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La base es un refugio seguro en algún lugar perdido del planeta tierra del que no tengo constancia, aún así no puedo evitar pensar en el hecho de que sus similitudes con una prisión son numerosas. El viaje hasta aquí duró dos días: unas cuantas horas por carretera y luego dos aviones privados de la organización que nos llevaron hasta este lugar. Yo estaba demasiado cansada y dolida como para darme cuenta del sitio al que nos dirigíamos, y por lo que sé Coco se pasó todo el viaje oscilando entre el sueño y el llanto silencioso.

Eso es algo que envidio de ella: el hecho de que pueda desatar sus lágrimas con tanta facilidad. Un vacío se ha instalado en mi pecho desde que estamos aquí. El odio y la rabia se revuelven en mi interior como una bestia salvaje que ruge por salir en forma de muerte cada día que pasa. En respuesta he levantado unos muros sólidos y consistentes en mi mente para que nadie vuelva a hacerme sentir el dolor de la traición.

Es la monotonía y el orden sistemático de las cosas en este sitio el que me hacen querer salir por patas de aquí. Necesito color, texturas y una puñetera ventana hacia el exterior para poder respirar y no sentir que a cada minuto que pasa me ahogo un poco más.

—Chester no va a hablar —dice Coco en un susurro.

—¿Cómo estás tan segura de ello?.

—Porque le conozco. No les traicionará.

—Tal vez por ti si lo haga.

—Subestimas sus sentimientos hacia mí.

—No, no lo hago. Vi su mirada cuando te mencioné.

—¡¿Qué?!

—Él es nuestra única escapatoria y fue lo primero que se me vino a la mente para hacerle hablar.

—¿Utilizarme?.

—¿Quieres recuperar tu vida Coco? Sé que no debería haberlo hecho. La he cagado. Lo siento, pero no soporto más la idea de quedarme en este lugar insípido y aburrido un segundo más. Cada día que pasa es como si las Villanas fuéramos nosotras y la razón por la que estuviéramos aquí es la de que hemos hecho algo malo por lo que castigarnos. ¡Me niego a darle a Leo mi miedo!. No quiero seguir escondiéndome.

Es la primera vez que digo su nombre en voz alta desde hace tres meses. Mi amiga se queda inmóvil, mirando al techo de la habitación por un minuto que se me hace eterno. Veo en su mirada que piensa lo mismo que yo. Esta base será el hogar de Mery, pero no es el nuestro.

—¿Y qué opciones tenemos? —contesta Coco.

—Si Chester no va hablar...tengo un plan B.

***

Después de hablar con Coco y ultimar los detalles, mi mente está demasiado despierta como para intentar dormir, así que decido ir a la sala del pabellón 'Combat', es la más alejada de las habitaciones y de la cafetería. En este tiempo he descubierto algunos rincones donde pasar unos momentos a solas y practicar mis lanzamientos sin que nadie perturbe esos pequeños instantes de paz. Poder utilizar mi habilidad una y otra vez sobre los muñecos instalados como dianas en toda la sala de entrenamiento, me hace sentir una liberación a la que me aferro con todo mi ser.

Tras el toque de queda todo el lugar se silencia y las luces se apagan, pero conozco el camino de memoria y no me hace falta ningún tipo de guía para llegar hasta allí: ansiar la soledad y el sonido del filo entrando en la diana es el fuego fatuo que me guía hasta el pabellón. Cuando estoy a punto de entrar me sobresalta el sonido de los jadeos que llenan la habitación y las luces de toda la estancia encendidas.

Cuando me encuentres (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora