Capítulo 11- Tengo ganas de tí...ven pronto.

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Cómo puede una persona transformarse ante tus ojos con tan solo pronunciar unas palabras? ¿Cómo puede pasar de ser un rayo de sol a la completa oscuridad?

—Encontraron el cuerpo de Paula— dijo Klaus y sentí como si la persona que estaba a mi lado y la que había pasado toda la noche conmigo fueran diferentes.

—Si no haces las cosas tú mismo no se hacen bien— dijo con el mayor de los cinismos. Como si fuera de lo más normal y es que si lo era para él. Había olvidado las circunstancias en las que lo conocí, el miedo que infundía su nombre en los demás, en Drake quien se creía el más malo de todos y lo era, pero aun así le temía a Klaus Schmidt.

Me tomó de las caderas y me acercó a él pero me retiré dando un paso atrás.

—¿Qué pasa?— preguntó.

—Nada... Me duele la cabeza me voy a mi...—

—No te duele nada, bueno sí, quizás las piernas— dijo riendo
—¿Qué pasa Sam?— preguntó tomando mi mano.

—¿Has matado a muchas personas?— pregunté y él inclinó la cabeza.

—Porqué preguntas eso?—

—Responde la pregunta—

—No porque la respuesta no te va a gustar— dijo.

—Cincuenta? Cien?—

—Esos son muchos—

—No debiste matar a esa chica— dije soltando su mano y caminando al otro lado de la habitación.

—Ella lo merecía—

—Mercer? Ella merecía ir a la cárcel por lo que hizo, no morir Klaus— dije.

—Es lo que pasa cuando alguien me molesta Sam...—

—A mi también vas a matarme?—

—Qué dices...—

—Si ya no quiero estar contigo, si hago algo malo y te molesto, me vas a matar a mi también?— pregunté sintiendo como un nudo atrapaba mi garganta. Mientras Klaus se aproximaba a mi.

—Quédate donde estás— le dije. Una lágrima rodó por mi mejilla.

—Jamás te haría nada malo Sam—

—Cómo podría creer en eso?— pregunté. Klaus se acercó a mí, tomó mi rostro entre sus manos, besó mis mejillas húmedas y rozó su boca contra la mía.

—Eres la cosa más hermosa cuando lloras Sam...—
—Por Dios Klaus...—

—Samantha te juro que nunca te pondría un dedo encima sino es solo para llenarte de placer—

—Por favor Klaus no bromees—

—No bromeo. Te lo prometo por lo más preciado que tengo que jamás te haría daño—

—¿Y qué sería eso? ¿Qué sería lo más preciado para Klaus Schmidt? Tu caballo?—

—Tú— contestó y no pude evitar sonreír aunque borré aquella sonrisa de inmediato.

—Sólo me dices lo que quiero escuchar— dije y él me besó, me tomó entre sus brazos en un abrazo tan cálido y tuve miedo, miedo de acostumbrarme tanto a esos momentos y que se nublara el poco juicio que aún me quedaba.

No quise saber nada sobre el asunto con Paula, pero la noticia del hallazgo de su cadáver a medio quemar cerca a una carretera rural llegó al rancho en boca de las empleadas a las cuales me detuve a escuchar un momento cuando me dirigía por un vaso con agua.

Marcada: Atrapada con Klaus Schmidt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora