Cada vez faltaba menos tiempo para que llegasen los invitados. Cada vez faltaba menos tiempo para tener que decir al fin la verdad y dar una explicación. Cada vez faltaba menos tiempo para que Filipp llegara a casa, y yo estaba echa un flan.
No sabía cómo iba a tomarse la noticia... De hecho, ni siquiera sabía cómo decírsela. Había ensayado mil discursos diferentes y todos me parecían desastrosos, así que, finalmente, decidí que llegado el momento hablaría con el corazón y la verdad.
Esa tarde, les habíamos encargado a los hombres que terminasen las preparaciones para la cena mientras que Gina, mi madre y yo nos arreglábamos.
Jumpier, el estilista de Gina, había vuelto a teñir mis mechas rubias ya que el potente tono naranja que me habían puesto las gemelas amenazaba con mostrarse de nuevo. Después, me había hecho un tratamiento nutritivo para que el tinte no estropease tanto mi cabello y se viese sano, suave y brillante; me peinó con unas bonitas ondas bien controladas, y por último me maquilló con un delineado negro en los ojos, una sombra ahumada, mucha máscara de pestaña y unos fuertes labios rojos.
Salí del improvisado centro de belleza para que Gina y mi madre pudiesen hablar tranquilas y conocerse mejor; estaba segura de que se llevarían bien. Mi madre era más melodramática, y muy charlatana, pero tenía un carácter muy tranquilo; mientras que Gina, que era pura energía, también era muy dulce y sabía escuchar, de modo que se complementaban muy bien.
Subí a mi habitación para vestirme tan elegante como la ocasión requería; para ello, mi padre me había diseñado otro vestido. Este era de color rojo, de tirantes anchos y un ligero escote en pico que dejaba a la vista mi colgante; era ceñido hasta la cintura y luego se abría, terminando con una bonita falda acampanada que creaba unas bonitas ondas simulando los pétalos de una rosa. Era precioso.
Me coloqué unos zapatos de tacón negros y, con un largo suspiro, decidí bajar a la sala a esperar a Filipp, pero nada más abrir la puerta, los fuertes brazos de Alessandro me atraparon en un suave abrazo.
—¿Me estabas espiando? —Pregunté fingiéndome enfadada.
—¿No te he dicho ya que soy un caballero? —Contestó haciéndome reír. Se separó un par de pasos de mí y me miró de abajo a arriba con una traviesa sonrisa que me hizo sonrojar—. Estas muy guapa, Daniella.
—Gracias...—Cada vez que escuchaba mi nombre saliendo de sus labios mentía un placentero latigazo de corriente subiendo por mi espalda—. T-tú también.
Alessandro no podía estar más guapo; llevaba unos desenfadados pantalones negros y una ajustada camisa blanca, perfectamente planchada, y con el perfecto número de botones desabrochados para que se viese la piel morena de su pecho cuadrado y fuerte. Llevaba por primera vez su cadena plateada a la vista, y pendiendo de ella seguía mi pequeño colgante; verlo ahí me hizo sonrojar y sonreír. Le había pedido a Jumpier que le diese un corte a su cabello, que ya sobrepasaba sus hombros y el estilista se lo había dejado de nuevo por encima de ellos, aunque en ese instante lo llevaba recogido en una pequeña coleta baja, dándole un aspecto un poco más formal para esa noche.
Nos quedamos allí parados, mirándonos a los ojos y sonriéndonos. Parecía como si el tiempo a nuestro alrededor se hubiese detenido, sólo estábamos Alessandro y yo. Su mirada me hacía cosquillas por toda la piel, me hacía sonrojarme con más fuerza y aceleraba el ritmo de mi corazón.
La sonrisa del proyecto de pelirrojo creció al ver cómo me lamía los labios, que de pronto se habían quedado tan secos como el desierto. Se acercó a mí mordiendo levemente su labio inferior y mi cuerpo reaccionó como siempre enviando descargas eléctricas a cada rinconcito de mi piel. Él pasó de nuevo una mano por mi cintura y yo sentí que me derretía bajo su agarre. Se inclinó lentamente hacia mí, sin llegar a besarme. Todo mi cuerpo pedía a gritos acercarse al suyo, mis manos temblaban por acariciar su espalda, mis labios rogaban por sus labios...
ESTÁS LEYENDO
Mariposas eléctricas © (En edición)
Teen FictionDaniella siempre ha vivido tranquila en la mentira. Él está furioso con la verdad. Daniella no sabe lo que es el amor. Él tiene el corazón destrozado. Daniella vive un nuevo sueño. Él duerme envuelto en pesadillas. Daniella ha comenzado a pensar mu...