Al regresar a casa me dilate mas en el camino de regreso. Me detuve en dos tiendas y un supermercado donde no compré absolutamente nada. No necesitaba nada, solo deseaba alargar las horas para llegar al rancho quizás y solo quizás no tener que toparme con Klaus, no tener que ver sus enigmáticos ojos, pero él esperaba por mí, sentado en el sofá de la sala. Traté de ignorarlo y continuar mi camino hasta las escaleras pero él era Klaus Schmidt, evitar a alguien como él aún más compartiendo el mismo techo, negocios, no era una tarea sencilla.
—Fue muy buena la reunión que te tomó todo el dia— dijo aproximándose a mi. Sostenía una copa de vino, vestía pantalón de chándal gris y una t-shirt blanco básica. El cabello rubio alborotado como si lo hubiese lavado y secado con una toalla y dejado así al descuido, nada típico de su persona. Él no lo sabía pero ese Klaus me mataba, ese Klaus me movía el mundo mil veces más fuerte que el Klaus de traje y corbata.
—Si... Llegamos a un excelente acuerdo— respondí continuando mi camino.
—Sam— me llamó.
—¿Qué?— me giré.
—No me preguntarás que hice con su cuerpo?— preguntó colocando su copa en la mesa del recibidor. Entonces yo corrí hasta él, le tape la boca con la mano;
—Estas demente? Alguien te puede oír— dije susurrando algo nerviosa. Una sonrisa se dibujó en su boca bajo mi mano, la retiró y dijo;
—Nunca me escucharás susurrar bajo mi techo— besó entonces la palma de mi mano haciéndo me sentir un escalofrío tan intenso que me hizo menear un tanto los hombros, lo que para mi suerte él no notó. Se acercó a mi oído, aun sosteniendo mi mano contra su boca.
—Solo susurraré en tu oído...—
—Cre..Creí que te habías cansado de jugar, esas fueron tus palabras, incluso me estabas ignorando, qué cambió de repente Schmidt?— pregunté.
—Nada...ese es exactamente el problema, ignorarte no cambia nada—contestó aun susurrando.
Cerré los ojos ante la agradable sensación que su voz provocaba en mi. Sentí sus manos rodear mi cintura, sus labios suaves besar mi mejilla, estaba apunto de rendirme, de quitarle la ropa y hacer el amor con él en medio del piso, o en el sofá como la última vez y como la primera vez.
—Disculpen señores— dijo una voz masculina entonces abrí los ojos y di un paso automático lejos de Klaus. Era Gustavo.
—Qué quieres?— preguntó un notablemente molesto Klaus no sólo por el tono en que preguntó sino porque apretaba la mandíbula y cerraba un poco el ojo derecho, eso lo hacía cuando estaba furioso. Era leve, tanto que creía era la única que lo había podido notar.
—Es que... Me da mucha pena entrar así pero... Mi prima Paula está desaparecida y yo me preguntaba si...—
Paula, oír su nombre me llevó al instante en el cual la mano de Klaus segó su vida, la misma mano que sostenía la mía instantes atrás.
—Si yo hubiera sabido dónde podría estar? No tengo porque saberlo Gustavo. Ya la reportó a la Policía?— preguntó Klaus con el mayor cinismo.
—No aun no. Pero mañana lo haremos. Disculpen nuevamente por interrumpirlos— dijo. Gustavo me miró y yo aparté la vista, no era capaz de verle, yo no era como Klau. Subí las escaleras y me encerré en mi habitación, me senté contra la puerta y por la rendija vi una sombra detenerse justo al frente.
—Lo tengo todo cubierto. No te preocupes— dijo Klaus desde afuera.
—Él nos vio... Cuando me besaste la mejilla— dije aunque eso era lo menos importante.
—Y?—
—Y? Olvidas que somos supuestamente parientes?— pregunté.
—Porque a ti se te ocurrió eso. Tranquila que no fue nada, un beso inocente entré medios hermanos— se burló y yo reí sin buscarlo aunque no era gracioso.
—Eso es una risa? Me gusta verte reír... Y llorar— dijo y me golpeó lo turbio de la última frase aunque no era la primera vez que lo decía.
—Buenas Noches Klaus— dije para despedir le.
¿Por qué tenía que sentir todo eso por alguien como Klaus? Un asesino despiadado con un pasado que nadie se atrevía a mencionar, un gangster lleno de trucos y mil caras. ¿Qué me hacía tan especial para que él me mostrará la real? Me manipulaba, con ese par de ojos de mirada oscura, fría pero que cuando me veían me hacían arder. Esos labios, ¿cuántas mentiras los habrán llenado de tal dulzura? Klaus era malo para mi, Drake fue malo para mi, Leo... Leo fue todo lo que quise pero no lo merecía y ya no era mío, nunca lo sería otra vez.
De repente mi teléfono recibió un mensaje, era Mateo. "Te gustan las ferias?" preguntaba y mi respuesta sincera sería que no. Odiaba el bullicio de las ferias, niños gritando y gente vomitando, las filas, todo eso me desagrada, pero no fue esa mi respuesta entonces Mateo me invitó a ir con él al pueblo vecino a la feria y yo acepté.
Él era bueno, no lo conocía pero lo sabía. Sabía que debía alejarme de Klaus, concentrar me en limpiar mi nombre, volver a ver a mi príncipe, mi Andrew, limpiar los negocios de Drake y tener una vida alejada del pasado de una vez y por todas pero aún estaba atrapada y el desear salir no te hacía salir, solo sufrir, sufrir mucho.
A la mañana siguiente bajé temprano al despacho para hablar un rato con mi hijo antes de que se fuese a dormir, pero me encontré con Klaus quien estaba usando la computadora.
—Tengo que usarla— le dije.
—Estoy ocupado ahora Samantha— respondió con la vista puesta en el monitor.
—Hablaré con Drew— dije.
—Y a mi eso qué?— respondió y supe que no se movería. Suspire frustrada y me di la vuelta para buscar la laptop pero entonces Klaus me detuvo.
—Ya no aguantas ni una broma? Ven habla con tu hijo—
Le corté el rostro y este me respondió con una sonrisa. No me distraje más y llamé a Andrew. Estaba tan guapo, grande, lindo, lo extrañaba. Me contó sobre su día, él y Leo visitaron un museo y me envió una foto suya la cual prometí poner de fondo en mi celular.
—¿Cuándo terminas el trabajo mamá?— preguntó inocente.
—Pronto...— dije con la voz entrecortada. —Te compraré un montón de regalos— agregué.
—Es hora de dormir. Dile adiós a mamá— escuché a Leo decir aunque la cámara no lo captó.
—Adios mamá—
—Adiós Príncipe mío...— dije y una vez la llamada se cerró y la pantalla volvió al menú de inicio, rompí a llorar tan fuerte que alarme a Gustavo quien pasaba por allí. Abrió la puerta y preguntó que me sucedía.
—Nada...estoy bien— dije sin poder parar de llorar.
—¿Cómo que está bien? Vos...—
Gustavo se aproximó, se colocó en cuclillas frente a mi. Atrapó una de las lágrimas que corrían por mi barbilla.
—¿Una mujer tan hermosa como vos está llorando? Eso es un crimen— dijo y entonces me puse de pie, secando mis lágrimas.
—¿Quería algo? ¿Por qué está en la casa?— pregunté algo borde.
— Quería avisarle que he reportado a Paula como desaparecida—
—Y? Digo... Bien. Algo más?—
—No. Ah bueno si... Usted y su hermano son muy cercanos— comentó con una extraña mirada en los ojos.
—Si. Y?—
—No se criaron juntos verdad? Ustedes no se parecen— dijo.
—No te pases! Te estás desubicadando muchísimo Gustavo. No tengo porque responder a preguntas personales de un empleado Soy tu jefa, no lo olvides— dije firme.
—No lo olvido, solo lo comento señora— respondió sonriendo y entonces salió del despacho.
—Lo que me faltaba—
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Marcada: Atrapada con Klaus Schmidt.
Teen FictionDos años han pasado desde el exilio obligatorio. Sam lucha por limpiar su nombre y regresar a casa con Andrew pero al mismo tiempo sentimientos culposos de apoderan de su corazón al verse atrapada junto a el mafioso Alemán Klaus Schmidt. ⚠️ Lenguaj...