Deuda.

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El alfa seguía apresando el cuerpo del omega en el frío suelo. Su húmeda ropa interior empezaba a empapar la vestimenta del pelinegro que se mantenía calmado.

Los guardias se mantenían en su lugar, apretando sus espadas y en guardia, listos para atacar cuando fuera necesario. Observaban a su emperador que aún seguí con aquella filosa espada levantada, parecia que este se había congelado en aquel lugar.

Lo que no sabían era que su Emperador quien segundos antes estaba dispuesto a arrebatarle la vida a tu atacante, ahora se encontraba perplejo y un tanto consternado.

Wang Yibo no podía creer como una persona con tal aspecto tan bello y delicado podía tener tanta osadía y ferocidad pero lo que más perplejidad le causó fue percatarse que aquel que yacía atrapado no era otra cosa que un omega.

Podía percibirlo a simple vista, aquellos delicados y hermosos rasgos eran únicos y en especial aquel aroma que por más leve que fuera podía ser percibido por su olfato. Un atrayente y delicioso ahora, tan único que logró sorprenderlo.

La mano que sostenía la filosa espada lentamente fue descendiendo. El antes furioso Emperador seguía viendo aquel rostro enrojecido ante él.

Sin quererlo bajó la mirada a los entreabiertos labios y al notar aquella fina línea de color carmesí que de ellos escapaba, de forma inconsciente saboreo sus propios labios. Su olfato se agudizó y está vez aspiró profundamente aquel dulce aroma a miel, volvió a relamer sus labios, esta vez con unas extrañas ansias.

- Emperador.- La voz del joven pelinegro lo regresó a sus sentidos.- Empera...- Entre abrió sus labios cuando la mano del alfa se tensó en su cuello.

- ¿Así que sabes quien soy? ¿Aún así te atreviste a atacarme?.- El alfa gruñó.

- Era la única manera...- Sostuvo la mano en su cuello y trató de alejarse.

- ¿Quién te envió?

- Nadie...- Gimió al sentir la presión en su cuello.

- ¿Viniste por tu propia cuenta?

- Si...

- ¿Hay alguien más con él?.- Levantó su mirada y cuestionó a sus guardias.

- Ya registramos el lugar, solo él majestad.

- ¿Me van a decir que un simple omega pudo patearles el trasero a todos ustedes?.- Volvió a apretar el cuello del omega.

- Majestad...- Zhan abrió sus labios.- Necesitaba...verlo.

- ¿Y sólo se te ocurrió venir a mi de esa manera?

- Antes vine y no me dejaron verlo.- Sus se enrojecieron.- Estoy desesperado. Lo siento.

Wang Yibo quién nunca había falseado ante nadie y a quien su mano nunca le temblaba para golpear, se sintió un tanto sacudido por las palabras y la expresión del joven, había visto sinceridad en ellas.

No sabe si era debido a que aquel leve aroma empezaba a embriagar sus sentidos o simplemente quería escuchar las razones del joven ante él. El emperador lentamente retiró su mano del cuello del omega y se levantó para luego tomar una de sus túnicas y cubrir su cuerpo semi desnudo.

Ni siquiera le importó la sangre que brotaba de su mano o su cuello, solo tomó asiento frente al joven y con una mirada furtiva le indicó que podía hablar.

- De nuevo lamento haber hecho esto.- El omega se levantó he hizo una reverencia.

- ¿Sabes cuál es el castigo por intentar asesinar al Emperador?

Yizhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora