Todos estaban felices, todos bromeaban y reían mientras Axel relataba cómo Alessandro se quedaba siempre a esperarme después de su clase, y cómo, día tras día, lo provocaba para ver si lograba ponerlo celoso. Todos se habían tomado bien la noticia, todos, menos mi padre, que guardaba un profundo silencio mientras miraba a la nada fijamente.
-¿Papá? -lo llamé temerosa. Mi voz alertó a los demás, que se giraron hacia él.
Mi padre enfocó al fin la vista y nos observó. Alessandro seguía con su brazo alrededor de mi cintura, y aunque, tal vez, eso fuera lo que lograba que nos mirase con cara de desconcierto, yo agradecía tener ese cálido punto de apoyo, porque sentía que me flaqueaban las piernas.
-¿Cómo que estáis juntos? -Susurró-. ¿Cómo de juntos?
-Por Dios, amigo, ¡no me digas que no lo habías notado!-rió Axel, pero paró enseguida al ver que Gina negaba con rostro serio-. Oh...de modo que no lo sabías, ¿eh?
-Pe- pero... -Mi padre luchaba por poner sus ideas en orden, mientras que la incertidumbre, el no saber qué era lo que le perturbaba tanto, estaba haciendo desastres con mi cuerpo, que temblaba sin control.
Alessandro me pegó más a él, tratando de calmarme. Busqué sus ojos y en ellos vi que estaba tranquilo, divertido incluso, y travieso... Disimuladamente, su dedo índice comenzó a realizar círculos pequeños sobre la desnuda piel de mi brazo, lanzando descargas eléctricas que viajaban desde ese punto a todo mi cuerpo. Si lo que pretendía era que dejase de preocuparme, lo había logrado; era tan cálido, tan fuerte, y olía tan bien que incluso en ese momento de dudas y miedo, una pequeña parte de mí fue capaz de procesar su cercanía y lograr un leve rubor en mis mejillas, al menos hasta que volví a escuchar la voz de mi padre.
-Pero... Entonces... esta mañana, y aquella noche... ¡Alessandro! -Gritó de pronto sobresaltándome.
-¿Qué pasa? -Quiso saber Gina. Alessandro negaba con la cabeza, divertido.
-¿Era mentira? -Preguntó mi padre enfadado como nunca lo había visto-. ¡Lo de las pesadillas era mentira! -se contestó a sí mismo llevándose la mano a la cabeza. Alessandro encogió los hombros riendo.
-Bueno, la última vez que nos viste sí, pero...
-¡Te has aprovechado de mi niña! -Alessandro dejó de reír.
-¿Qué?
-¿¡Qué!? -Todos me miraron de repente, esperando una explicación, pero me había quedado muda.
Podía ver a Nico, cubriendo su expresión de sorpresa con una mano, y con los ojos brillando por la risa. Parecía que fuese a soltar un ""¡Toma ya!" en cualquier momento, así que lo fulminé con la mirada para que no se le ocurriese hacerlo.
-¡No, tío, no! Sólo nos quedamos dormidos. ¡Es casi una niña, por Dios! ¿¡En qué estás pensando!?
"¿Una niña? ¿Cómo que una niña?"
De pronto tenía el pensamiento dividido. No supe en que momento nos habíamos separado, pero en ese instante agradecía no sentir el tacto de mi novio. ¡Mi padre estaba pensando que nos habíamos acostado! ¡Allí, en su propia casa! ¿Cómo se le ocurría? ¡Sólo llevábamos tres semanas juntos! ...Oficialmente al menos, pero, ¡era demasiado pronto!
Aun así, ¡yo no era ninguna niña! ¿Qué se creía ese tonto proyecto de pelirrojo! ¡Sólo era dos años menor que él! Claro que, en materia sexual, sabía tanto como una niña de trece años; sabía qué teníamos y para qué servía. Por supuesto, me faltaba la parte práctica, así que ahí terminaba mi información.
Miré ceñuda a Alessandro. Seguro que él sí conocía esa última parte.
-No entiendo, ¿qué sucede con las pesadillas de Alessandro? -escuché susurrar a mi madre cerca de la oreja de Axel mientras que mi padre discutía con el semipelirrojo.
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Mariposas eléctricas © (En edición)
Roman pour AdolescentsDaniella siempre ha vivido tranquila en la mentira. Él está furioso con la verdad. Daniella no sabe lo que es el amor. Él tiene el corazón destrozado. Daniella vive un nuevo sueño. Él duerme envuelto en pesadillas. Daniella ha comenzado a pensar mu...