|Cárcel|

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Ni siquiera tenía conciencia de qué día era ni la hora, llevaba miles de años encerrado en ese lugar y mi carcelero seguía siendo quien alguna vez consideré mi mejor amigo, mi cuerpo estaba saludable y fuerte, pero mi mente era otra cosa, las pesadillas y el constante hechizo que me lanzaban la había resquebrajado en miles de pedazos, no había forma de escapar, lo había intentado durante los primeros 100 años, pero siempre terminaba ahí, en ese maldito cuarto, dentro de esas mismas paredes, en este mismo infierno.

La puerta se abrió indicando que la hora de la tortura comenzaba una vez más, su mirada siempre delataba que le dolía hacerme eso, pero sabía que no tenía elección, no mientras todos estemos bajo su control, mientras manipula nuestras vidas como si de marionetas se trataran, divirtiéndose al mover los hilos.

Su cabello rubio cenizo caía en cascada sobre sus hombros, sus orbes castañas llenas de remordimiento, pero encadenada igual que yo, todos éramos prisioneros con cadenas mucho más pesadas que las de hierro, se posicionó delante mío y soltó las palabras que ya sabía de memoria.

Sub hoy carmine dormi, non amplius mentis tuae dominus es, sed tantum obtempera quod dominus tuus imperat (Duerme bajo este hechizo, no eres más el dueño de tu mente, sólo obedeces lo que tu señor ordena)

La rubia lanzó el hechizo. El pelinegro se elevó en el aire y sus ojos entrara en un trance donde sus iris se volvieron blancas, para al final bajar y caer debilitado una vez más, la chica corrió hasta él y lo tomó en brazos intentando hacerlo pararse.

— Puedes retirarte Yongsun — Las palabras salieron suaves, los pasos resonaron en la habitación acercándose hasta el pelinegro.

La rubia se había retirado como cada miércoles de la semana, después de que esa voz se lo ordenara, y los había vuelto a dejar ahí donde ni un sólo rayo de sol ingresaba.

— Cómo te sientes? — Acercó su mano, pero el pelinegro movió su cabeza antes de que esta llegara a tocarle un sólo cabello. — Bien, no tocaré tu cabello.

— Cuando me dejarán libre?

Al no escuchar respuesta elevó la mirada cruzándola con aquellas orbes que se había gastado de ver, estaba serio y a la vez cansado de responder la misma pregunta por 500 años.

— Sabes que no haremos eso — Esta vez logró colocar su mano sobre las hebras oscuras y acariciar aquel cabello — Menos cuando hoy él recordará todo.

Su corazón saltó en un latido, sentía un ápice de esperanza, él recordaría todo, tendría por fin un motivo mucho más fuerte para luchar, su serendipia, iban a lograrlo, estaba seguro de ello, además, creía que estaba solo contra el soldado negro, pero descubrió que tenía a personas que nunca habían descansado de buscarlo, ahora tenía algo que sujetar.

— No te ilusiones — Volteó la mirada rápida en dirección al rubio, como odiaba ese color en él, odiaba que intentara todo para copiarlo, desde su forma de hablar y caminar, hasta su color de cabello — Él ya le implantó el gusano — Una sonrisa de satisfacción se formó en su rostro — No podrás salvarlo.

Sus dedos se acercaron a la barbilla del alto acariciándola.

— De verdad crees que Jimin necesita que lo salven? — Las caricias se detuvieron — Él no es un débil, mi príncipe es alguien valiente y fuerte, sabe distinguir la verdad — Comenzó a acercarse al bajo — No necesita de un hombre para valerse y menos para demostrar sus capacidades, es la persona más hermosa e inteligente que he conocido en todos mis años de vida, él a diferencia de ti sí es alguien que vale la pena.

Se alejó poniéndose de pie y avanzando unos pasos hacia la mesa donde conservaba una foto de ambos, la habían tomado el día después de su matrimonio y la conservaba como una de las más especiales, la sonrisa radiante de Jimin era preciosa, ese día había sido maravilloso, Jimin siempre había sido maravilloso.

— Una lástima Jungkook que no puedas verlo nunca más — Apretó sus manos con fuerza al oír al rubio avanzar hacia él — Porque debes ser consciente que tu hermano gemelo hace un excelente papel siendo tú, por supuesto que es una versión mucho más macabra y autoritaria, pero al final de cuenta, todos creen que eres tú — Rió, soltando ese sonido que tanto odiaba — Junghyun se quedará con Jimin y tú conmigo, como siempre debió ser.

Se volteó furioso encarándolo, tenía una sonrisa en su rostro mostrando sus encillas y lo que alguna vez consideró en él como una de sus características más adorables ahora le parecían espantosas.

El ser humano es así, cuando descubres la verdadera personalidad de quién creías conocer, todo lo que alguna vez consideraste hermoso se transforma en fealdad, porque logras darte cuenta que si alguna vez hubo bondad en esa persona, todo había sido reemplazado por aquellos sentimientos oscuros.

— No te enojes amor mío — Se acercó quedando a la altura de su mejilla — Pronto podremos irnos lejos, una vez que Junghyun logre que Jimin vuelva a confiar en ti, bueno, en él, el hechizo hará que el gusano quede incrustado en su corazón para siempre — Depositó un beso en la mejilla del alto y se volteó yendo en dirección a la puerta.

La abrió, pero las palabras de Jungkook lo hicieron parar en seco.

— Me das lástima Yoongi — Lo miró y el rubio también tenía sus orbes clavadas en las suyas — Te dejaste llenar de odio y aniquilaste el alma pura que tenías, acabaste con las amistades que te valorábamos, encarcelaste a tus amigos y a quien según tú dices amar, sólo por esa confusión de sentimientos que tienes — Negó riendo y apretó su mano izquierda dentro de su pantalón sintiendo aquel objeto frío — Porque Yoongi, lo que tú y Junghyun sienten no es amor, es obsesión, y lamentablemente la obsesión nunca va a vencer al amor.

La puerta sonó en un golpe fuerte y nuevamente quedó encerrado en aquel lugar, pero esta vez una sonrisa curvaba su rostro, Yoongi había soltado más de lo que le hubiera gustado, Jungkook no era tonto, si lo que Min le dijo era cierto, su hermano había tenido que traer a Jimin al castillo para poder insertarle el gusano, y si él estaba ahí, entonces tenía una sola oportunidad de escapar con éxito.

Tomó el objeto entre sus dedos, aquella llave brillaba con fuerza, sonrió al reconocerla.

— Gracias Namjoon, sabré usarlo — Guardó el collar en su bolsillo.

La rubia lo había dejado caer sin querer, pero por suerte había sido él y no Junghyun ni Yoongi quienes lo habían visto, de ese modo ahora tenía un plan y sabía sólo debía esperar a la noche, ese día saldría del castillo.

Mi cabeza daba vueltas, sentía como si estuviera despertando de un sueño largo, muy largo, reconocía el lugar, estaba en casa, observé y todo estaba tal y como lo había dejado.

Sabía que habían pasado 500 años, ahora recordaba todo, mi vida pasada, todos los momentos que viví y él, Jungkook, mi dulce pelinegro a quién siempre le brillaban los ojos cuando me miraba, mi pelinegro que era capaz de sacrificarse por mi.

— Jimin? — Volteé encontrándome con tu rostro.

— Kook? — Una lágrima se resbaló por mi mejilla, recordar el pasado dolía, dolía demasiado — De verdad eres tú? — No tenía idea de quienes estaban de mi lado ahora, de lo que iba a enfrentar,

— Por supuesto que sí — Las lágrimas caían desbordadas por mis mejillas — Cariño me recuerdas? — Corrió y terminé lanzándome sobre tus brazos.

— Por supuesto que te recuerdo mi amor.

— Cariño estás seguro? — Tus brazos rodearon mi cintura.

— No estoy seguro de nada Kook, sólo estoy seguro de una cosa — Era cierto, sólo estaba seguro de algo, y es que no iba a permitir que volvieran a engañarme — Que no quiero volver a perderte — Y si para eso debía fingir que creía tus falsedades, entonces podía hacerlo, si para salvar y encontrar a mi serendipia debía esta vez hacerte creer que te amaba — Que mi corazón me pide a gritos estar contigo — Estaba dispuesto a hacer eso y más, porque créeme Junghyun, nunca podrás ser Jungkook y jamás podrás lograr que mi corazón y alma te amen ni siquiera un poco, porque el único dueño de ambos es y siempre será, tú hermano gemelo, mi Jungkookie — Y que te amo.

Sentí tus brazos apretarme con más fuerza, podía sentir tu sonrisa de éxito tirando de tu comisura derecha, apreté mis brazos en tu torso, no rías mucho Junghyun, recuerda que el que ríe último ríe mejor y créeme, yo siempre río mejor.

Mine • kookmin • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora