ϟ ..ઇઉ..ϟ
Seguí a Alessandro hasta la pequeña cafetería, decorada con flores colgantes y llena de porcelana por doquier. No entendía como no la había visto al pasar antes.
Me senté en una de las sillas de hierro de la terraza mientras él entraba a hablar con el camarero. Mi mente estaba distraída, pensando en la mejor forma de comunicarme con Luis tan pronto llegase al internado.
Alessandro no tardó mucho en aparecer delante de mí con un cubito de hielo envuelto con varias capas de papel. Un fuerte calambre viajó a lo largo de mi columna vertebral cuando vi que lo colocaba sobre mi frente; lo miré sorprendida y él me devolvió una mirada seria.
—Yo puedo hacerlo, gracias.
—¿Pasa algo? —Preguntó él, ignorándome mientras movía el hielo haciendo pequeños círculos sobre mi frente—. Estás más distraída que de costumbre.
—Bueno... Me acabo de golpear la cabeza contra un cristal... Y tú lo has visto...
Por no hablar de lo que había visto la otra noche.
¡Por todos los demonios! ¡Practicamente le había regalado mi trasero en bandeja!
Mi cara se volvió granate y él elevó una ceja, esbozando una diminuta sonrisa.
¿No estaría también él pensando en aquello, cierto?—De pleno —Afirmó divertido. Lo miré mal y su sonrisa se amplió—, pero, ¿qué tiene eso que ver?
—Pues que... ¡es muy vergonzoso!
Agaché la mirada.
Lo era. Mucho. Sin embargo, esa no era la razón por la que estaba pensativa; mi padre viajaría a Londres, ¡podía descubrir todo el pastel! Claro que Alessandro no podía saber que ese era el verdadero motivo de mi pesar.
Después de unos segundos en silencio, agarró con suavidad mi mentón y me alzó el rostro; mi corazón dio un pequeño brinco.
—Si agachas la cabeza no puedo ponerte hielo —Me ruboricé—. Prometo no reírme de lo que pasó, ¿va bene? De nada de lo que pasó. —Aclaró divertido.
Genial, él se estaba acordando de mi culo en pompa y yo no era capaz de contestarle. Estaba demasiado distraída por la forma en la que sus labios se movian con el seseo que su acento provocaba.
"De acuerdo, Daniella. Te atrae el acento italiano. No pasa nada. ¡No es la gran cosa!"
Alessandro me soltó y aun así pude sentir el calor y la caricia de su mano allí donde había estado. Continuó haciendo círculos sobre mi frente mientras yo me peleaba para volver a conectar mi cerebro.
—¿Seguro que estás bien? —Estaba tan cerca que podía escuchar el sonido tranquilo de su respiración.
—Estoy bien. De verdad —Él asintió. Había una duda rondando mi cabeza y tenía una buena oportunidad para preguntar—. Alessandro, ¿por qué le contaste todo aquello a Pablo?
—Sólo dije la verdad.
—Ya, ¡pero él estaba pensando mal de nosotros!
—Mal no; sólo estaba pensando cosas que no fueron —Puntualizó—, pero eso no es culpa de nadie más que de él y de su mente de niño.
—¿De niño? —Reí—. Pablo tiene diecisiete años, como nosotros.
—Como tú tal vez —Lo miré extrañada y él bajó la vista a mis ojos—. Yo tengo diecinueve.
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Mariposas eléctricas © (En edición)
Teen FictionDaniella siempre ha vivido tranquila en la mentira. Él está furioso con la verdad. Daniella no sabe lo que es el amor. Él tiene el corazón destrozado. Daniella vive un nuevo sueño. Él duerme envuelto en pesadillas. Daniella ha comenzado a pensar mu...