22

8 1 1
                                    


<<Moya Koroleva>>

Aquellas palabras... 

El tono de voz de Alexei era completamente despreocupado. Si no fuese por la situación en la que estábamos creería que estábamos en un encuentro amistoso saludándonos. Su voz era la mezcla perfecta del alcohol que antes había tomado con una amenaza velada de muerte y aburrimiento. 

La adrenalina me asaltó, poniéndome en alerta. Creí que Leo estaría tentado de ponerme a un lado y protegerme con su cuerpo, pero una maravillosa sorpresa me sobrevino cuando vi que confiaba en mis dotes de supervivencia. No supe si fue por la amenaza que yo también representé en su momento para Mario, o porque estaba demasiado distraído con Alexei. 

Borotoj nos había estado observando , pero, ¿cuánto tiempo?. 

—Eres toda una caja de sorpresas —dijo con un marcado acento Ruso. 

Leo movió algo detrás de él y con una velocidad espasmosa le tuvo apuntado con una pistola. No había estado indefenso durante todo el tiempo que le mantuvieron aquí abajo. El condenado Leo Mencía había tenido a Ilchenco de su parte suministrándole todo lo que necesitara mientras se infiltraba, y mientras tanto nosotros preocupados por él. Le miré de reojo, pero no era momento para discusiones. Teníamos que salir de ahí. 

Alexei no se había movido de su sitio. Seguía despreocupado del hecho de tener a un hombre apuntándole con un arma y a una mujer siendo un potencial riesgo de amenaza en su huída. Aunque en realidad él, no sabía de lo que yo era capaz. Leo había empezado a darse cuenta y yo misma me estaba sorprendiendo ante mi reciente temeridad en los últimos acontecimientos. 

El ruso nos miraba expectante, aún con su traje negro perfectamente colocado, sin una sola arruga y completamente desarmado. 

—Tienes unos amigos interesantes Moya Koroleva. 

Leo emitió un gruñido. 

—No la mires, no la hables, y no se te ocurra dar un puto paso más en su dirección. 

Estaba tan absorta en Alexei, que no me di cuenta de que se había acercado unos cuantos pasos, ignorando el cañón de la pistola de Leo apuntándole a la cabeza. Era el aspecto de un hombre que no tenía miedo de morir o que...

—Si me disparas, no saldréis con vida de aquí. 

—Leo, tenemos vía libre —le dije— he dejado inconscientes a todos los guardias de camino aquí. Y ellos han despejado la zona fuera. 

No quise decir sus nombres, no aún. Si no conocían sus identidades estarían más seguros que Leo y yo. 

—Hazle caso. Además de ser dolorosamente bella, es lista. 

—Joder —escupió Leo, dándose cuenta de que a pesar de tenerle a tiro, si lo mataba, probablemente no saldríamos nunca de aquí. Se activarían las malditas alarmas que tiviera conectadas a algún jodido dispositivo que tuviera en su cuerpo. 

Su sonrisa se ensanchó al ver cómo llegaba a aquella conclusión en mi cabeza. 

Después de unos segundos, Leo le hizo una señal con la cabeza para que se apartara de la puerta. Lo que me puso los pelos de punta fue que Alexei no se interpuso. Con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, se hizo a un lado, dejándonos una vía de escape. 

Leo dudó unos segundos, pero después me cogió del brazo para arrastrarme detrás de él, sin dejar de apuntar al ruso hasta que lo perdimos de vista por las escaleras. 

—¡Corre! —dijo una vez que llegamos al pasillo. 

Nadie nos detuvo. Aquello no estaba bien. Nada estaba bien. 

Salimos disparados por la puerta y el frío me mordió la piel desnuda, dejándome sin aliento. Leo no me dejó detenerme, hasta que llegamos al exterior de la finca en la que se encontraba la mansión. 

—Por aquí —le dije cuando llegamos al camino en el que me habían dejado. 

Una furgoneta se acercó a gran velocidad. Se detuvo a nuestro lado y unos fuertes brazos nos empujaron al interior mientras caíamos sobre los asientos, exhaustos, adoloridos, y con una gran cantidad de preguntas en la punta de nuestras lenguas. 

—¿Qué mierdas ha pasado ahí dentro? —dijo Morgan. 

Pero fue Mario el que primero se acercó a mí, agachándose a mi lado y recorriéndome con las manos la mandíbula, el cuello, la clavícula. Su mirada vacía de cualquier sentimiento con sus ojos azules clavados en mi piel.  Sus manos me pusieron nerviosa, pero no estaba acariciándome. Estaba comprobando que no estuviera herida. 

—Nos ha dejado huir —dije. 

—¿Qué?

—Nos ha pillado y Alexei nos ha dejado huir. 

Leo miró a su hermano. Una conexión brilló en sus ojos. No hacía falta que se comunicaran con palabras para saber lo que estaban diciéndose. 

Estábamos jodidos. 



**********

Feliz año!!! Bueno, cuanto tiempo sin veros por aquí jejeje. Os dejo un mini capítulo para retomar contacto con esta historia después de tanto tiempo. 

Se vienen cosas muy buenas y espero que os quedéis por aquí para verlas. 

Como siempre, agradezco muchísimo el voto y los comentarios, pues son el motor para que pueda continuar con esta historia. 

Besos!!!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 02 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuando me encuentres (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora