Capítulo 1- Juegos e indecisión.

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Aquella mañana al ver en la pantalla de mi ordenador una reciente fotografía de Andrew junto a su nueva familia, Leo, y aquella mujer y su hija, me llene de tristeza, de nostalgia por aquellos días en los que sus risas llenaban mis días, días cortos, tan cortos que parecían sueños.

—Pero debería estar felíz por ellos... Están mejor sin mi..  Lo están?— me preguntaba mientras las lágrimas rodaban por mi cuello hasta besar la piel de mi pecho.

—Sam? ¿Qué pasó? ¿Por qué estás llorando?— preguntó Klaus a quien debido a mi monólogo mental no escuché entrar. Se aproximó a mi preocupado y colocándose a mi altura me limpio las lágrimas con sus cálidos dedos. Un deseo enorme de abrazarlo con fuerza se apoderó de mi, mismo deseo que casi un año atrás me hizo tragarme mis propias palabras al caer en la cama con Klaus en una noche lluviosa de invierno, No recuerdo como pasó todo aquello, como de un par de copas y chistes malos pasamos a sexo descontrolado, de lo que me arrepentí inmediatamente y lo cual nunca quise volver a mencionar aunque él por su parte, no perdía oportunidad para hacerlo, lo que en secreto me alegraba.

Quité sus manos de mi rostro y sin decir palabra, me puse en pie y salí del despacho de manera grosera.

—Perdiste los modales en algún lado Samantha?— preguntó Klaus quien me acompañó en la mesa del desayuno.

—Vas a llorar? En fin...Hablé con Navarro para confirmar la cena de esta noche. No olvides que debemos salir a las cinco si queremos estar en la ciudad a tiempo— dije refiriéndome a una reunión pactada con un potencial nuevo socio en nuestros negocios en camino a la claridad.

—Lo recuerdo. Seré puntual. Aunque no me interesa mucho hacer negocios con el sujeto— comentó.

—Bien, entonces no vayas. Iré sola— respondí.

—Ehhh por qué tan borde conmigo hoy? Iré relájate hermosa Sam— dijo sonriendo, viéndose tan guapo como no podría ser de otra forma. Las empleadas nos sirvieron de comer y como siempre agendamos algunas cosas para la semana.

—Quieres algo más Klaus?— preguntó la chica con la que antes habia encontrado a Klaus teniendo sexo. Era una empleada de la casa que llevaba apenas unos meses con nosotros. Acarició el brazo de Klaus y herbi en rabia.

—No. Está bien gracias— respondió Klaus. Ella sonrió

—¿Y su hermana? Desea algo más señorita Samantha?— dijo refiriéndose a mi.

Hermana, a ese término llegamos para justificar el vivir juntos sin tener que decir que eramos pareja, cosa que no éramos, para todos en el pueblo Klaus y yo habíamos heredado todo de nuestra madre y que eramos medios hermanos, una mentira tan increíble tomando en cuenta que Klaus era un hombre europeo a grandes rasgos y yo llevaba mi herencia latina muy marcada hasta en los rizos de mis cabellos.

—No. Puedes retirarte—

Terminé mi desayuno en silencio. Klaus solía salir a pasear a caballo aprovechando el gran terreno de la propiedad mientras que yo me encargaba de los números pero por más que quisiera concentrar me no era capaz, había algo tomándome el cuello y sabía que debería quitarlo de mi camino. Llamé entonces a Martha, la ama de llaves y le pedí que trajera a mi presencia a la chica, Paula, era su nombre.

—Me quería ver señorita?— dijo al entrar al despacho.

—Si. Toma— dije pasando le un sobre blanco el cual ella tomó y abrió. En su interior estaba el dinero de su liquidación.

—No entiendo— dijo confundida.

—Estás despedida. Recoge tus cosas—

—¿Cómo que despedida? Yo que hice?—

Marcada: Atrapada con Klaus Schmidt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora