Capítulo 8- Celos.

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Intente dormir, enserio lo hice pero la imagen de Klaus con otra mujer nunca había perturbado mi mente tanto como esa noche y era una hipócrita porque horas antes me había acostado con otro hombre imaginado un montón de tonterías pero eso no quitaba que estuviese celosa, en la soledad de mi habitación, bajo la sábanas podía admitirlo, me moría de celos por Klaus Schmidt.
A la mañana siguiente bajé a desayunar como de costumbre encontrando a Klaus e Irina ya sentados en la mesa. Me serví algo de fruta y me dispuse a comer en el despacho aunque eso a Klaus le molestaba mucho ya que decía que dejaba migajas sobre el escritorio cosa que no era cierta.
—Hast du letzte Nacht deine Manieren verloren? (Perdiste tus modales anoche?)— preguntó Klaus cuando me disponía a irme.
—No. Pero veo que no fui la única que se divirtió anoche— dije y enseguida me arrepentí de haber dicho aquello. Klaus apartó la cabeza de su plato y me miró con ojos entrecerrados.
—¿Cómo te fue en la cita con tu novio? Cómo me dijiste que se llamaba?— preguntó Irina.
—No te lo he dicho. Mateo, se llama Mateo— respondí.
—Mateo… él te gusta mucho?— preguntó entonces ella y Klaus la regaño en Ruso porque aunque yo no conocía el idioma su cara y tono demostraba que era un regaño. Me di la vuelta y me encerré en el despacho toda la mañana y parte de la tarde. Observe por la ventana y vi a Klaus e Irina montando a caballo, riendo y me maldije por no tener un recuerdo como ese con él porque siempre que me invitaba le decía que no y le cortaba el rostro.
Mateo se apareció esa tarde por el rancho tomándome por sorpresa porque no me había avisado que vendría.
—Te traje algo. No es muy costoso pero lo vi y pensé en vos— dijo colocando una pulsera en mi muñeca. Era realmente bonita y me sentí muy mal por no poder sentir me  genuinamente agredida por el gesto. Mi pensamiento hacía mi corta relación con Mateo no había cambiado, tenía que terminar con él pero no sabía cómo hacerlo, se me dificultaba encontrar el momento, las palabras más antes sus gestos tan lindos de cariño hacia mi el cual no merecía, no lo merecía porque como siempre estaba haciendo lo mismo, caía en el mismo círculo en el que pensaba en alguien más mientras estaba con alguien. Era parte de mi naturaleza, una parte muy asquerosa que solo sabía sentir sin importar a quién se llevaba por delante.
—Mateo, yo…— sus labios conectaron con los míos acallando mis palabras. Su lenguaje corporal me indicaba que buscaba intimidad. Estábamos sentados en la sala. Sus manos se posaron sobre mis cintura mientras apretaba fuerte contra su cuerpo.
—Hueles muy bien— dijo Mateo.
—Siempre lo hace, siempre huele muy bien— dijo Klaus interrumpiendo nos. Mateo se separó de mí al instante.
—Klaus— dije, él se sentó en el sillón frente a nosotros.
—Incluso cuando no usa perfume Samantha destila un aroma…excitante—
—Klaus!— le llamé la atención y él se rió.
—Solo bromeó. Así que tú eres el novio de mi hermana. ¿No eres un poco joven?— preguntó Klaus.
—Con un demoni…—
—No lo creo. No creo que la edad sea importante señor Klaus— respondió Mateo.
—Klaus me llevas a…oh. Hola— saludo Irina quien entraba a la sala.
—Mateo ella es Irina, la novia de Klaus— le presente.
—Un placer— dijo ella extendiendo su mano a Mateo.
—Wer hat dir gesagt, dass Irina und ich zusammen sind? (Quien te dijo que Irina y yo estamos juntos?)— preguntó Klaus viéndo me directo a los ojos.
—¿No es así?— pregunté.
—Neidisch?  Du bist eifersüchtig?(envidia? Estas celosa?)—
—¿Pasa algo malo?— preguntó Mateo al sentir la tensión entre nosotros. Tomé a Mateo de la mano y lo llevé hasta el segundo piso conmigo. Cerré la puerta de mi habitación y le comencé a besar pero este me detuvo.
—¿Estás molesta? ¿Qué te dijo tu hermano? Yo no le agradó, es obvio— dijo Mateo.
—A Klaus no le agrada nadie, no es nada contra ti.— dije.
—Hace una linda pareja con Irina— comentó.
—¿Tú lo crees? Crees que ellos se ven bien juntos?—
—Si— respondió y la sangre me comenzó a arder. El teléfono de Mateo comenzó a sonar, era su padre quien oportunamente necesitaba que le ayudará en la operación de emergencia de un perrito. Se despidió de mí con un abrazo fuerte y quedó de llamarme esa noche luego de salir de su clase en la facultad.
Me quedé en la habitación leyendo un rato pero el comentario de Mateo sobre lo bien que se veían Irina y Klaus me tenía la boca amarga. Al caer la noche y llegar la hora de cenar no me quise aparecer por el comedor. Mateo no me llamó pero envió un mensaje explicando que se había retrasado y que no creía prudente llamarme a altas horas de la noche. Era muy considerado, todo lo que yo no era para con él.
El hambre me despertó a las dos de la mañana. Baje entonces a la cocina por algo de comer. Abrí la nevera cuando se encendió la luz y aprecio Klaus apuntando me con una pistola.
—Creí que era un ladrón— dijo aún apuntándome.
—Sabías perfectamente que era yo. Si no vas a disparar baja esa maldita cosa— dije al tiempo que lamía el cuchillo lleno de mermelada. Klaus bajó su pistola y se acercó conmigo a la mesa de la cocina.
—No cenas para venir a comer pan a las tres de la mañana— murmuró.
— Y cuál es tu excusa? Irina tiene sed?— pregunté.
—No lo sé. ¿Por qué me lo preguntas?—
—La otra noche cuando llegué, ella estaba en tu cuarto y… olvidalo— dije terminando mi pan y dirigiendo me fuera de la cocina pero Klaus me tomó de la muñeca para detenerme. Le miré y su boca dibujaba una sonrisa mientras sus ojos se tomaban negros.
—¿Crees que me acosté con Irina? Por eso estás celosa— dijo.
—Yo no estoy celosa, no seas ridículo— dije. Klaus sonrió aún más y jalando me con fuerza me acerco tanto a su cuerpo, a su rostro, a sus labios.
—¿Estás celosa Sam?— preguntó en un susurro.
—Ahh…no..yo no estoy celosa— dije.
—¿Por qué estás celosa?— preguntó rozando sus labios contra los míos. Me estaba derribando, sentía como mi pulso se aceleraba, como mis piernas se debilitaban y mi boca casi podía saborear la suya.
—No estoy…— me aleje de él y caminé hasta el otro lado de la cocina.
—Déjame en paz— le grité.
—Estas tan celosa—
—Vasta—
—¿De que tienes celos Samantha?— insistió y exploté;
—¡De ti! ¡De ti con ella o con cualquier otra zorra que se te acerque! No lo soporto me hierve la sangre!—
Me acerqué entonces a él y le besé, besé esos labios que tanto deseaba, pero estos no me respondian.
—¿Qué pasa? Creí que que…—
—Se acabaron los juegos Samantha. Si te beso no habrá vuelta atrás, ni arrepentimiento y si te hago el amor entonces no habrá poder humano que me aleje de ti— dijo. Conecté entonces sus labios con los míos lentamente su boca me fue correspondiendo y sentí como algo estallaba en mi pecho. Su lengua  se abriría paso entre mi boca, me temblaba todo el cuerpo lo que él no tardó en notar;
—¿Estás nerviosa?— preguntó en un susurro.
—Tu lo causas— respondí.
Klaus me tomó de las caderas subiendo a la mesa de la cocina, los tenues besos se transformaron en ataques a la boca del otro, llenó de deseo incontrolable. Klaus me sacó el pantalón del pijama lanzándolo a un lado en el piso y deslizando mi ropa interior hasta mis tobillos para luego arrodillarse frente a mi. Su boca conoció el fuego entre mis piernas y lo complació con todo lo que tenía.
—Ahh…mmm— gemía arqueando la espalda y apuntando  los pies ante la sensación de gusto que Klaus Schmidt me provocaba. Entonces recordé que Yuri, Irina y unos cuantos empleados más dormían en la casa y que iba a formarse tremendo lío sí alguien nos llevaba a ver pero ya no importaba porque Klaus no se detendría y yo no sé lo iba a pedir.
—Ahhh...mmmm— gemía tapándome la boca con ambas manos. Klaus abandono mi sexo y atrapó mi boca aún con mi sabor en la suya. Introduje mi mano en su pantalón. Su firmé miembro latía de deseo entonces me penetró con fuerza mientras me aferraba a él con ambas piernas. Mi cabeza contra su hombro y mi boca casi mordiendo su piel.
Klaus pegaba pequeños gemidos entré respiraciónes pesadas hasta que me hizo llegar a un espasmódico orgasmo.
—Ahh… Klaus… eso fue…—
—Shhh… apenas y estoy empezando— susurró.

Marcada: Atrapada con Klaus Schmidt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora