Miedo

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Hola Zanahorios! Intentad olvidar el tema de los guiones pequeños, si os aparecen, por que ya no sé qué hacer para que se mantengan los largos T-T

Dicho esto, os dejo con la lectura. Espero que os guste!!!!

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POV ALESSANDRO


Como cada noche, subí a la habitación de Daniella. Era una tortura para mí marcharme luego y dejarla con aquella carita de confusión que siempre colocaba, pero debía hacerlo así. Hacía tiempo que me costaba mucho controlar mis impulsos, y ella no ayudaba precisamente a calmar mis ansias.

—Bonito pijama —Dije cuando me abrió la puerta del balcón con aquel pantalón inundado de conejos— . Hacía tiempo que no te lo veía puesto. Me gusta, es muy tú.

Eso era lo que necesitaba. Un toque dulce que me recordara que ella era aún una niña. Una niña con un pegado pijama de conejos que moldeaba a la perfección sus bonitas curvas. Una niña que me miraba con ojos brillantes y cargados de expectativas, mientras se humedecía los labios sin percatarse de lo sensual que me parecía. Una niña que...

No. Por mucho que lo intentase no era una niña lo que veía frente a mí, si no una mujer. Una preciosa mujer que me volvía loco.

—¿Te he dicho últimamente lo preciosa que eres? Porque, a veces siento que no te lo digo lo suficiente —Acaricié su mejilla, esta se tornó de un precioso color rosado. Era tan hermosa—. Te quiero, Daniella. —Dije con toda la sinceridad que albergaba en mi pecho.

—Y yo a ti.

La besé con cuidado y suavidad, tratando de mantener el mínimo contacto con esa boca que me hacía delirar. Hacía tanto tiempo que no la besaba de verdad... Ella soltó un pequeño suspiro y el torrente de emociones que me invadió, me sobrecogió por completo. ¡Siempre me pasaba lo mismo! Si me acercaba demasiado me perdía e sus labios gruesos, suaves, deliciosos. Su olor a fresa me nublaba la mente.

Ya estaba perdido.

"Un poco más"

Me acerqué a ella y la besé lentamente, pero con fuerza. ¡Extrañaba tanto sus besos! Sus manos subieron hasta mi nuca, provocándome unos agradables calambres que descendieron por mi columna. Me besaba con urgencia y pasión, y yo no podía hacer otra cosa que caer bajo su encantador embrujo. La sentía tan pequeña entre mis brazos, tan dulce, tan cálida y tan terriblemente entregada.

Tenía que parar. Tenía que controlarme. ¿Qué rayos pasaba conmigo? ¡Parecía un crío sufriendo sus incontrolables primeras "alegrías". Cada vez que la tenía cerca perdía en dominio de mi cuerpo. Me atrapaba por completo.

Abrí los ojos unos segundos y la observé. Tenía las mejillas completamente rojas, los labios humedecidos y sus ojos, esos preciosos ojos azules, brillaban con un deseo arrebatador.

"Un poco más"

Me perdí en su boca de nuevo. Quemaba, dolía, pero era delicioso. Un poco más, podía besarla y sentirla un poco más. Deslicé las manos por su estrecha espalda, por sus brazos, su cuello... Era tan delicada, tan hermosa.

Sus manos descendieron temerosas por mi espalada, para colarse bajo mi camiseta y empujarme al abismo.

Mierda. Ahí estaba. Esa deliciosa picazón en las manos, que imploraban por sentirla entera, el ritmo delirante de mi corazón, que me indicaba cuánto la amaba, y esa dura tensión, allí abajo, que me gritaba cuánto la deseaba.

"Sólo un poco más"

Su tacto me enloquecía. Era delicado, indeciso, pero su respiración se había acelerado y sus labios buscaban los míos con desespero. Deseaba más, igual que yo.

Mariposas eléctricas ©   (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora