Capítulo 9- Pero yo no he hecho nada.

217 22 0
                                    

—Me voy a desquitar por todo lo que has hecho, te lo advierto Samantha— susurró Klaus a mi boca. Su frente contra la mía, su aliento siendo mi aire.
—Adelante…no tengo miedo— respondí.
Klaus me tomó de la barbilla haciéndo me verle a los ojos.
—Deberías— dijo.
Me tomó entonces de las caderas, aferre mis piernas con firmeza a las suyas abrazándome con fuerza a su torso reposando mi cabeza en su hombro mientras me cargaba hasta el segundo piso. Abrió la puerta de su habitación depositando mi cuerpo sobre sus sábanas. Nos ayudamos a quitar el resto de nuestra ropa mutuamente. Klaus se colocó sobre mi, podía sentir su miembro contra mi sexo lo que me excitaba aún más. Retiró el cabello de mi rostro con delicadeza y entonces comenzó a dejar pequeños besos sobre mi rostro, mi corazón comenzó a latir descontrolado, mi pulso era irregular, una sensación que hacía años no sentía eso me hizo sonreír entonces Klaus se detuvo a observar me.
—Eres tan hermosa Sam— dijo.
—Y tú tan apuesto— respondí y él sonrió por un leve momento.
—Aún estás a tiempo— dijo cambiando a un semblante serio.
—A tiempo de qué?— pregunté confundida.
—Ya te lo dije. Si hacemos el amor no te podrás deshacer de mí—
—¿Por qué?— 
—Porque he tenido sexo con muchas pero nunca le he hecho el amor a ninguna. Nunca he deseado tener a alguien entre mis brazos y tratarla bien como lo hago contigo. Te metiste en mi cabeza, aquí en mi pecho. Es complicado de explicar…Aún puedes abandonar está cama aunque me muera de rabia luego de eso— dijo.
—Wow, miren a Klaus Schmidt doblegado por una mujer— dije en tono de burla.
—No me provoques Sam— dijo.
— ¿Desde cuándo te gusto?— pregunté.
—¿Gustar? Desde el primer encuentro, dejaste una excelente primera impresión. Importa, no tengo idea cuando comenzó, quizás en casa en Brujas cuando estaba herida… querer…— conecté mis labios a los suyos en un delicado y lento beso. Abrí las piernas y Klaus introdujo su miembro en mí. Sus manos entrelazadas con las mías, su boca besando mi cuello, mis senos. Su cuerpo se movía sobre el mío con tanta delicadeza, hacía mucho que alguien no me hacía sentir tan bien tan solo con acariciar me.
—Ahhh…Klaus…si..— gemí y entonces él aceleró sus embestidas hasta llegar juntos a un delicioso final. Klaus colocó su cabeza sobre mi pecho, acaricie su cabello suave hasta quedarme dormida y al abrir los ojos él aún estaba allí, imperturbable. Su cabeza se había inclinado un poco lo que me permitió ver su rostro dormido. Sus facciones tan bien marcadas, sus labios que me invitaban a acercarme. Quería estar con él, debía estar con él y me reprocha el haber perdido tanto tiempo siendo una estúpida en lugar de despertar así cada mañana junto a Klaus. Lo nuestro había salido de la peor situación posible pero era un sentimiento real en mi pecho y quería vivirlo sin importar el que.
—Quien diría que te podrías llegar a ver tierno?— pregunté en voz baja entonces Klaus se movió un poco abrazando se aún más a mi lo que me hizo reír y entonces él abrió los ojos.
—Perdón no quería despertarte— dije.
—Ummm… Está bien, hacía mucho que no dormía así de bien— comentó.
—Yo tampoco— y no era mentira ya que era la primera noche en la que dormía más de tres horas.
—Cuando terminaras con el chico ese?— pregunto.
—Mmm.. es un poco complicado ahora— dije sin querer dar mayor detalle.
—Hazlo sencillo. No voy a ser tu amante— dijo.
—¿No sería divertido?— pregunté.
—No. Solo mía Sam—
Klaus atrapó mi boca con la suya, me besaba con hambre mientras se colocaba entre mis piernas. Besaba mi cuello y entonces mordió levemente mi piel lo que me hizo emitir un sonido entre quejido y gemido.
—Alguien despertó de buen humor— dije.
Klaus me miró con ojos negros, llenos de lujuria y deseo.
— Te dije que me iba a desquitar por todo lo que has hecho, no lo dije?— preguntó.
—Pero yo no he hecho nada…—
—Jugar conmigo estos últimos dos años no te parece nada?— preguntó a mi oído.
—Bien que te gusta jugar…—
—Haceme caer enamorado de ti, no es nada?—
—Yo no hice nada para que eso pasara— respondí.
—Te voy a hacer gritar mi nombre tan fuerte que te quedarás sin voz—
Klaus me dio la vuelta colocándose sobre mi espalda. Alce mi trasero para darle mejor entrada hasta mi sexo desde atrás. Me aferraba con fuerza a las sábanas mientras Klaus me penetraba con embestidas firmes.
—Ahhh…ahhh..ahhhh Klaus— gemia tratando de moderar mi tono de voz para que no saliera nada de aquellas cuatro paredes. Los empleados, los hombres de Klaus, Irina, todos estaban en casa pero Klaus me estaba dificultando al comenzar a complacerme con sus dedos sentado contra el espaldar de cama y yo contra su pecho. Sus piernas entrelazadas con las mías para mantenerlas abiertas.
—Ahh…Diablos…Ahhh… basta…mmmm—  gemía casi llorando, tratando de cerrar las piernas ante el golpeo de un primer y segundo orgasmo pero Klaus sostenía mis piernas  abiertas con mucha fuerza sin parar de tocarme, de volverme loca.
—Te lo dije Samantha, me falta mucho aún. No saldrás de esta habitación caminando— susurró a mi oído.
—Alemán de mierda idiota…—le maldije y el río. Entonces su teléfono sonó, una, dos veces.
—Contesta… Debe ser importante— dije y él no tuvo más remedio que hacerlo a la tercera llamada, entonces salió de la cama y yo aproveche para tomar una sábana, enrollar mi cuerpo en ella y abrir la puerta para salir. Estaba ya con un pie fuera de la habitación cuando Klaus me interceptó tomándome de la muñeca.
—¿Wo wirst du hingehen Samantha? (A dónde crees que vas Samantha?)— preguntó en tono muy serio.
—Vamos Klaus…—
—Regresa a la cama— dijo firmé.
—Anda, no seas así…— le dije poniendo cara inocente y ojos de perrito, lo que lo hizo quebrar esa forma dura y sonreírme. Me acerqué para besarle y entonces me percaté de la presencia de Irina quien nos veía desde la puerta de su habitación. No dije nada y me retiré a mi habitación. Tomé una ducha y luego bajé a desayunar, Klaus aún estaba en su cuarto e Irina era la única en la mesa.
—Señora está mañana encontré su pantalón de pijama en la cocina— dijo Martha lo que me hizo recordar que lo olvidamos en el suelo la noche anterior.
—Ah. Yo salí del cuarto con él al hombro anoche— dije y Martha se retiró no sin antes verme un tanto extraño, obviamente no creyó esa tonta excusa.
—¿Se la pasaron bien anoche?— preguntó entonces Irina.
—Mucho sí— le respondí tomando algo de café.
—Bien. No durará. Nunca dura— dijo ella.
— ¿Tú qué sabes? Muy celosa?— pregunté. Ella me dijo algo en ruso.
—En español querida— le dije.
—¿Celosa? No. No eres más que otra en su lista. Dime algo, acaso conoces a Klaus? ¿Sabes su segundo nombre? ¿Qué pasó con sus padres? ¿Sabes algo de él además del tamaño de su pene? Seguro que no—
—Sé que te mueres de envidia por estar en mi lugar no? — pregunté riendo.
—No lo conoces, no tienes idea de quién es él, de cómo es él. Las zorras como tú solo saben aparearse y nada más. Él no te importa ni tú a él, Maldita prostituta— dijo y entonces di un manotazo a la mesa haciendo los platos moverse de lugar y alertando a Yuri quien se apersonó de inmediato.
—Todo está bien señora Sam?— preguntó él.
—¿Quién diablos te crees para hablarme así!? Pregunté a los gritos.
—¿Te molesta que te diga la verdad? Acaso estoy equivocada?— preguntó y entonces entró a la escena Klaus.
—¿Quieren dejar de gritar como locas? En mi casa no quiero gritos. Sam?— dijo Klaus notablemente incómodo.
— Es esta idiota—
—Tu eres la idiota. Klaus, ya le contesté a Sam sobre tu esposa— dijo Irina y los ojos de Klaus se clavaron en ella.
—Esposa— repetí.
—Vete de aquí Irina— dijo Klaus.
—Pero…—
—Sube a tu cuarto ahora— dijo él en un tono pasivo y calmado que daba aún más miedo que cuando gritaba.
Irina se subió de mala gana, Yuri también se retiró dejándonos solos a Klaus y a mí. Entonces entró al comedor Gustavo.
—Disculpen. Quería pedir un permiso porque mi prima aún no…— dijo entonces recordé lo que Mateo me había dicho, como él había estado hablando de más en el mercado.
—Justo a quien quería ver— dije y él sonrió.
—Diga usted mi señora—
—Recoge tus malditas cosas y vete de mi propiedad ahora mismo— dije y su sonrisa se transformó en sorpresa.
—Was ist los?(qué está pasando?)— preguntó Klaus.
—Pero señora qué pasó? Que he hecho que le molestara?— preguntó Gustavo.
—Te parece poco ir por el pueblo diciendo que mi hermano y yo… ni siquiera puedo decirlo— dije y él palideció.
— No, yo no he…—
— Yuri!— llamé y este acudió a mi enseguida. Le pedí que sacará a Gustavo de mi presencia. Preparé un cheque para él el cual Yuri le llevó hasta la cerca. Escuché como nos maldecía desde fuera de la casa.
—Un problema menos— dije entrando en el despacho donde Klaus me esperaba.
—Tenemos que hablar— dijo.
—¿De qué? ¿De tu esposa?— pregunté.
—Si. De mi ex esposa—

Marcada: Atrapada con Klaus Schmidt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora