☽ VEINTICINCO ☾

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Omnisciente

Una semana y media transcurrida desde que Lord Sesshōmaru y Lady Kagome se recluyeron en sus aposentos.

— ¡Buenos días chicos!

InuYasha casi escupe la comida del susto en ese momento, eventualmente todos en la mesa miran con impresión a la atractiva mujer de cabello ébano corto y marcas en su rostro.

No la habían visto desde hace un tiempo y todos sabían, o suponían, lo que había evitado la saliera al exterior. Pero allí estaba, feliz, revitalizada, como si no le doliera absolutamente nada y podrían jurar que le brillaba la piel.

En su rostro había nuevas marcas, y su cuerpo estaba diferente.

Las marcas que antes alardeaba de vez en cuando eran las de Canzybelle y Beruu. Pero ahora, eran completamente las marcas Yōkai de Sesshōmaru.

Su cuerpo ya no era como lo recordaban, de hecho, parecía como si lo de los gemelos nunca hubiera pasado, ya no era una figura tan exagerada y se lucía como, de nuevo, si los cachorros Ookami–Inu nunca se hubieran fusionado con su alma.

Era más natural, hermosa todavía y no tan forzada. Podían estar tranquilos sin pensar que en cualquier momento uno de los pechos de Kagome fueran a explotar en cara de alguno.

Por otro lado, no sabían si reír o alertarse a ver a Sesshōmaru a su lado. Pero los pocos siervos que estaban allí casi caen de paro cardíaco.

Su altura parecía verse recortada gracias a su estado encorvado. Se le veía demacrado, despeinado y con ojeras más grandes que la máscara facial de Hachi.

InuYasha aguanto un comentario de burla, aunque no fué por gusto ya que Kikyo lo pellizco para que cerrara el osico.

— ¿Todo está bien? —preguntó cautelosa Sango—

¿Kagome era una clase de vampiro y drenó la energía de Sesshōmaru? Una hipótesis no muy alejada de la realidad.

Sesshōmaru ni bien se sentó y vió comida empezó a devorar con rapidez y exigir más comida, por un momento olvidó la etiqueta y comía como si no hubiese comido en semana y algo.

— Nop. Todo está correctamente ¿Porque la pregunta? —dijo sonriente Kagome—

La mirada de casi todos de inmediato paso al Inu con obviedad y volvía a ella. Pero Higurashi parecía ser ciega en ese momento para ver a su muy maltrecho esposo.

La pequeña risa de un par de jóvenes dónde deberían estar sus hijos le hizo voltear mientras le daba su comida al hambriento Taisho.

Parpadeó un par de veces dando un repaso a la hermosa chica de cabello caoba y ojos ámbar que estaba sonrojada y risueña.

Luego vió al apuesto jóven junto a ella. Un Kitsuné peli naranja que comía con tranquilidad con tres colas balanceándose detrás de él, sus ojos verdes y orejas puntiagudas le hicieron abrir los ojos.

Casi se atraganta al ver en ambos marcas como las de Sesshōmaru en sus mejillas, pero no la luna en sus frentes.

Ahogó un chillido y casi se levanta.

— ¿Mis bebés? —ambos voltearon a verla y eso solo adelantó lo inevitable. El grito— ¡¿Pero cuando fue que crecieron tanto?!

Shippo y Rin se ríen con real felicidad, procediendo a explicar su nueva apariencia.

Al parecer, mientras una de sus ahora tres bestias había estado afuera, les marco como cachorros y eso al parecer hizo adelantar el metabolismo de crecimiento de ambos. Dejándoles en dos días de inconsciencia para despertar con una apariencia adolescente y atractiva.

Hasta Encontrar La Felicidad [Sesshome]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora