Había despertado en el NY- Presbyterian Hospital, las lesiones habían sido solo superficiales, pero el golpe que había recibido en la cabeza era algo que les preocupaba a los doctores.
No me habían querido decir nada, pregunté por mi hermano y Mhia, y no obtuve respuesta, siempre decían lo mismo "Los verá más tarde, Sr. Salvatore, ahora necesita recuperarse" eran como unos malditos robots.
Desde que había despertado me habían mantenido sedado, pero podía estar completamente drogado y aun así me daría cuenta de que algo no iba bien.
Hacía más de media hora que los doctores se habían marchado, me tenían hasta los huevos de hacerme exámenes, odiaba los hospitales y la única razón por la que seguía aquí era porque no podía moverme.
Con gran dificultad alcanzo el botón para llamar a una enfermera, necesitaba un teléfono y un informe detallado de lo que estaba pasando. Transcurren un par de minutos hasta que entra una enfermera.
—¿En qué puedo ayudarlo, Sr. Salvatore? —me dedica una sonrisa tímida, intentando ocultar su nerviosismo.
—¿Eres nueva? —pregunto, para ganarme un poco de su confianza, tenía mi encanto y lo usaría.
—S-sí, llegué hace una semana.
—Bueno... —me fijo en el nombre de su placa —, Luisa, no sé si serás consciente del hombre importante que soy, pero necesito arreglar unos asuntos, ¿me podrías ayudar? —digo, dándole mi sonrisa más encantadora.
—Por supuesto, solo dígame que debo hacer —sus mejillas estaban sonrojadas y evitaba mirarme a los ojos.
—¿Puedes prestarme tu móvil?
Con manos temblorosas saca el móvil del bolsillo de su atuendo de enfermera, me lo tiende, pero se sonroja aún más al ver que no podía mover los brazos.
—Lo siento... ¿A quién quiere llamar?
Lo pienso por un par de segundos y al final le doy el número de Joseph, podrías haber llamado a mi padre, pero no creía que fuera el mejor momento. Joseph atiende tras el quinto tono.
—¿Sí?
—Soy Jace, necesito que me digas que demonios ha pasado.
—¿Jace? Joder, hombre, creí que estabas muerto.
¿Muerto?
El día que muera se enterarían hasta en el Congo.
—¿Qué ha pasado? Quiero que me cuentes cada maldito detalle.
Le indico a la enfermera que deje el móvil en mi pecho y se retira, esto era un asunto importante y privado.
—Tú y Jared fueron atentados...
—¡Eso ya lo sé! ¿Quién demonios es el causante?
—Fue Ana y se llevó a Mhia.
El miedo me recorre acelerando mis latidos, el sonido de la máquina que los monitoreaba comienza a sonar con rapidez.
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Sombras oscuras © Libro 1 || [+18]
Romantik«Duología Oscuros, primer libro» «Pasión, amor y venganza» Huir del pasado es como huir de nuestra propia sombra. No se puede. Así que cuando tomé ese avión a Nueva York, solo estaba postergando lo inevitable. No importa a donde fuera, él me encontr...