé.

Me abrió una mujer jovencita, supuse que sería la madre.

-Hola, ¿está Billy? -pregunté amablemente.

-¿Quién eres? -no sé, ¿qué era yo de él?

-Una amiga del colegio.

-Es que, Billy no está bien como para ver a alguien.

-Es importante. Dígale que lo llama Madeleine, por favor.

La chica me miró indecisa y finalmente asintió. Esperé unos segundos en la puerta hasta que Billy salió por ella.

-Ahora vengo mamá. Nos sentaremos en el pasto un rato.

-Cuidaros -dijo y cerró la puerta tras ella.

Nos sentamos en el pasto y por fin estaba con él, por fin iba a poder hablar con él.

-Mi hermano me ha dicho que estuvo hablando contigo -rompí el silencio.

𝐒𝐀𝐂𝐑𝐈𝐅𝐈𝐂𝐄; 𝗯𝗶𝗹𝗹𝘆 𝘀𝗵𝗼𝘄𝗮𝗹𝘁𝗲𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora