21

27 2 4
                                    

Todos parecían demasiado ocupados como para prestar atención a una escort que estaba allí como muchas otras antes para atender los eventos del señor de aquella mansión. Había personas del servicio por todas partes: arreglando adornos florales, colocando cortinas, limpiando alfombras, moviendo vajilla de un lado para otro, al parecer allí se estaban preparando para algo, o para alguien.

Intenté moverme como si conociera el lugar, tratando de no llamar demasiado la atención, pero era difícil, sin embargo todos allí parecía habituados a ver chicas como yo pasearse por los pasillos de la mansión, el problema sería bajar a la planta subterránea a la que Mario y Morgan me estaban conduciendo con sus indicaciones.

Estaban enfadados. Según ellos había sido una irresponsable, pero...había descubierto algo. Alexei era un monstruo muy bello. Uno más para añadir a mi lista al parecer.

Escuchaba a través del audífono cómo debatían lo que en voz baja les había comentado sobre la reunión que presencié.

—Todos los malditos líderes de las mafias al servicio de Alexei. Esto es más preocupante de lo que imaginábamos.

—Tengo que informar a los míos —contestó Morgan.

—¡No!. Complicarías las cosas —le gritó Mario —Lina, el cambio de turnos es en unos minutos, si no llegas a tiempo ya no podrás entrar.

—¿Quién es Ilchenco? —pregunté, haciendo que Mario respirara hondo antes de contestar.

—Un amigo. Es primo de Alexei pero nunca se llevaron demasiado bien. Es una de las principales fuentes de información de mi hermano.

—Era.

—¿Qué?

—Ilchenco ha muerto enfrente de mis narices hace apenas unos minutos.

Oí cómo Mario maldecía ante aquella noticia. Al llegar a una de las puertas traseras, cercanas a las dependencias del servicio, por las que se esperaba que saliera de esta casa, giré para desviarme por un pasillo que conducía a una parte de la mansión en la que, al parecer, Alexei tenía una sala especial de torturas. Respiré y conté hasta diez, mentalizandome  de lo que allí pudiera encontrarme. Tenía que tranquilizarme para poder salir de allí con vida.

Escuché pasos que se acercaban. Me escondí tras uno de los pilares del pasillo que sostenían bustos que debían valer millones. El cambio de turno había llegado y los soldados pasaron sin verme.

—Ya se han ido —susurré.

—Bien, date prisa, baja las escaleras que hay al final del pasillo, encontrarás una puerta blindada con una clave de seguridad. La clave es 'SMERT'.

—¿Qué significa?

—Muerte.

—Qué alentador —dije con ironía.

Hice lo que me indicaban y cuando abrí aquella puerta, se me congeló la respiración. Esperaba encontrármelo herido, maltratado y con los ojos cerrados. Pero me encontré tan solo a un Leo tirado en el suelo, con los brazos apoyados detrás de la cabeza y una pierna flexionada sobre la otra, como si estuviera viendo la noche estrellada en un campo abierto, pero tan solo miraba el techo de la celda. Ni siquiera giró la cabeza para mirar quién entraba, pensando que serían más soldados.

—¿Ya es la hora de cenar?

—¿Te lo estás pasando bien?

Se levantó como un resorte del suelo, viniendo hasta mí, no sin antes repasar cada centímetro de mi cuerpo. Aunque no estuviera herido, sí presentaba algunas partes de su hermoso rostro manchadas de negro, como si el humo y la ceniza de aquella detonación fuera lo único que le hubiera alcanzado en la plaza roja.

Me cogió de la cara para mirarme más de cerca y yo le dejé hacerlo.

—¿Qué haces aquí?

—Salvarte el culo.

—¿Qué mierdas haces aquí Lina? ¿Estas loca? y ¡¿Qué demonios haces vestida así?!

—Dios...no me puedo creer que eso sea lo único que tienes para decirme. Tu hermano está ahí afuera preocupado por ti y tú aquí mirando al techo como si hubiera algo importante que encontrar ahí arriba. Dime algo Leo, ¿has tratado al menos de salir de aquí? ¿de luchar?

—¿Dónde está?

Señalé mi oído.

—También está el Teniente Morgan.

—Os voy a matar. Os cortaré en pedacitos y os esparciré por toda la estepa rusa joder. ¡¿Cómo se os ocurre meterla en esto?!

Ellos no contestaron, era absurdo pues no podía escucharles. Pero supe, en muy en el fondo se arrepentían de que yo hubiera entrado.

—Cállate, deja de decir idioteces, tenemos unos pocos minutos hasta que llegue el siguiente cambio de turno. Hay que salir de aquí.

—No puedo.

—Cómo que no puedes?

—¿Crees que me hubieran atrapado si yo no hubiera querido?

No entendía lo que estaba diciendo.

—Me he dejado coger Li. necesitamos ventaja, tenemos que averiguar sus planes.

—¿Y después, cómo pensabas salir de aquí?

—Tengo un contacto.

—¿Ilchenco? —le pregunte.

—¿Cómo sabes ese nombre? —dijo sorprendido.

—Acaba de morir delante de mis ojos, así que mueve el culo, nadie va a salvarte si Alexei decide matarte aquí.

Leo estaba paralizado, pensando en las palabras que acababa de pronunciar. No rebatió más. Me cogió de la mano y me arrastró a la salida, pero no sin antes empujar mi cuerpo contra el suyo y abrazarme. Se me hizo un nudo en el estómago. Era la primera vez que le tenía tan cerca después de todo lo que había pasado entre nosotros.

—Estás aquí. —dijo, como si hasta ahora no se lo hubiera creído realmente. —Estás en mi mundo.

—Sí.

Sus manos bajaron por mi espalda hasta mi cadera, me apartó con suavidad para mirarme a los ojos.

—No te voy a pedir perdón Li.

—Yo no te iba a disculpar de todos modos.

—Bien.

—Bien.

Pasó sus manos por mi cuerpo como si hubiera estado ansiando ese contacto desde hacía décadas, y mi cuerpo traicionero recordó sus huellas como si fueran el maná que lo nutría y por el que tenía que responder, así que me ajusté a él de aquella forma tan única en la que nuestros cuerpos encajaban.

Con una última mirada en la que había una nota del pasado y la traición, me apartó para encaminarnos a la salida. Pero había alguien ahí, parado, observándonos en la sombra.

—Vaya, vaya... eres mucho más interesante de lo que había imaginado Moya Koroleva.

........................

CHAN!!! jajajajaj continuará...

¿Qué os ha parecido? Dejádmelo en comentarios y como siempre eso agradezco el voto en la estrellita!

Cuando me encuentres (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora