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POV LINA

El giro de los acontecimientos me había golpeado fuerte. Me negué a volver a esa ratonera, así que esperamos fuera a que el teniente Morgan recogiera una mochila con sus cosas para después dirigirnos hacia el helipuerto de la base. Desde ahí salimos los tres en dirección a un apartamento seguro donde pudiésemos descansar antes de decidir nuestro siguiente paso.

Coco no era muy fan de los aviones, pero me di cuenta de que su miedo a volar se había visto algo atenuado por la presencia de Chester, que no había soltado su mano desde que salimos de la base. Aunque la verdad es que no supe si lo que veía en Coco era su miedo real a las alturas o si se estaba aprovechando de la oportunidad para mantener su cuerpo lo más fundido posible con el de él. En fin...no sería yo la que la juzgara.

Desde que montamos en este trasto, no pude evitar dirigir mi mirada hacia el teniente una y otra vez. Era joven. Demonios, era demasiado joven para tener el puesto que tenía, aunque supongo que Mery también lo era.

Cuando se dio cuenta de hacia dónde se dirigía mi mirada, dijo algo a través del micrófono que llevábamos para poder mantener conversaciones escuchándonos a través de los auriculares, debido al ensordecedor ruido de la avioneta. Morgan frunció el ceño al ver que no había captado el mensaje.

—Digo que si te ocurre algo.

—Todo bien. —Me apresuro a contestar.

—¿Y por qué me estabas mirando así?

—¿No os aburre llevar siempre este aburrido uniforme?. —Es lo primero que se me ocurre decir. —Sus ojos se ensanchan por la sorpresa de mi estúpida pregunta. Pero al final esboza una sonrisa.

—Nunca nadie me lo había planteado, pero supongo que te acabas acostumbrando.

Resoplo ante su respuesta.

—No veo el momento de quitarme todo esto de encima —le digo señalando mi ropa. —Él abre aún más los ojos por mi frase: unas estúpidas palabras mal elegidas que dan a entender otra cosa. —Y ponerme algo más de mi estilo. —Añado enseguida. Pero veo en sus mirada como esa idea se ha instalado ya en él, creando una incomodidad extrema entre nosotros. Giro la cabeza en busca de la ayuda de Coco, pero lo que está sucediendo en los asientos de atrás me incomoda aún más, así que la vista al frente será la mejor opción.

En verdad...el aburrido uniforme de la base no se ve tan mal en él.

—Bueno, y ¿cuál es el plan? —le pregunto.

—Tu chico y su hermano desaparecieron del mapa después del incidente de la casa en el bosque, pero en Moscú se celebra una vez cada cuatro años una reunión de las personas más influyentes del mundo. Esas personas son las que pagan su organización para librarse de otras igual de influyentes. Se cargan a mafiosos dándoles poder a otros y alterando el orden de las cosas. Es muy probable que se encuentren allí la semana que viene. No se saltarían un evento tan importante donde tienen que hacer acto de presencia para mantener contentos a sus jefes. Ahí es adonde nos dirigimos.

—No es mi chico —le espeto con furia. —Espera un momento...¿a qué te refieres con que es probable que se encuentren? ¿en plural?.

—Sí... ¿no te lo dijo la capitana? —dice refiriéndose a Mery. Un escalofrío me recorre la espalda dejándome congelada por unos segundos, tratando de procesar lo que está queriendo decirme.

—¿Mario Mencía sigue vivo? Eso es imposible.

—¿Por qué iba a ser imposible?

—Porque yo le apuñalé y le maté.

Cuando me encuentres (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora