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Tenía que salir de este estado de trance en el que había entrado y meterme en el puñetero papel...

Me retiré el chal de mis hombros, dejándolos al descubierto y llamando la atención de todos los hombres que había en aquella sala. Alexei emitió un gruñido bajo que les hizo apartar la mirada a todos.

Acorté los pasos que me separaban de él caminando de forma sugerente, balanceando mis caderas como tantas veces había visto en los desfiles de moda de París, en otra vida que ahora me parecía lejana. Le tendí mi mano enguantada y él la cogió entre las suyas hasta llevarla a sus labios, depositando un beso sin apartar su mirada de la mía.

Caminé a su lado hasta colocarme junto al sillón en el que el descansaba y cuando se volvió a sentar, me hizo imitarle, sentándome sobre uno de los reposabrazos a su lado. No apartó sus manos de mi cintura en ningún momento con un agarre que no se hacía demasiado familiar.  

—Continuemos Señores. ¿Por dónde íbamos?

—Señor —dijo uno de los presentes, su voz teñida de miedo. El atentado ha sido una declaración un tanto arriesgada.

—Ha sido un aviso —contestó Borotoj de forma tajante. —Aquel que ose impedirme tomar el mando sufrirá las mismas consecuencias que los que allí se encontraban.

Eso me hizo volver a la realidad. Alguien estaba gritándome al oído y hasta ese momento yo había sido tan estúpida como para no prestar atención. Mario y el Teniente alzaban sus voces, una sobre la otra, llamándome la atención. Le di un toque al pinganillo, un leve golpe, la señal de que les estaba escuchando.

—Joder, Lina que susto nos has dado. ¿Qué coño haces ahí?. —Dijo Mario. —Sal inmediatamente.

—¡No! —gritó el Teniente. —Ya es demasiado tarde. Que se quede, al menos sacaremos algo de esta situación.

Me estaba doliendo la cabeza. No podía atender a sus voces y a las de aquella sala a la vez, así que presioné mi oreja disimuladamente para apagar ese trasto. Tendrían que confiar en mí.

Alexei parecía estar absorto en mí. No podía apartar la vista de mi piel mientras le seguían hablando. Y yo tampoco podía apartar la mirada de esos ojos en los que me hundí como si fuera la última vez que me acercara al océano.

¿Qué me pasaba? ¿Quien era él? ¿Y porqué parecía que había una atracción imposible entre los dos que nos empujaba a mirarnos como si fuera la única forma de seguir respirando?

Me obligué a apartar la mirada de él. Todos estaban alarmados en aquella sala. Algunos molestos, otros parecían estar aterrados.

—Si toma el control del suministro de armas Señor, puede que otros líderes se lo tomen como una ofensa personal.

—¿Parezco el tipo de hombre al que le importe lo que parezca? —Dijo Borotoj

—No señor pero...

—El poder lleva demasiado tiempo dividido entre personas que no saben lo que es tener el mundo a sus pies. ¿No les parece señores, que la Mafia lleva demasiado tiempo relegada a un segundo plano?

—Pero Señor, muchos gobiernos nos apoyan en la sombra.

—No quiero que me apoyen, quiero que me teman —contestó Alexei. La oscuridad teñía sus palabras. Pero esa parte de él no alcanzaba el aura de belleza y luz que desprendía su imagen. Era el hombre más apuesto que jamás había conocido. 

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Hola!!! Dos capítulos intensos. ¿Qué os han parecido?

Como siempre os agradecería que me votarais el capitulo en la estrellita y si sois nuevos me encantaría conoceros en los comentarios. 

Besos!!!!

Cuando me encuentres (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora