Capítulo 14- Asesina.

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Alguna vez han tenido la sensación de que el tiempo se ralentiza? Como si cada segundo durará una vida entera?  Aunque había vivido en esa incertidumbre la mayor parte de mi juventud, aún no me acostumbraba a ella. El no saber lo que ocurriría después me volvía loca.

Tomé asiento en la sala junto a Irina sin decir una palabra, sin preguntar nada porque no creía que ella supiese que estaba sucediendo en ese granero donde Klaus y sus hombres permanecían encerrados y del cual no salía ni un ruido lo que lo hacía todo más extraño todavía.

—Así que… hablas alemán con fluidez. ¿Dónde lo aprendiste?— preguntó Iriana para hacerme conversación luego de veinte minutos de vernos las caras mientras tomábamos un té.

—Drake…mi ex esposo, él me pagó una tutora. También estudié ruso pero no aprendí nada. Se me hizo complicado— dije y ella sonrió.

—Entiendo. El español también se me dificultó al principio— dijo ella.

Irina se quedó viendo de nuevo pero esta vez de una manera extraña lo que me incómodo mucho.

—¿Qué?— pregunté de inmediato.

—Te duele mucho?— preguntó algo tímida, nada parecido a la Irina Volkova que me había mostrado desde que llegó.

—¿Qué parte? Mi cabeza? La cara? O mi vagina?— pregunté riendo.

—Todo digo… Cómo puedes reír después de... Eso? —

—Sabes qué no lo sé... Supongo que poco a poco te vas haciendo inmune a el dolor físico, más cuando lo has sentido antes—

—¿Antes? Te refieres a con Drake, ¿no?— preguntó.

—Tu que sabes de eso? ¿Lo conociste?— pregunté.

—No mucho. Antes de salir de Rusia le conocí una vez. No podría decir que me causó ninguna impresión— dijo. Entonces Klaus entró a la casa. No tenía puesto más que un par de Jeans y el torso desnudo, sus manos estaban mojadas como si se hubiese lavado los brazos antes de entrar. Me miró con ojos bien abiertos sorprendido de verme.

—Porque estás fuera de la cama Sam?— preguntó acercándose y sin darme tiempo a contestar me tomó de la silla a sus brazos y comenzó a subir conmigo las escaleras. Miré por encima de su hombro el rostro enojado de Irina, no debía olvidar que ella estaba enamorada de él, aún más que enamoramiento me parecía capricho y que solo porque se portara linda conmigo eso no iba a cambiar.

—No quiero estar en cama Klaus— dije mientras abría la puerta de su habitación. Depósito con cuidado mi cuerpo sobre la cama.

—El médico dijo que debes reposar. Debo cambiar el vendaje de tu cabeza— dijo y acto seguido buscó gasas, alcohol y algodón para limpiar la herida. No me queje al sentir el ardor, aquel dolor era insignificante dentro de la larga lista de dolores que mi cuerpo ya había experimentado pero aún así Klaus soplaba para aliviar la sensación lo que me pareció muy tierno de su parte.

—Listo. Debe cenar algo— dijo Klaus.

—¿Dónde están los empleados Klaus? La cocina está sola. Y Martha y las demás?— pregunté.

—Los heche a todos— respondió.

—¿Por qué? ¿Por los rumores en el pueblo?— pregunté.

—Es mejor si nadie no familiarizado con nuestras verdaderas intenciones está cerca— Klaus me tomó de las manos y las besó para luego entrar al baño y darse una ducha . Yo aproveche para bajar nuevamente a la cocina caminando despacio. Saqué algunas cosas de la nevera y comencé a hacer una sopa para todos. Irina se ofreció a pelar los viveres pero ella no tenía idea de cómo hacerlo y podía terminar llevándose un dedo por lo que le pedí que mejor me dejara sola lo cual hizo gustosa. No entendía aun cual era su plan al ser tan servicial pero lo iba a averiguar.

Marcada: Atrapada con Klaus Schmidt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora