Madrid - Jake

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POV JAKE.

Ya habían pasado tres días desde que estaba en Madrid; tres días desde que estaba con Lucía, y tres días desde que Filipp tenía más cara de zombi que de humano.

Había sido muy emocionante para ambos tomar el avión con destino a la capital española y aparecer delante de la casa de las gemelas, claro que mi amigo no lo hacía por ellas, sino para encontrarse con Daniella.

Le había pedido a Lucía que me diese su dirección con la excusa de enviarle un regalo de navidad y cuando estuve frente a su jardín la llamé y le pedí que saliera de casa. Esperé con el corazón zumbando en mis odios y las manos temblando a que saliera por la puerta y cuando la vi sentí un fuerte y cálido estallido de energía atravesando mi pecho. Era mucho más guapa de lo que la cámara del ordenador me permitía apreciar. Una desproporcionada sonrisa se dibujó en mi rostro cuando vi que buscaba extrañada algún paquete que hubieran dejado en el porche de su casa.

—¡Lucía! —Su grito de alegría al verme me llenó de felicidad. Corrió hacia mí con una gran sonrisa y yo me lancé a por ella para fundimos en un gran abrazo.

—¡Jake! ¡Dios, estás aquí! ¡Estás aquí!

—Estoy aquí. —Afirmé sonriendo mientras le señalaba orgulloso a Filipp por donde me llegaba la cabeza de Lucía y él se reía levantándome el pulgar en señal de victoria.

Sólo le sacaba la altura de mi frente pero me sentí como todo un triunfador cuando aprecié esos pocos centímetros extra. ¡Me alegraba tanto de que saliese con unas botas planas y con los monstruosos tacones que había tenido la primera vez que nos vimos!

Su hermana y sus padres habían salido de casa al escucharla gritar pero poco me importaba que nos estuviesen observando, tenía algo importante que decirle.

—Lucía —Ella se separó un poco de mí y yo agarré sus delgadas manos. Me observó con sus preciosos ojos de color verde claro y a pesar del aire frío de finales de diciembre, sentí que me derretía—, me dijiste que no podía pedírtelo por teléfono, ni por Skype— La sonrisa de mi preciosa morena se amplió, bajó la mirada y se mordió el labio mientras asentía con la cabeza—; ahora estoy aquí, contigo —Ella asintió de nuevo y levantó los ojos hasta encontrarse con los míos; sus mejillas estaban teñidas de un adorable color rosa. Le sonreí y tomé aire para quitarme de encima ese gran matojo de nervios que sentía en el pecho—...¿Quieres salir conmigo?

—¡Claro! ¿A dónde vamos? —Le sonreí con malicia. Sólo ella podría bromear en un momento como este.

—Sabes que no hablo de eso. —Ella soltó una pequeña y traviesa risa.

—¿De qué hablas entonces? —Preguntó con fingida inocencia. Tomé aire de nuevo y lo solté lentamente.

—¿Quieres ser mi n..ia? —Pregunté a toda velocidad. Su padre me observaba desde la entrada con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos entrecerrados.

—¿Cómo? Jake, no te he entendido bien. —¡Ay, pequeña demonia! Quería ponérmelo difícil, pero yo también sabía jugar a eso. La agarré por la cintura y la pegué a mí haciendo que emitiera un pequeño grito de sorpresa, pero enseguida me sonrió con picardía. Dejé mis labios a escasos centímetros de los suyos y ella los miró con deseo. Llevábamos tres meses hablando, conociéndonos, enamorándonos; tres meses esperando este momento. No había necesidad de preguntas; yo conocía su respuesta.

—Lucía, sé mi novia. —Ella sonrió y suprimió el espacio que separaba nuestros labios para darme un minuto de pura gloria.

Sentimos una forzada tos cercana y nos separamos. Miré a Filipp con rabia por habernos interrumpido y él me señaló con la mirada a los padres y la hermana de mi novia, que aún nos seguían observando. Lucía me miró divertida y me señaló a su familia con la cabeza antes de comenzar a caminar hacia ellos. Me quedé allí, estático, mirando con pánico la altura de aquel hombre que iba a ser mi suegro. Tragué saliva ruidosamente antes de sentir una amistosa palmada del rubio en el hombro.

Mariposas eléctricas ©   (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora