Yizhan.

Epilogo.

- Entonces...- La joven levantó su mano con entusiasmo.- ¿El príncipe Mu Da nunca llegó a convertirse en Emperador? Él fue el sucesor al trono.

- No.- La dama sonrió.- Por orden de su madre la Gran Emperatriz, el Príncipe Mu Da no solo fue destituido de su título de príncipe. Fue condenado al encierro.

- ¿Qué no era una condena muy ligera para él?.- Uno de los jóvenes estaba indignado.- Fue un traidor, lastimó a su madre e incluso provocó el final de 2 de los mejores monarcas de la historia.- Debieron cortar su cabeza.

- ¿Se le hace una condena ligera ser entapiado en su habitación hasta el día de su muerte?.- Sonrió al ver las miradas de asombro.- Si, su madre era la Emperatriz y quizás otra en su lugar hubiera encontrado la forma de salvar a su hijo pero no. Ella misma se encargó de condenarlo.

Los jóvenes allí presente escucharon con atención cada detalle de aquella historia.

Se enteraron como el príncipe MY Da había sido privado de forma definitiva de su libertad. Ni siquiera tuvo derecho a ver una pizca de rayo de sol.

Sintieron respeto por la gran Emperatriz quien ignorando los lazos sanguíneos decidió castigar a su hijo como el pecador que era.

También sintieron admiración al saber que gracias a ella misma un nuevo Emperador se sentaba en el trono. Un Emperador diferente a todos, único.

Un Emperador el cual gobernó hasta su último respiro con equidad, constancia y valía. Llevando a su reino por un sendero próspero.

El Emperador Shizi, un omega quien al igual que su padre era único en su clase. Un omega dominante qué había logrado lo que ningún omega podría... Sentarse en el trono del Emperador.

- ¿Sabe que me gusta mucho de esta historia?.- Otra joven habló.

- Te escucho.- La dama sonrió.

- Qué al final... Ese príncipe qué nació del compañero fiel del Rey Consorte Xiao se convirtió en el esposo del Emperador Shizi.- Soltó una risilla.- Eso deja en claro que los lazos entre el Emperador Xiao y el General Shaham siempre seguirían unidos.

- Según los historiadores fue un golpe muy duro para el General saber que no había llegado a tiempo para salvar a su Rey.- Suspiró.- Tanto que por meses estuvo en cama y casi muere por la culpa.- Volvió a sonreír.- Pero luego de pensarlo volvió a llenarse de fuerzas pues tenía una promesa que cumplir. Le habia prometido a su Rey que debía proteger a su familia y así. Lo hizo.

- A eso le llamo lealtad.- Otro de los jóvenes exclamó.

- Bueno, si me siguen podremos ver algunos de los artículos que nuestro museo conserva. Estos pertenecen al Sol y la Luna de Yang o mejor conocidos como...- Detuvo sus pasos y les sonrió.- Yizhan.

- ¿Es mucho pedir el poder tener un amor como ese?.- Una de las jóvenes suspiró.

- ¿Un amor que resuene aun a través del tiempo?.- La otra joven formó una mueca.- ¿En verdad crees que eso exista?.- Rodó sus ojos y tiró del brazo de su amiga para seguir al grupo.

- Yo si creo que existe...- El joven pelinegro se quedó viendo fijamente el gran retrato del Emperador Shizi.- Sus grandes ojos brillaban a través de sus anteojos.

- ¿Qué andas balbuceando?.- El joven de piel acaramelada rodeo el cuello del pelinegro con su brazo.

- Saeed...- Dirigió su mirada hacia su compañero.- ¿Me creerías si te digo que siento cierta familiaridad al ver esta imagen?

- ¿El Emperador Shizi?.- Se quedó viendo para luego tomar el rostro de su compañero entre sus manos.- Pensándolo bien...- Entre cerró sus ojos.- Percibo cierto parecido.