Capítulo 2

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No.

Los truenos retumbaron entre las nubes oscuras como rocas que se deslizan por una montaña.

¿Qué había visto Luna en su mente? ¿Qué sabía ella?

¿Sabía ella que él sentía — que había estado pensando en ella — sus ojos y en la forma en que inclinaba la cabeza — en sus garras que podían proteger suavemente a su carroñero en un momento y destrozar una cabra al siguiente — la forma en que se enfrentó a él la primera vez que se encontraron... pero lo miró como si valiera la pena escuchar...

Ella debe saber que él pensaba en ella todo el tiempo.

Deja de pensar en ello. No lo pienses — no dejes que vea más —

—¡Pero ahora estás a salvo, te lo prometo! —dijo rápidamente, acercándose a él mientras él saltaba hacia atrás. —La roca que sostienes - es fuego celeste. Puede proteger tus pensamientos de mí. Mientras la sujetes o la lleves cerca de tus escamas, no puedo escuchar nada de lo que estás pensando—.

—Suena como otra mentira de Ala Nocturna —gruñó Invierno. ¿Qué has visto en mi cabeza? pensó ferozmente.

Luna se limpió las gotas de lluvia de los ojos y respiró profundamente. —Te lo prometo,Invierno. No puedo escuchar nada en tu mente en este momento. E incluso antes, era muy... confuso—.

Detrás de ella, Qibli soltó un bufido que sonó demasiado divertido.

—Así es como supe de Carámbana y Escarlata —dijo Luna. —Las escuché hablando en el sueño de Carámbana. Y escuché a Carámbana planeando matar a Nocturno en su camino a la biblioteca. Pero sólo puedo escuchar lo que los dragones están pensando en ese momento, no puedo llegar y hurgar en el cerebro de nadie ni nada parecido—.

Invierno encontró esta imagen nada tranquilizadora.

—Nos has escuchado desde el momento en que nos conociste —dijo.

—Engañándonos. Espiándonos—. Siseó una brizna de aliento helado, convirtiendo las gotas de lluvia a su alrededor en pequeños trozos de hielo que cayeron al suelo. —Debería haber esperado lo mismo de una Ala Nocturna—.

Pero no de esta Ala Nocturna. Él había pensado que Luna era diferente. Él había comenzado a pensar que ella podría ser la única Ala Nocturna en el mundo en la que podía confiar.

Y todo el tiempo había estado mintiendo y husmeando en sus pensamientos.

Él debería ser el dragón más tonto que jamás haya existido.

No debería haber bajado la guardia. Siempre me han enseñado que los Alas Nocturnas son conspiradores, apuñaladores por la espalda; conozco la historia de lo que nos hicieron. Esto es una prueba más de ello.

—Volver a la Montaña de Jade, todos vosotros —dijo Invierno. —Dejadme en paz—.

Se volvió hacia la jaula donde su carroñero seguía de pie, mirando lastimosamente a la lluvia. —¡Y tú, LÁRGATE DE AQUÍ! —rugió tan fuerte como pudo.

Bandido retrocedió con un grito de terror y salió corriendo de la jaula. La pequeña criatura tropezó y se desplomó sobre las hojas húmedas, se levantó y se adentró al galope en el oscuro bosque.

Invierno vio la mirada de Luna al ver a Bandido irse - simpática, compasiva, curiosa. Nadie más había estado tan interesado en los carroñeros como él.

Enroscó sus garras alrededor de la roca de fuego celeste. —Lo digo en serio. Iros. Voy al Reino Helado, y si me seguís moriréis—. Hizo una pausa por un momento. —No es que tenga ninguna objeción a vuestras muertes, para que quede claro. Simplemente no quiero escucharos a todos respirar y aletear y decir cosas estúpidas todo el camino—.

Alas de Fuego #7: El cambio de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora