Una de cal y otra de arena

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ϟ ..ઇઉ..ϟ

Aparté mi cara justo antes de que lograse alcanzar mis labios y me alejé hacia atrás, chocando con una de las mesas altas de la cafetería y llamando la atención de los, por suerte, pocos alumnos presentes.

—¿Qué rayos haces? —Pregunté con toda la rudeza que alvergaba mi alma.

—Iba a besarte, ¿no es obvio? —Contestó él, sonriendo burlón y manteniéndo su posición, aun demasiado cercana a mí—. ¿Te molesta que lo haga?

—¿El hecho de que me aparte de ti no es suficiente indicativo de que sí me molesta? —Respondí irritada—. ¿Por qué has hecho eso, Drew?

—Era un simple beso, Daniella —¿¡Un simple beso!? ¿Y si yo no lo quería? —. Simplemente me pareces guapa, ¿no te lo digo cada día? Me atraes y quería besarte. ¿Qué tiene de malo? —La tranquilidad de su voz me sacaba de mis casillas.

—¿¡Te planteas siquiera la opción de que no quiera que me beses!? —Grité indignada. 

Toda la gente en la cafetería nos estaba mirando, pero me daba igual. Él sonrió orgulloso.

¿Encima se reía de mí?

—¡Es sólo un beso! ¡No le des tanta importancia! Si no lo quieres hoy está bien, lo respeto. Y si tanto te ha molestado me disculpo, ¿de acuerdo? Lo siento —Levantó las manos en señal de paz y me miró con cara de perrito abandonado dando un paso atrás—. ¿Amigos? 

Me quedé mirándolo a los ojos, evaluando su sinceridad. Él junto las palmas de las manos suplicando e hizo un gracioso puchero con la boca. Me rendí y acepté. Él me sonrió satisfecho. Amigos; eso era lo que éramos, eso era lo que yo quería que siguiésemos siendo. Amigos. Nada más.

—Gracias por perdonarme; eso sí, te advierto —se señaló los labios—, que terminarás por quererlos. —Me guiñó un ojo y se fue.

¿Qué demonios había sido eso? Todos me miraban curiosos por lo que deseché mi idea de beber allí y, sin levantar la vista de mis Converse, salí corriendo de la cafetería.

"¿Cómo demonios se le ocurre al muy... ¡Idiota!?"

Yo sabía que su carácter era así, que se consideraba a sí mismo un mujeriego, que veía en cada chica una oportunidad para pasar un buen rato. Pero debía dejarle claro que yo no sería jamás una más en su lista de conquistas. La idea de que él me besara me resultaba incómoda y tan desagradable como probar uno de los postres quemados en clase. Sencillamente, él no me gustaba de esa forma.

Para él, un beso no era más que un beso, una forma de divertirse y de pasar el rato. Para mí, un beso sin amor no tenía sentido alguno, ¡lo había comprobado con Pablo! Un beso sin amor era insípido, no se sentía nada mágico.

Un beso con una persona a la que se quiere, o que te gusta, debe ser mágico, ¿no?

Yo no podía saberlo, nunca había sentido algo especial por nadie. No pasaba el tiempo suficiente en el mismo lugar como para desarrollar esa clase de sentimientos.

Estaba tan metida en mis pensamientos que no me había dado cuenta del frío que tenía, hasta que un fuerte golpe de aire impactó en mi espalda, mojada por culpa de mi pelo aún sin secar.

—¡Hey! ¡Nella! —Giré mi cabeza para ver como Filipp corría hasta darme alcance—. ¡Hace rato que te vengo llamando! ¿Qué te tenía tan pensativa? 

Me miró de arriba abajo y negó con la cabeza sonriendo de forma cálida y amable. Se sacó la chaqueta del uniforme y me la colocó sobre la cabeza.

Mariposas eléctricas ©   (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora