Capítulo 5

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Invierno rugió con furia, luchando por defenderse, pero su atacante lo tenía expertamente inmovilizado.

—¡Para! ¡Suéltalo! —Luna gritó. Invierno no podía ver mucho, con su hocico presionado en el suelo, pero sintió el peso de los dragones empujando y agarrando en sus alas.

—¡Está de nuestro lado! —Kinkajú gritó. —O lo estaba antes de que lo atacaseis sin razón. ¡Ahora nunca le volveremos a gustar!—

—¡De todos modos, no iba a hacerlo! —Invierno bramó lo mejor que pudo, hirviendo de rabia y humillación. —¡Tampoco me gustabas antes! No me gusta ninguno de vosotros! Y voy a ASESINAR a este Ala Nocturna—.

—No sé, parece un poco asesino, Kinkajú —dijo la voz.

—Y hemos oído que hay una Ala Helada muy peligrosa suelta ahora mismo. Así que voy a seguir sentado sobre él hasta que reciba más instrucciones—.

—¡Te estoy instruyendo!" Kinkajú gritó. —¡Él no es el peligroso! ¡Es su hermana!—.

—Es cierto —dijo Qibli. —Este es honorable. No es un asesino a escondidas—.

—Oye, ouch —dijo el dragón encima de Invierno. —No hay nada malo con los asesinos. ¿Quién dijo que había algo deshonroso en los asesinos? Simplemente no se les permite matar a mi - mi reina. Es mi trabajo detenerlos y dejar caer algo de violencia sobre sus cabezas, pero no los juzgo, sheesh—.

—No está aquí para matar a Gloria —dijo Luna. —Si lo estuviera, se lo diría, y la desafiaría en combate abierto—.

¿Lo haría? se preguntó Invierno. Es cierto que no le haría daño a un Ala Lluviosa, pero si hubiera tenido la oportunidad de matar a la reina Ala Nocturna, ¿lo habría hecho de la manera honorable, o de cualquier manera posible?

¿Qué habría querido Madre que hiciera?

De cualquier manera posible, supuso. Así fue como Carámbana y Granizo habían sido fueron entrenados.

—¡MORTÍFERO! —otra nueva voz tronó, lo suficientemente fuerte como para hacer sonar las hojas de arriba. —¿Qué estás haciendo?—

—Salvándote, protegiendo el bosque, defendiendo nuestro nuevo hogar, sentado en un Ala Helado muy frío —dijo el Ala Nocturna desde su posición en la espalda de Invierno.

—Ya sabes, lo de siempre—.

Un murmullo recorrió el pueblo cuando se acercaron los pasos. Invierno trató de retorcerse para ver quién venía, pero Mortífero extendió la mano y volvió a clavarle la cabeza en el suelo. Un grotesco escarabajo de color marrón verdoso con cerca de cuatro mil patas se acercó corriendo y comenzó a arrastrarse curiosamente por la nariz de Invierno.

—Deja de detener a mis invitados —dijo la recién llegada, deteniéndose junto a Invierno.

—No es romántico ni heroico, es molesto. Ya te lo he dicho antes—.

—Lo sé —dijo Mortífero, sonando agraviado. —Pero mira, es un Ala Helada. Sol dijo específicamente que un Ala Helada trató de matar a todos los dragonets. Este es definitivamente un tipo de situación de "fijalos-antes-de-preguntar-preguntas"—.

—Muy bien, FUERA —dijo Gloria con firmeza. El peso encima de Invierno de repente se levantó como si hubiera arrastrado a Mortífero con sus propias garras. —Voy a reemplazarte como mi guardaespaldas si realmente no puedes distinguir entre un Ala Helada macho que viaja con mis amigos Kinkajú y Observadora de la Luna, y una Ala Helada femenina solitaria que quiere matarme. Presta un poco más de atención a los detalles, Mortífero. También, por cierto, eres uno de los que habla de matar a los dragonets de la profecía—.

Alas de Fuego #7: El cambio de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora