Solo Mio.

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El omega trataba de respirar pero su cuerpo siendo oprimido contra la pared debido al peso de su contrario y los labios de este que cubrían por completo los suyos, se lo impedían.

Había sido tomado por sorpresa, si bien sabía que aquel alfa correría a su encuentro, nunca imaginó que su actuación sería tal.

Estaba seguro que aquel joven emperador también había percibido esa conexión especial que ambos tenían y también estaba seguro de que sin importar cualquier cosa, lo elegiría. Quizás a lo primero sería complicado aceptarlo, pues había llegado a su vida de forma repentina y el primer acercamiento que habían tenido estuvo plagado de dramas, al igual que complicaciones pero nunca imaginó que todo resultaría de esta manera.

Estaba allí, siendo consumido por los voraces e impacientes besos del alfa. Su tibia lengua irrumpia con descaro en su boca, adentrándose cada vez más profundo mientras que sus grandes manos sostenían con tanta fuerza su cintura que no podía evitar sentir un ligero dolor.

Aquel hombre no sólo era feroz en el campo de batalla, también lo era en el tema pasional.

Wang Yibo por su parte continuaba besando los gruesos labios, invadiendo la húmeda boca con su lengua, empujando, tirando, oprimiendo. Su cuerpo ardía en aquel momento pero más ardía su corazón.

Lo había estado conteniendo por tanto tiempo. Aquellos días en los que trató de mantenerse al margen habían resultado ser un completo fastidio.

Era un alfa que anhelaba a su destinado. Eran dos personas que tenían una atracción fuerte y natural, dos piezas que completaban una y que no podían estar separadas.

- Emperador...- El omega empujó suavemente alejando al alfa. Sus besos se cortaron dejando una leve línea de saliva de por medio.

- Yibo...- Susurró sobre los hinchados labios del omega.- Llamame Yibo.- Lo volvió a besar pero nuevamente fue alejado.

- Espere...por favor espere.- La mano en el pecho del alfa temblaba.- ¿Está consciente de lo que hace?

- Estoy muy consciente.- Tomó al omega de los muslos y lo elevó haciendo que este envolviera sus piernas alrededor de su cintura.- Traté de contenerme, traté de ignorarlo pero no puedo.- Caminó hacia el balcón y luego coloco al omega sobre el barandal.- Cada noche te veo desde mi habitación.- Dirigió su mirada hacia su balcón.- Allí me siento a verte, a admirarte.- Depositó un beso en su cuello.- Quise dejarte ir pero no puedo.

- ¿Así que lo sabe?.- Lo vio a los ojos. Sus ojos brillaban con la luz de la luna.- ¿Sabe que usted y yo estamos destinados?

- Lo sé.- Acarició suavemente la mejilla del omega.- Lo sospeché desde el día en que entraste a mi tienda. Luego lo confirme.

- ¿Puedo preguntarle algo?

- Lo que desees.

- Esto...- Desprendió la daga de su cinturón y se la mostró.- ¿Sabe usted lo hizo al darme esto?

- Para ser sincero...no lo sabía.- Al ver cómo el rostro del omega empezaba a teñirse de tristeza se acercó a su cuello y depositó un beso.- Pero de todas formas, ese obsequio era algo significativo. Esa fue la daga que mi padre me dejó como obsequio cuando ascendi al trono.- Se alejó y sonrió.- Es mi símbolo de Emperador. Ha pasado de generación en generación. Mi padre, el padre de mi padre y más monarcas han sido sus portadores.

- Esto es algo muy valioso.- La apretó en su mano.

- Por eso te la dejé.- Depositó un beso en los nudillos de la mano que sostenía la daga.- Esto es algo de lo que jamás me desprenderia. La estoy dejando en tus manos en lugar de entregársela a mi hijo.- Sonrió.- ¿No te dice nada eso?

Yizhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora